Pongamos en contexto el tema de mi especialidad, que raya en estupidez colectiva, producida por los últimos 4 gobiernos con la anuencia y complicidad de los representantes de los presidentes y cúpulas del IESS y del BIESS.
Si bien hemos aportado en otros medios de comunicación con diagnósticos o FODAS de las crisis, con sus fortalezas, oportunidades de cambio, debilidades en su burocracia y amenazas externas, estas dos instituciones nunca saldrán de sus crisis inducidas si no viene un gobierno con mano dura y en función del país.
Miremos cómo funciona el caos perfecto del IESS, en la parte operativa y administrativa, para privatizarlo. Esto sucede regularmente en los centros de salud del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), especialmente en provincias, y también con sus prestadores privados, con algunas excepciones.
- No se trata de casualidades o imprevistos, sino, sencillamente, de eventos “programados” con certeza para abonar al descrédito de la entidad y para deliberadamente provocar decepción en sus dueños, los afiliados, que, sin posibilidades económicas de atenderse privadamente, son sometidos a las humillaciones y siguen, por tanto, como si fueran masoquistas, obligados a volver a ser víctimas de la inseguridad social.
- Nada allí es nuevo, todo es de vieja data desde la vigencia de la mal denominada Ley de Seguridad Social No. 2001-55 y la falta de vigencia de su reglamento de aplicación.
- El deterioro general del Instituto, en unas ocasiones es lento, en otras más rápido, y a partir de la demagógica obligatoriedad, por ejemplo, en 2015, bajo el mentiroso nombre de Ley de Justicia Laboral, de atender a los hijos hasta los 18 años con un único aporte económico del padre, ha desfinanciado al Instituto.
- La irresponsable eliminación de parte del 40% del aporte estatal a las pensiones, bajo el argumento de que las garantizará “cuando haga falta”, sin decir ni cómo ni con cuánto, es vertiginoso. Su situación ahora es escalofriante y da miedo. Quizás más pronto que tarde, urgentemente es mejor, se frene su desaparición y se comience la tarea de estabilización y recuperación, pero con otros actores, despolitizando su estructura, que sobrepasa los 38,000 empleados entre el IESS y el BIESS.
- La desinversión de recursos y el manejo antitécnico a través de fideicomisos por el BIESS es alarmante, y no existe Contraloría que establezca responsabilidades a los representantes del IESS y del BIESS, porque la Ley de Seguridad Social no lo establece expresamente o, sencillamente, no existe reglamento a la ley de Seguridad Social desde el 2001.
El tema de la atención de salud
Los afiliados, especialmente los jubilados y los de menores recursos económicos, masivamente acuden en búsqueda de salud al IESS y, como si nada, son tratados de la peor manera.
- Las consultas se concretan tras esperar meses y no es raro que, cuando al fin pueden recibir la debida atención, el médico la ha cancelado porque “tuvo una emergencia”, “está enfermo”, “goza de vacaciones” o fue cambiado de unidad, o hay fallas en el sistema, y así por el estilo. Lo cierto es que pretextos no faltan.
- Cuando se reclama por qué no se ha comunicado oportunamente tal situación, la respuesta, sin inmutarse, es que no tenemos forma de hacerlo, no hay dinero para pagar ese servicio, y los famosos contratos de Call Center son renovados con empresas afines al político de turno.
- Igual sucede con los exámenes de laboratorio, con las ecografías, con la rehabilitación física, especialmente para la atención y enfermedades crónicas-degenerativas de personas mayores.
- La pésima atención administrativa, donde la ausencia de los servidores está normalizada. Los certificados no están a tiempo, el horario de atención en ventanillas solo es de 3 horas (07h00 a 10h00), y cuando se produce el justificado reclamo y pedido de solución, con desparpajo el burócrata dice: «vuelva mañana», «insista en hacerlo por línea» (siempre caída o con problemas), «vuelva a agendarse», «¿qué más quiere que haga yo? La culpa es del de arriba», etcétera.
- La permanente escasez de medicamentos que se recetan, las baterías sanitarias están en pésimas condiciones, los grifos, si sirven, dejan caer un hilo de agua, el papel higiénico —cuando hay— solo existe al inicio del día. Los surtidores de gel para desinfección de las manos son adornos feos, están dañados, sucios y vacíos, y los medios de comunicación hacen mutis porque reciben pautas del gobierno de turno.
