Recuerdo que estaba tirada en el piso del baño, con la cabeza hacia arriba, lo que me permitía mirar hacia el techo; solo lograba vislumbrar un pedazo de cortina roja. No lograba ubicarme ni en el tiempo ni en el espacio…
Intenté moverme, no podía. El dolor era intenso y mi cuerpo, lo sentía muy pesado, no respondía. Estaba muy aturdida. Reconocí entonces que estaba en el piso del baño y que lo rojo que veía arriba era la cortina de la bañera… logré girar un poco la cabeza y vi hacía el pasillo que conduce del baño al dormitorio, recordé que mi esposo estaba durmiendo ahí, en la cama, lo llamé.
Como a la tercera vez que dije su nombre él despertó, se levantó sin saber que pasaba y fue a ayudarme. Con mucha dificultad, logró hacer que me incorpore, estábamos avanzando por el pasillo que comunica el baño con el dormitorio, volví a caer, por segunda vez perdí el conocimiento.
Desperté con una previa sensación de angustia. Mientras estaba inconsciente, “veía” escenas como de una película, nada agradable. Al abrir los ojos, vi a mi esposo, él decía: por favor, respira”.
Logré, con su ayuda, llegar a la cama y acostarme, el dolor del lado izquierdo a la altura de la clavícula, era insoportable. Me fracturé la clavícula le dije, estoy segura, no puedo mover el brazo. Efectivamente, luego de los respectivos exámenes, se confirmó la fractura, y posteriormente me operaron. Una cirugía exitosa en manos de un gran cirujano traumatólogo.
De ahí en adelante, obviamente, vino la inmovilización del brazo y una larga espera de mínimo seis semanas para iniciar la rehabilitación.
El porque de la pérdida de conocimiento y todos los por menores no los pondré aquí. Con esta historia lo que deseo resaltar es que pueden ocurrir cosas inesperadas que te cambian la vida; hay que deshacer planes y replantearse todo de nuevo. Estar sin poder valerse por si mismo es muy desesperante. En mi caso me dio por llorar, y no he detenido mis lágrimas, las dejo salir, que vayan limpiando, que saquen toda esa frustración que se hace como un nudo en mi garganta.
Cuando todo parecía, por fin, ir bien, pasa esto. Se que Dios sabe más y que escribe derecho sobre líneas torcidas. Solo que esta vez, me encontró rebelde y le pregunto una y otra vez cuál ha sido el propósito de esta situación, espero que la respuesta llegue a mi de alguna manera.
Pese a todo lo que voy sintiendo en mi interior, es reconfortante saber que hay tantas personas que me sostienen, están pendientes y me ofrecen todo su cariño, amor y amistad. Eso es maravilloso. Un tesoro invaluable. Pese a ese vacío horrible que me atraviesa por dentro, es el amor el que me levanta, poco a poco, para salir de esto y vencer el obstáculo.
Mientras vivo mi realidad, algo perturbada, duele también lo que pasa afuera. Crímenes, delincuencia, extorciones, un peligro amenazador que acecha cada cuadra, cada esquina, cada hogar de los ecuatorianos. Cadáveres incinerados, gente desaparecida. Y un año nuevo que se avecina sin esperanzas de que la situación de este país mejore. Yo no veo la salida. Al menos en lo personal, se, qué si todo va bien, en pocas semanas iniciaré mi rehabilitación. Pero, cuánto tiempo pasará y ¿cómo rehabilitaremos al Ecuador? es la pregunta que golpea en mi corazón sin encontrar la salida.
Que Dios nos conceda un mejor presente y que el futuro nos muestre, de alguna manera, así sea una tenue luz por donde asome la esperanza. Un mejor año para todos.