La llegada de un nuevo año presupone una esperanza por el devenir de una renovación, aunque fuese potencialmente solo de carácter; bríos emancipados de un pasado que pudo haber sido mejor, pero no fue; y, la desilusión por un agotado sistema de gobierno, con figuras políticas manejadas por egoísmos en procura de poder y honrosos personajes promotores del verdadero cambio para un Estado sometido por el establishment económico y vilipendiado por el populismo político.
Las elecciones generarán nerviosismo con decisiones corporativas rezagadas hacia el segundo trimestre, pudiendo retrasarse hasta la segunda mitad del año. La creación de nuevos impuestos estaría latente entre los dos principales contendores electorales. La crisis energética dependerá principalmente del caudal de lluvia y de las medidas complementarias que se realicen. La inseguridad ciudadana será una cotidianidad dependiente del control antinarcóticos por ejecutarse, pero no decaerá a mínimos. La economía permanecerá camuflada en sus resultados por el lavado de activos (emprendimientos inmobiliarios), argucias tributarias, etc. La inseguridad jurídica proseguirá, impidiendo mayores niveles de inversión extranjera y obstaculizando la disminución del riesgo país. La extracción petrolera permanecerá incólume, incluso ante la necesidad de compensar por el cierre del ITT. El crecimiento económico, luego de la caída del PIB, podría estancarse en mínimos por falta de articulación. Lo positivo es comparativamente minúsculo y coyuntural… ¡Bienvenido 2025!
Saludos ing. Zurita, siempre me ha llamado la atención el título de su posición de comentarista del qye hacer nacional. Considerando que Ud. Posee un claro entendimiento, iluminado por muchas luces, suficientes para ocupar un estrado destacado, usted se sumerge en una zanja, en un hueco, en su trinchera, la que físicamente no le facilitaría un campo visual, para otear con más claridad el escenario nacionales.
Por lo demás, que la paz y la ventura, vallan en aumento diariamente en este nuevo año.