6 octubre, 2024

Harto potencial para una mísera realidad

El país ha tenido partidos políticos de raigambre y otros de membrete a través de su historia plagada de incertidumbres con ciertos periodos de promisorios horizontes. La personalidad e intereses de los políticos, en definidos casos, acabaron pesando más que las ideologías que acaso alguna vez sustentaron previo a convertirse en caudillos populistas.    

Los idearios han sucumbido ante los políticos que evitan encasillarse en una simetría ideológica para obviar todo tipo de compromisos. Las sociedades, buscando resultados, han igual mutado de aquella preferencia por una tendencia única a otra de múltiples vertientes. Este nuevo formato pseudo ideológico sería más acumulador de seguidores y menos restrictivo en conciencias, predominante característica del populismo moderno. La ausencia de una sola ideología como eje de matriz gubernamental ha convertido a los líderes políticos en caciques de sus propios feudos con espacios inexistentes para segundos, creando un gran vacío en estructuras políticas a las que internamente se deba responder para justificar sus liderazgos.

El país deambula por un marcado populismo del que difícilmente se derive un real sistema de partidos políticos cuyas ideologías superen a sus actores. El largo plazo mal puede ser de auspiciosa expectativa sin el liderazgo para asumir los errores del pasado, corregir sus políticas y liderar un derrotero de cambio con sacrificios y buenas prácticas de gobierno. El potencial del país, determinado por el populismo, es la realidad de un pueblo sin futuro. 



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Cualquier epidemia de la enfermedad más grave es nada comparada con las guerras… En la mente del guerrero solo prima la destrucción. Es la hora de liquidar… De arrasar con todo lo que se oponga a dicha liquidación… Lo importante es matar… ¿Son niños? ¿Son mujeres? ¿Son ancianos? No importa! Lo importante es matar! Que las manos por el crimen queden manchadas de sangre, como explicó con frialdad ajena a toda femineidad, la diputada israelí Ayelet Shaked al explicar la razón (su razón) de asesinar palestinos… “Todas las madres palestinas deben ser asesinadas por parir pequeñas serpientes”. En la guerra no hay perdón, aunque la fe religiosa del victimario lo proclame, desde la letra muerta de su libro sagrado… Toda guerra es sinónimo de deshumanización… No hay más risas… No hay más lágrimas… No hay más amor… ¿Será porque, como ha explicado Ralph Linton en su <> “No somos ángeles caídos, sino antropoides erguidos”?

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