3 diciembre, 2024

Sospecha mal y acertarás

Al momento que cierro esta columna son 17 las fórmulas presidenciales que públicamente se conocen y que se disputarán en las elecciones la posibilidad de reemplazar al presidente Noboa. Desde 1979 a la fecha han participado entre 6 binomios, como sucedió en los periodos de Jaime Roldós, Jamil Mahuad y el primero de Rafael Correa, y 16 en el de Guillermo Lasso. Han sido 12 en una ocasión; 10 en dos; 9 en 1; y, 8 en cinco. En total, 115 binomios en 45 años de democracia. ¿Qué tal?

Conversando estos días con mi señor padre, de 95 años, sobre este tema, él ironizaba: ‘esto demuestra que en el país hay tantos desocupados y entre ellos se cuentan los desesperados por salvar a la patria; su amor por el país está a la vista’. Aun acostumbrados los ecuatorianos a estas papeletas-sábanas, lo que sucede alrededor de las aspiraciones presidenciales, súper multiplicadas, no causa una gran carcajada, por lo que podría considerarse un chiste horrible, sino mucho coraje y desazón entre una colectividad que, con sobrados motivos, desprecia y repudia el accionar de las organizaciones políticas, las que ni siquiera se preocupan por esconder su desvergüenza: la exhiben con desparpajo.

Si los problemas del Ecuador son tantos y tan difíciles de resolver, sorprende el ansia de enfrentarlos y resolverlos por parte de tan numeroso grupo de candidatos a dirigir los destinos de la nación (territorio y población). Censurar esta conducta política es razonable y no atenta para nada contra el derecho a elegir y ser elegido. Lo que ocurre es que siendo muchos los que desean el poder central es imposible confiar en sus buenas intenciones. Debe recordarse que la mayoría de las veces, una vez conseguido el objetivo, el binomio ganador en su conducción gubernamental termina siendo una nueva frustración popular, ya porque se incumplió la oferta electoral, ya porque ha sobresalido la corrupción, el engrosamiento del aparato burocrático y el beneficio a exclusivos intereses particulares.

Cuando se anunció que los partidos y movimientos políticos de izquierda trabajarían para presentar un solo binomio que los represente en la próxima contienda electoral, con certeza hubo aplauso y reconocimiento ciudadano. Inclusive se creía que esa alianza habría de animar a las organizaciones partidistas de derecha y centro derecha a hacer lo mismo. En ambos casos el país entero los hubiera respaldado, entendiendo que se trataba de una apropiada y muy necesaria resolución para beneficio del país. La papeleta, entonces, habría contenido un binomio de izquierda, uno de derecha y uno y otro representando a grupos de otra naturaleza ideológica. Sin embargo, las conversaciones de la izquierda no dejaron nada, salvo varios binomios. En la derecha ni siquiera se tomaron la molestia de conversar, y otro tanto de binomios. En total 17 hasta ahora.

Es probable que al final la papeleta registre un número diferente. Ojalá sea menor y los votantes puedan discernir mejor a la hora de votar. Los ecuatorianos merecen ser gobernados por gente honorable que mejore su calidad de vida en todos los órdenes; no por aquellos que probadamente son corruptos y se confiesan públicamente practicantes y seguidores del autoritarismo, del irrespeto a la voluntad expresada en las urnas, de gobiernos que duren para siempre.

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En la tragedia de Rwanda esta expuesta la miserable condición humana: el odio racial, étnico, las desigualdades económicas, la débil muy débil convivencia y tolerancia humana. El genocidio mostró a amigos asesinando amigos, familiares matando familiares, jefes delatando a sus empleados, religiosos santificando la crueldad y la brutalidad. El hombre es un animal, es capaz de matar por gusto, placer, infringe dolor a sus victimas para sentirse superior y dominar a otros. Los asesinos hutus asistían a servicios religiosos antes de iniciar su cacería de muerte, atacaban principalmente iglesias, respetaban las imágenes de santos y vírgenes pero asesinaban con saña y perversidad a cuanto tutsi se encontrara escondido en el sitio. Hay documentos de vídeo en que se los ve cantando a Dios, pidiendo misericordia y luego destripar a sus victimas, no cabe duda: el hombre puede llegar a ser tan fanático como lucido, su mayor mal es la violencia que se puede provocar a si mismo y a los otros. El odio, la venganza, la enemistad lo pueden convertir en un ser brutal, cruel, salvaje que no se contiene ante la expresión de su maldad.

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