21 noviembre, 2024

El «Narizómetro»

Ya encargué, a una de esa empresas norteamericanas, que entregan en la puerta de tu casa, lo que les solicitas. LES ENCARGUÉ UN NARIZÓMETRO.
ESTE ESPECIAL APARATITO, puede medir las mentirillas de los políticos, pero sólo en campaña política. Es de ALTA PRECISIÓN. Capaz de medir una milésima de un centímetro, por cada mentira que diga un candidato, bien sea a la presidencia, a la legislatura o a cualquier otra dignidad, sin importar si son hombres o mujeres.
Esta inspirado, en aquella  fábula, que conocíamos en la época de nuestra infancia. De aquel, carpintero que elaboró un muñeco de palo, al que le dio el poder de caminar y de hablar. Un vez terminado el trabajo, lo nomino PINOCHO y le dijo, “anda por el mundo que ya puedes caminar, pero cuando hables, no puedes mentir, por cuanto te empezará a crecer la nariz”.
Efectivamente, Pinocho, se fue a caminar por el mundo, pero mintió y le comenzó a crecer la nariz.
Recuerdo de niño, cuando alguien mentía le decíamos, “estas mintiendo, te está creciendo la nariz como a Pinocho”.
La autoría del “narizómetro”, es mía, de nadie más, es mi propiedad intelectual, al igual que las cartas que escribo para Uds.
Próximamente, diseñaré un NARIZÓMETRO,  pero sólo para mujeres. Nunca supe porqué razones, en la época de mi niñez, se  señalaba  a las mujeres como mentirosas. Se consideraba que las mujeres eran más mentirosas que los hombres ¿lo recuerdan ?. Con los años, los hombres se volvieron más mentirosos que las mujeres. En la actualidad, hombres y mujeres mienten por igual.
“CAMBALACHE”, es la canción perfecta que define esta situación actual, donde todo al parecer, es mentira, todo es igual, “un burro o un gran profesor”, etc., y así por el estilo va cantando y/o recitando el intérprete, de en esta canción, que el asunto no es de ahora, “que era igual en el 500, como en el 2.000 también”. Etc., etc. …
Es posible que termine mi invento la semana siguiente, para enviarlo al extranjero para perfeccionarlo. Si Uds., quieren algún narizómetro, me avisan y se inscriben, los primeros 10 pedidos, son gratis, los demás, estoy pensando ponerle un precio módico. Se los diré cuando resuelva esta situación y si no me empieza a crecer la nariz, como a Pinocho.

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Me quedo aquí

Anoche estuve en la premiere del Documental sobre la migración de italianos a Ecuador, “Yo me quedo aquí” del director italiano Carlo Tozzi ; un extraordinario trabajo profesional de este joven cineasta que además ama al Ecuador.

Desde niña conocí a amigos de mis padres y de mis hermanos mayores con apellidos italianos. Algunos de ellos muy queridos y muy cercanos. Tenían ese aire de extranjeros que los ecuatorianos vemos con admiración. Yo creía que eran más simpáticos, definitivamente más acomodados – eso creía yo – usaban productos extranjeros, su lenguaje y acento sonaban sofisticados y conocían lugares fascinantes.

Viendo el documental,recordé a una de las mejores amigas de mi hermana mayor, Giulliana Bigalli y su esposo Eduardo Sbarbaro. Me acuerdo que viajaban mucho a Europa y otros países del mundo y que tenían un estilo de vida muy natural , muy generoso. Siempre recibían personas en su casa , donde además se comía muy rico. Eran muy sencillos , aunque siempre tenían productos importados de gran calidad. Otra cosa que ahora veo con más admiración aún era el gusto por la comida ecuatoriana, por los cangrejos para ser exactos. A Eduardo le encantaban y era un experto con el martillo. Los recuerdo generosos, muy generosos y muy orgullosos de su herencia familiar y del legado de sus padres italianos. Una fábrica de sombreros, primero de paja y luego de lana en Quito eran la empresa familiar en la que los nietos adultos se desarrollaron laboralmente.

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