Hace algunos años, mientras compartía una simpática y amena reunión social con diferentes buenos amigos, sucedió lo siguiente: En cierto momento, observé con mucha atención que uno de ellos; sosteniendo su copa de vino con su mano derecha, empezó a quebrarse emocionalmente, brotando de sus ojos algunas lágrimas.
En lo personal, debo confesar que; a pesar de mi temperamento un tanto fuerte, no soporto ver a nadie en similares circunstancias, aquella escena me inquietó y me preocupo mucho. Medité un par de segundos, y le pregunté a mi amigo, que le estaba pasando.
Mi buen amigo me respondió: ¿Por qué la vida es así…? Tu sabes lo que pasó con mi hijo…lo llevé en avión ambulancia a Estados Unidos y luego a Alemania para que le salven la vida, y nada pudieron hacer por Él…tengo mucho dinero…mucho…sin embargo no pude salvar a mi hijo…ya no está con nosotros…mi fortuna no sirvió para salvar su vida”
“…Y ahora…cargo un gigantesco peso que cada día crece más, por haberme dedicado a amasar fortunas, y haber descuidado a mi hijo, sin darme cuenta que esas riquezas no son definitivamente la única fuente de la felicidad. Continúo siendo un hombre acaudalado, pero con una familia destrozada. Tarde, muy tarde me di cuenta que tal situación es irreversible…cuanto diera por retroceder los años…”
Estimados lectores, hago esta introducción, porque se están repitiendo velozmente estas historias. Por una parte, los niños y adolescentes están a merced de la delincuencia y el crimen organizado. Por otra parte, nuestra sociedad y de manera colateral, está siendo reiterativamente vulnerada por leyes criminales e inmorales que están destrozando la inocencia, la moral y la integridad de nuestros hijos y de nuestros adolescentes. Es decir, nuestras familias están destruyéndose…cayéndose en pedazos.
Está totalmente claro que la vida nos exige que luchemos por mantener una economía activa en nuestros hogares, para que la misma permita desechar la escasez, la pobreza y podamos llevar una vida agradable; aunque no sea de abundancia, pero al menos que cubra nuestras necesidades básicas.
¿Pero, que sucede cuando los padres, como ejes del hogar, se dedican única y exclusivamente a desempañar el rol de proveedores, y se descuidan de la formación integral de sus hijos dentro del seno familiar…?
¿Qué sucede cuando esas metas están solamente matizadas en privilegiar el dinero, a costa de descuidar dichos principios y dichos valores…?
A mi personalísimo criterio, el dinero NO lo es todo, no es lo mas necesario, no es la única vía para la felicidad de la familia; claro que no, pues aquello es un importante complemento de sustentación económica. Seguro estoy que, para entenderlo mejor, solo basta analizar el ejemplo que cito al inicio de mi artículo.
A través de nuestro Consejo Nacional ProVida de Niños y Adolescentes, y junto a mis hijas, tenemos el privilegio de darles charlas a los jóvenes, en diferentes sectores. Cierta vez, conversando con el rector del colegio donde di una charla, y al concluirla le dije: “He llegado a la conclusión de que es muy importante educar primero a los padres”. Claro está que a través de dicha reflexión no se ha descubierto la pólvora (como se dice en el argot popular), pero si queda absolutamente claro que nuestra verdadera formación, en todos los niveles, empieza en casa, y que la educación integral y profunda, sexual y reproductiva, de nuestros hijos; en todos sus ámbitos, le corresponde a los padres…NO AL ESTADO.
El lunes 16 del presente tuvimos una ardua y complicada reunión con la asambleísta Pierina Correa Delgado, presidente de la Comisión de la Niñez y Adolescencia, respecto de que se quiere aprobar un pryecto de reforma al actual Código de la Niñez y Adolescencia, en sus siglas: COPINNA, a través del cual, y en determinados artículos, se pretende legislar en favor de apocalípticos y perversas disposiciones que definitivamente acaban con la inocencia, la moral, los valores y los principios de nuestros niños y adolescentes. Lamentablemente, en aquella reunión, no llegamos a ningún acuerdo.
El tema es muy extenso; por lo que les dejo mi dirección de correo electrónico cutoramo@gmail.com para que me escriban y con gusto les haré llegar la información que ustedes requieran y luego saquen sus propias conclusiones, y/o quieran unirse a la lucha de ésta noble causa.
“Nuestros hijos son el producto de nuestro amor…son la razón misma de nuestras vidas…son nuestra responsabilidad…no permitamos su destrucción…actuemos con sabiduría…YA…!!! O mañana será tarde…”