La Universidad nació en la edad media en los Monasterios, en donde se contextualizaba una sociedad cristiana y se busca la “integralidad” en la formación y el desarrollo de la persona. El lema de los monjes era “Ora et Labora”, en especial de los Benedictinos. Monje viene de “monos” que significa “único”, “unificado”. Se buscaba unir lo material y lo espiritual, lo trascendente con lo inmanente. Por ello, que se enfatizaba lo integralidad en la formación.
Con el desarrollo de las ciencias, en especial las del saber teórico, se unieron monasterios, colegiatas, canonicatos, entre otros para la universalidad en el orden del saber. Lo propio de la función de una universidad es la integralidad. En donde la diversidad, lo diferente complementa la uni-versidad. Por ello, podemos decir que la misión de la universidad es unir lo diferente para tener una visión completa de la realidad. Fueron las palabras aclaratorias de qué significan los términos cuando hablamos de Universidad y de una Universidad Católica. En la segunda charla del Conversatorio de qué modelo de persona estamos formando en la PUCE Manabí, realizado en el campus Portoviejo el 24 de julio del presente año, de Mons Eduardo Castillo, Arzobispo de Portoviejo y miembro del Consejo Directivo de la PUCEM. (hacemos un extracto de su conferencia muy fiel a su sentido y muy libre en la aplicación).
El perfil de egresado de un estudiante de una Universidad Católica, debe tener claro como punto de partida qué tipo de estudiante debe recibir una universidad católica, donde se pide esa disposición a dejar huella en el mundo, a ir más allá de la materialidad de la vida y a un diálogo entre la fe y la ciencia, como entre la fe y la cultura. Esto es algo básico, que se complementa con la búsqueda concreta de la verdad, de la sabiduría de la vida, saber distinguir fines y medios, buscar la sabiduría de la vida más que el manejo científico, instrumental del saber. Ayuda a tener claro el perfil de salida.
De ahí, que las universidades católicas quieren formar “profesionales”, que “profesan” una visión integral, por tanto “sabiduría” = “manejarse a sí mismos”, no sólo “manejar las cosas”.
El profesional egresado, de modo riguroso (“profesional”), contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad mediante su trabajo o la investigación. Tiene propio ‘método’, pero también un ‘contexto’ que es el ser humano (la verdad del ser humano)
Son una presencia cristiana en el mundo frente a los grandes problemas de la sociedad y de la cultura. Realiza una reflexión continua a la luz de la fe católica (visión sobre el hombre), sobre el creciente tesoro del saber humano, al que trata de ofrecer una contribución con las propias investigaciones; Se sabe parte de algo más grande…
La Universidad Católica, por el mismo hecho de ser católica, y explicitar la finalidad de su propuesta formativa de los hombres y mujeres que acuden a sus puertas y que es la razón de ser por la cual pide la aprobación de su malla curricular, tiene un plus diferenciador a lo meramente académico. Por ello, debe dar razón de su fe. Pero, La fe, en efecto, no es “sentimiento” ni “religiosidad”, sino visión ‘nueva’ de todo.
Se caracteriza por el esfuerzo al servicio de la familia humana en su itinerario hacia aquel objetivo trascendente que da sentido a la vida. Lo cual expresa un profundo sentido de responsabilidad. Los ideales, las actitudes y los principios católicos/cristianos penetran y conforman las actividades y vida. La fe cristiana está presente de manera vital.
Punto crucial de una UNIVERSIDAD CATÓLICA ES EL DIALOGO FE Y RAZÓN. Los estudiosos y profesionales examinan a fondo la realidad con los métodos propios de cada disciplina académica (confianza – Creador, creación), contribuyendo así al enriquecimiento del saber y la comunidad humana.
La búsqueda constante de la verdad, ofrece un eficaz testimonio, hoy tan necesario, de la confianza que tiene el cristiano y la Iglesia en el valor intrínseco de la ciencia y de la investigación.
La integración del saber. El incremento del saber en nuestro tiempo, al que se añade la creciente especialización del conocimiento en el seno de cada ámbito profesional y científico, hace tal tarea cada vez más difícil. Promover tal superior síntesis del saber (“unidad de vida”), en la que solamente se saciará aquella sed de verdad que está inscrita en lo más profundo del corazón humano, es lo que el docente católico o de una universidad católica debe explicitar en sus momentos de aprendizaje con sus estudiantes.
Promueve el diálogo entre fe y razón, de modo que se pueda ver más profundamente cómo fe y razón se encuentran en la única verdad. Aunque conservando cada disciplina académica su propia identidad y sus propios métodos, este diálogo pone en evidencia que la investigación metódica en todos los campos del saber, si se realiza de una forma auténticamente científica y conforme a las leyes morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en el mismo Dios. — Todo, incluso los “productos culturales” más concretos e instrumentales, son precisamente “culturales” y expresión de una Weltanschauung (de una visión global –cosmovisión).
Es esencial que nos convenzamos de la prioridad de lo ético sobre lo técnico, de la primacía de la persona humana sobre las cosas (ciencia / sabiduría). Solamente servirá a la causa del hombre si el saber está unido a la conciencia. Los hombres de ciencia ayudarán realmente a la humanidad sólo si conservan el sentido de la trascendencia del hombre sobre el mundo y de Dios sobre el hombre. Si es necesario, deberá tener la valentía de expresar verdades incómodas, verdades que no halagan a la opinión pública, pero que son también necesarias para salvaguardar el bien auténtico de la sociedad.
PARA PENSAR
¿QUÉ ES LO PROPIO DE UNA UNIVERSIDAD?
Unir – lo diverso
¿QUÉ ES LO PROPIO DE UNA UNIVERSIDAD CATÓLICA?
La formación integral de la persona
¿QUÉ NECESITAMOS PARA ELLO?
DIALOGO – DISCIPLINA – DIVERSIDAD ARMONIZADA