De verdad, esto no solamente provoca coraje a los asegurados, también produce pena. Para acertar, hay que pensar mal: todo ha sido “fríamente calculado” y está desarrollándose el caos perfecto para la privatización de la salud y de las pensiones.
El tema de las pensiones
El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social enfrenta déficits en su sistema de pensiones. Algunos de los problemas incluyen descuentos inconstitucionales, deuda pendiente del Estado, falta de transparencia, prestaciones sin financiamiento, falta de autonomía institucional y saqueo de los recursos presupuestarios de los hospitales, con involucramiento de asambleístas “diezmeros”.
Reformas
Desde la administración del expresidente Lasso, circulan en algunos medios de comunicación afines al gobierno de turno varios proyectos de reformas que confunden a los asegurados, que aparentemente buscan hacer frente a los mayores desafíos financieros del instituto. Estos son:
- El envejecimiento de la población
Es una de las causas estructurales que explica la situación financiera del IESS, que se refleja en un incremento en el número de solicitudes de jubilación. Al 2023, el IESS reportó 730,833 pensionistas, lo que representa un aumento del 6% en el último año. Las pensiones de esos jubilados se financian con los aportes de los afiliados activos, pero ahora mismo no son suficientes para cubrir sus pagos. Pese a eso, la incorporación de nuevos afiliados crece a menor ritmo. - El aporte del Estado y su deuda
Por ley, el Estado debe aportar con el 40% del pago de las jubilaciones de los pensionistas del IESS, que se han constituido en una fuente clave de financiamiento para el instituto. Pero, en 2015, el entonces presidente Rafael Correa envió una reforma a la Asamblea Nacional para retirar esa contribución, que solo se daría si hacía falta. Ante la falta de ese dinero, el IESS recurrió a sus ahorros administrados en el BIESS para cubrir el pago de las pensiones. Pero la Corte Constitucional dispuso que el Estado repusiera esos recursos, con lo que volvió a recibir ese aporte en 2019. Según el IESS, esa medida temporal debilitó el fondo de pensiones, pues tuvo que desinvertir casi USD 8,927 millones en los cinco años que estuvo vigente el retiro del aporte.En cuanto a la deuda del Estado, existen varios cálculos nada confiables de los montos de la deuda, porque sus autoridades siempre los maquillan, ya que no existen sanciones expresas para los presidentes del Consejo Directivo del IESS ni a sus gerentes de todos los seguros que administra el IESS y el BIESS, que actúan en unidad de cuerpo como verdaderas mafias intocables.
- ¿La fórmula de cálculo para otorgar pensiones?
La fórmula de cálculo de la pensión en Ecuador tiene en cuenta los salarios de los cinco mejores años. Mientras tanto, en otros países se considera los salarios de los 10 mejores años. Debido a esa fórmula de cálculo, los pensionistas ecuatorianos reciben una pensión equivalente a más del 90% del último salario percibido en su vida laboral activa, y debe revisarse la fórmula para empezar a hacer justicia con la revalorización de las pensiones a miles de pensionistas que se jubilaron en sucres, ya que al pagar el equivalente al dólar, las pensiones son irrisorias. - Un déficit creciente
Debido a que se espera un incremento en el número de pensionistas del IESS, el presupuesto para pagar las jubilaciones se incrementará entre un 8% y un 10% durante los dos últimos años (2023-2024). Por citar un ejemplo, el gasto total para cubrir las pensiones de los jubilados suma USD 5,696 millones en 2023, pero el IESS solo contará con USD 3,058 millones en aportes de los afiliados. Para cubrir la diferencia, el instituto requiere el aporte del Estado, pero si no llega a darse de manera completa y oportuna, el instituto tendrá que volver a tomar de sus ahorros administrados alegremente por el BIESS.
En conclusión, lo que se busca con las reformas es subir el aporte patronal, el aporte personal, los años de aportación o privatizar los sistemas para que la empresa privada y las compañías de seguros privados de salud hagan su agosto. Pero primero, se está propiciando el caos perfecto, desacreditando a la institución, que realmente requiere cambios estructurales sin ahondar en la estatización ni respaldar la privatización de los sistemas de salud y pensiones.
Fuentes consultadas:
Jorge Gallardo Moscoso
Jorge Gallardo Moscoso, Autor en Desde mi Trinchera
Página web: Desde mi Trinchera