23 octubre, 2024

Recuerdos de mi vida en Quito (2)

A mis apreciados lectores les pido leer la primera parte de este tema.

Continúo con la historia de mi vida en Quito.

«Muy bien- me respondió papá- mi madre está sepultada con toda mi familia en las “CATACUMBAS DE LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO”. Yo le contesté: ¿por qué esto no nos había contado antes?

Papá se sonrió estiró la mano y me dio su cédula: «llévala porque tu tienes que decir al lugar que vas, solo con mi cédula te dejarán pasar a las CATACUMBAS y con la tuya demuestras a que eres hija mía, luego los harán bajar por unas escaleras en forma espiral o Caracol.

Los nombres de mis familiares están en cada nicho. No te olvides tu abuela se llama MERCEDES ALVAREZ BARBA”.

Y continuó hablando: «y si desean ver los cuadros de grandes pintores que había en casa, mi tía Matilde hermana de Mercedes, tu abuela, se los donó a la iglesia de San Francisco a un padre de apellido Polit, para verlos en la actualidad cobran algo de dinero, pero tú con mi cédula pasas con mis nietos y mi yerno».

Llegó el siguiente fin de semana y nos acicalamos para ir a la Iglesia de San Francisco. Llegamos a la iglesia todos emocionados. Entramos dimos gracias a Dios el estar allí, y por poder cumplir la voluntad y el deseo de mi padre.

Buscamos una persona que nos guíe y un sacerdote se nos acercó y nos preguntó muy gentil que buscábamos, mi esposo le contestó que veníamos en nombre de Armando Arteaga Álvarez a visitar el nicho donde estaba doña MERCEDES ALVAREZ BARBA .

Le entrego, Julio mi esposo, la cédula al sacerdote, él la revisó y nos dijo hay que mover esa banca y levantar esa tapa y pueden bajar sacó un cuaderno comparó la cédula con lo que tenia escrito y dijo todo correcto, La banca la movió Julio y el curita y comenzamos el descenso…

Estaba encendido un foco bastante grande, creo que nunca se apagaba. Cuando llegamos al final vimos los nichos unos todavía vacíos otros ya ocupados. Inclusive estaba el nicho de mi abuelo Antonio Arteaga Donos. Pero él no estaba enterrado allí, esa es otra historia.

Visitamos a todos los familiares de papá, vi el nicho de mi abuela Mercedes. Rezamos nos despedimos y regresamos por la misma escalera de caracol.

Cuando subíamos el sacerdote se nos acercó y nos dijo si todo está bien. Yo le respondí si padre gracias por todo, no sé cuándo volveré. El sacerdote nos vuelve a llamar y nos dijo: “En esta Iglesia se dará por siempre una misa por toda la familia. Eso nos dicen a los sacerdotes que llegamos. Y se cumple al pie de la letra, es nuestra obligación”.

Nos quedamos pensado en esas palabras, pero agradecidos de haber estado con nuestra familia que nunca conocimos.

Visité a mis ancestros y quedó mi espíritu en paz por haber cumplido el pedido de mi padre y sé que se sintió feliz.

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La industria presentó entonces las leches artificiales (inicialmente se daba leche evaporada para aumentar las calorías y teóricamente nutrir mejor al bebe, aunque la hiperosmolaridad hiciera más daño) y vieron un negocio fabuloso en aprovecharse de la ignorancia y comodidad de las madres, para ganar dinero vendiendo una leche de muy inferior calidad para alimentar a lo más importante que tiene el ser humano: sus hijos (para suplir el seno).

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