22 noviembre, 2024

La mochila (2)

Fue en tiempos de pandemia cuando se hicieron populares los «mochileros». Las autoridades de salud nos confinaron cuatro meses en nuestros domicilios, no podíamos sacar la cabeza por la ventana para no contagiarnos.

Los «mochileros» se compraron o alquilaron una motocicleta y gracias a ellos los productos de comer o beber nos llegaban a nuestros hogares. Un buen amigo me decía: «Estos son los héroes del momento». Y así fue, se corrieron el riesgo de enfermarse, pero iban a todos los domicilios cercanos a tiempo. Se ganaban 1,50 dólares por viaje a cada domicilio. Así pagaron su motocicleta y llevaron a su casa el pan de cada día. También la utilizan para trasladar a su esposa al trabajo y a sus hijitos a las escuelas.

Algunos, si son imprudentes y en ocasiones van a mucha velocidad (aunque la ley se lo permita), pero también los atropellan y más de uno ha quedado muerto en la calle.

Mi recomendación personal es que manejen con mayor cuidado y no traten de llegar antes que los demás al sitio al que se dirigen. La vida está por encima del amor al trabajo.

Fue tal el éxito que tuvieron que grandes compañías establecieron empresas de entrega de comidas y los empleaban. Cada empresa, por supuesto, tiene su marca y su logo que las identifica. Todavía subsisten, pero en menor número. Los requieren para ciertos eventos y sobre todo en la noche. Trabajan desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche. Es una larga jornada, para desde ahí dirigirse a sus hogares.

Incluso, en algunos casos los han confundido con los malandros y han tenido tropiezos con la Policía Nacional o la Comisión de Tránsito, que los confunden. En ocasiones, alquilaban motocicletas que han sido denunciadas como robadas. Entiendo que ellos no lo sabían, pero les traía problemas en su trabajo.

En la actualidad volvieron a ser muy necesarios por los apagones. Ellos llegan a nuestros hogares a como de lugar.

Las autoridades del Gobierno y de las municipalidades de Guayaquil y Samborondón les deben un reconocimiento colectivo a su labor sacrificada. Los ciudadanos de ambas ciudades estamos en deuda con ellos.

Que Dios los proteja en su diaria movilización y los cuide en su necesaria labor. Amén.

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