18 octubre, 2024

Las dos preguntas…

Estos días he tenido tiempo para reflexionar.

La pérdida de un ser amado o si el amado está enfermo a tu lado, te obliga a replantearte las interrogantes sobre los porqués de tu presencia en el acto de conciencia que cada día generas.

Los días más importantes de tu existencia son el que naces y el que mueres.

Así mismo las dos preguntas más importantes derivadas de las circunstancias anteriores, son para que naces y donde vas cuando te mueres.

En estos cuatro pensamientos radican todos los interrogantes del vivir y contienen las razones de porqué y para que vivimos.

Existimos sobre una especie de balanza antigua, de esas en las que de un lado se ponía lo que se quería pesar y del otro, se agregaban los pesos necesarios hasta que la balanza se pusiera al mismo nivel, sin moverse o inclinarse hacia ningún lado.

Cuando somos niños, simplemente vivimos para jugar. No se nos ocurre preguntar quién se murió, porque simplemente no lo conocemos. Vivimos bajo la falsa sensación de creer que no existir nunca nos pasará. En este primer momento, la balanza está totalmente inclinada hacia nuestra niñez y solo nos interesa lo que nos pase.

A medida que crecemos, la balanza se va igualando en estabilidad. Ya no solo pensamos en jugar, sino que comenzamos a ser conscientes de que las personas que conocemos también se mueren. Esto sucede porque sabemos quiénes son o por lo menos sabemos quiénes eran.

La balanza se pone en igualdad de condiciones entre los que estamos vivos y los que se mueren Esto lo sentimos como si solo les pasara a otros y no a nosotros.

Cuando nos hacemos mayores, la balanza da un movimiento contundente y se inclina radicalmente hacia el lado de los que fallecen. Casi todos los días nos enteramos o vemos que tal o cual persona se murió. Es como si estuviéramos parados una fila llena de tiempo y espera.  Cada día es uno menos de vivir y otro más para morir. Limitaciones físicas o desencantos afectivos, son las percepciones de situaciones que antes ni siquiera imaginábamos que las podíamos sentir.

Cada día se nos acerca la respuesta a la segunda pregunta.

En el amor que nos den aquellos que nos amen, estará la fuerza explicativa que nos revele la razón de la primera.

  

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