Muchos entendemos la misión de la Universidad como la “casa del saber”, el espacio que nos prepara para la vida profesional, la preparación de los profesionales para el trabajo y el desarrollo del país. Pero, ¿eso del corazón? ¿tendrá sentido? Es la propuesta del Papa Francisco en su discurso a los docentes y directivos de la Universidad Gregoriana de Roma.
“¿Dónde está tu corazón?», interpeló Francisco a los presentes en su exposición. «La universidad debe ser la casa del corazón», explicó citando a San Francisco Javier y aludiendo a su deseo de «ir a todas las universidades para sacudir a quienes tienen el mayor sentido de la caridad, para que se sientan impulsados a ser misioneros». Por lo tanto, la reflexión invita a entender la función de la universidad como el espacio para prepararnos a la gran misión en la vida, ¿cómo concretar mi proyecto de vida? Y ¿cuál va a ser mi aporte para mejorar, transformar la sociedad en que vivimos?
El Papa Francisco visitó, este martes 5 de noviembre, la Pontificia Universidad Gregoriana, con ocasión del Dies Academicus de la tradicional universidad, fundada en 1551 por san Ignacio de Loyola. Ofreció para la ocasión una lectio magistralis, que duró unos 45 minutos y fue ampliamente aplaudida. Con casi 3.000 estudiantes de 121 naciones, la Gregoriana es la universidad pontificia más antigua de Roma. Ofrece una amplia educación académica que abarca materias como teología, filosofía, derecho canónico, historia de la iglesia, ciencias sociales y estudios interreligiosos.
«Según el carisma ignaciano, la cultura es una misión de amor», recordó el Papa. Citó a San Ignacio: «No es tanto el conocimiento el que satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas». En definitiva, invitó a ayudar a los estudiantes «a proceder por sí mismos, evitando los laberintos intelectualistas y la acumulación de nociones, y continuando con el gusto por la ironía».
Copio algunos párrafos que nos permitan entender la propuesta. Pero el discurso es más largo ojalá lo terminen de buscar y leer completo. La Universidad Católica no debe solo competir con otras universidades, sino que debe ofrecer su propuesta que es la formación de hombres y mujeres para un país que los necesita, pero que muestre lo mejor de su historia y cultura y sepan desarrollar, conversar e integrar los desafíos del mundo moderno, sus aportes como entender sus limitaciones y purificarlas.
Hacia una cultura del encuentro y el diálogo: «Tengan cuidado cuando el pensamiento se convierta en ideología», advirtió el Papa en su lectio magistralis, en la que pidió a la universidad jesuita un «examen de conciencia».
«Menos sillas, más mesas sin jerarquías, una al lado de la otra, todos mendigos del saber, tocando las heridas de la historia», indicó Francisco, que instó a transformar la universidad «en un espacio acogedor, en una casa del corazón», porque «el cuidado de las relaciones necesita un corazón que dialogue, un corazón que una fragmentos y, con los fragmentos de los demás, construya puentes donde encontrarnos, un lugar de investigación para la cultura del encuentro y no del descarte, un lugar de diálogo entre pasado y presente, entre tradición y vida, entre historia y relatos».
En ese sentido, el Papa citó la escena de la Ilíada en la que Héctor, antes de enfrentarse a Aquiles, vio a su esposa Andrómaca y a su hijo Astianacte, quien al ver a su padre «se asusta y se pone a gritar»: «Entonces, Héctor se quita el casco y lo deja en el suelo, toma a su hijo en brazos y lo levanta a su altura, y sólo entonces le habla». «Estos son los pasos que preceden al diálogo», explicó Francisco: «Deponer las armas, poner al otro al mismo nivel para mirarnos a los ojos. Desármate: desarma tus pensamientos, desarma tus palabras, desarma tus miradas y, luego, estar a la misma altura para mirarnos a los ojos».
«No hay diálogo entre lo alto y lo bajo: sólo así la enseñanza se convierte en un acto de misericordia», un acto que -comentó el Papa, citando a Shakespeare- «produce una doble felicidad: para quien da y para quien recibe».
No al «materialismo árido o al narcisismo perverso». «Lamentablemente hay muchos discípulos de la Coca-cola espiritual», denunció el Papa, que, a partir de la conocida bebida, acuñó un neologismo: «cocacolización espiritual», advirtiendo contra «un eficientismo sin visión», que es limitado «a fusiones, suspensiones y cierres», descuidando la misión en el mundo y en la Iglesia, lo que exige «una responsabilidad adicional y un replanteamiento de todo, en vista de la misión que Jesús nos ha confiado».
«Cuando caminas preocupado sólo por no tropezar, acabas chocando», advirtió Francisco, que al inicio de su discurso instó a los presentes a preguntarse «adónde vas y por qué haces las cosas que estás haciendo», sin perder de vista el «objetivo final».
«¿Qué papel tiene la Universidad Gregoriana en nuestro tiempo?», es, según el Papa, la pregunta básica a responder, dentro de una universidad como lugar donde «la misión debe expresarse a través de la acción educativa, pero poniendo en ella el corazón», dejando de lado «nuestras afirmaciones, que hacen que el plan de Dios sea rígido y sin calor». «La formación es, ante todo, cuidado personal; de lo contrario, la acción formativa se convierte en un árido materialismo o en un narcisismo perverso, o en un lugar donde otros son espectadores aplaudiendo, cajas para llenar con el ego de quien enseña». (Tomado del informativo AICA. Argentina).
PARA PENSAR
¿Cuál ES EL PAPEL DE UNA UNIVERSIDAD?
Ser sede del corazón
¿QUÉ SIGNIFICA ESO EN NUESTROS DÍAS?
Aprender a cuidar lo esencial, lo que vale, lo que cuesta, lo que hace amar
¿QUÉ PELIGROS TENEMOS?
La cocacolización espiritual, pura eficiencia. El materialismo árido o el narcisismo perverso