Pongamos en contexto el tema.
El conjunto musical que se autocalifica como «Mugre Sur» denota la ausencia de autoestima y la generación de odio, una identificación con un submundo oscuro y detestable, que pretende involucrar a un sector geográfico de la ciudad que no merece tal trato. En mi opinión, Mugre Sur representa la contracultura y el oportunismo político.
En el Quitofest, organizado por la Secretaría Municipal de Cultura, el grupo mencionado utilizó la imagen del presidente Daniel Noboa para ahorcarlo en público, hecho que merece el rechazo total y algunos comentarios, aun sin ser partidario del gobernante ni de ningún otro candidato de las elecciones del engaño de 2025-2029, que incluyen un apagón democrático de un CNE que se aferra al poder y que está listo para venderse al mejor postor. A ellos deberían colgarlos.
A mi juicio, en este acto circense afloraron los siguientes factores: el político, el electoral y el moral.
El factor político está conformado por quienes apoyan o rechazan al presidente Noboa, quienes aplaudieron la crítica social o se indignaron. Pero lo aberrante, en mi opinión, es la incitación o puesta en escena en las redes sociales que nos hicieron recordar que en Francia, en 1968, protagonizaron un hito de movilización social contra el sistema, que se conoció como Mayo 68.
En esa época, recuerdo que, a través del rock, el movimiento hippie tomó la posta. Varios géneros musicales como el hip hop y el rap, géneros en los cuales se enmarca Mugre Sur, cuestionaron las estructuras del sistema, expidieron nuevas alternativas de gobernantes y pusieron sobre la mesa la solución de los problemas de los marginados, que en Ecuador representan el 67% de la población.
La gente suele hacer monigotes de políticos y quemarlos, y si no me creen, les invito a las comparsas de disfraces del fin de año en mi cantón, Antonio Ante.
La figura de cartón se elevó con una soga en un momento preelectoral, donde se recuerda el fin de año, evocando cosas dolorosas del país y, en nuestro caso, la ingobernabilidad, la muerte cruzada, la crisis energética, que espero marque el cierre de un sufrimiento y el inicio de un nuevo año de esperanza.
En definitiva, el Quitofest fue una incitación al odio y a la violencia; en consecuencia, a la división ciudadana. Recuerden lo que pasó con Lasso:
- Hace un año, “despidieron” al expresidente Lasso en medio de insultos soeces.
- La reincidencia es una culpa compartida con la entidad que los contrata, en este caso, con el DMQ.
- Si esta actitud es considerada como muestra de cultura, ratifica el temor de gran parte de la ciudadanía de que tenemos las autoridades municipales equivocadas.
- El mensaje obliga a pensar en la influencia que puedan tener sobre los niños y jóvenes.
- Si estamos inmersos en la campaña presidencial, puede interpretarse como un acto proselitista lleno de odio, diseñado o al menos admitido por las autoridades municipales, cuya ideología populista induce a la intolerancia.
Ya lo dijo su líder: «El sentimiento que más mueve a la sociedad es el odio»; y que cuando regrese, mi “venganza será implacable”. Habrá que cuidarse o ponernos la cereta de la camioneta del triunfador de este apagón democrático de 2025-2029.
4ampav