Pongamos en contexto el tema:
La polarización en el Estado permite que cada ciudadano opte por el bando con el que se siente más identificado y le apueste una vez más a una ilusoria esperanza de cambio verdadero.
Esto, sumado a un tinte personalista —no tenemos políticos reales, sino mesías cuyo clamor es mayoritariamente permanecer en el radar del elector— hace que el ciudadano no piense en la ideología partidista o en las políticas públicas a largo plazo, sino plenamente en la persona a quien le otorga un voto. Y al final, vota por el mal menor o el candidato menos malo, y los apurados votan en plancha.
Las figuras mesiánicas tienen un tiempo de caducidad y dependen de la aceptación ciudadana para sobrevivir dentro de la cancha de la política. Porque, eliminados los recursos que medran del Estado, no votarían ni sus familiares. En mi opinión, los procesos electorales deben ser optativos.
Históricamente, las consultas populares sin fraudes han sido un termómetro político y ayudan a tantear el terreno, sobre todo cuando una nueva elección está cerca, con la esperanza de que estas elecciones sean transparentes. Pero la realidad es otra muy diferente. El CNE, lo que demuestra es ilegitimidad al prorrogarse en sus funciones que caducaron en octubre de 2024. Por esta situación anómala de desconfianza, todos los ecuatorianos deben volverse veedores del proceso.
Las consultas que han recibido un «NO» por parte de la ciudadanía evidencian dos cosas. La primera es, probablemente, que el voto es un rechazo al gobierno de turno. La segunda es que las preguntas son demasiado complejas y con trampas en sus anexos. Además, el gobierno no hizo esfuerzos suficientes para comunicar su importancia. Por la misma razón, una consulta popular debe nacer desde la iniciativa de la sociedad civil y no de partidos políticos en decadencia moral y ética.
En 2025 tenemos nuevas elecciones de gobernantes y asambleístas, con 16 candidatos, varios de ellos impugnados por sus contratos con el Estado y el actual por una serie de desaciertos en su gestión, producto de la improvisación y escasa transición en el poder. Su oponente, Luisa González, tiene a sus peores enemigos en campaña: Rafael Correa Delgado y Ricardo Patiño, entre otros, que destruyeron la economía del país y están envueltos en varias causas judiciales, tanto montadas como verdaderas, por la continua metida de mano en la justicia ecuatoriana y la falta de transparencia del órgano electoral. Este no inspira confianza y ronda denuncias anticipadas de fraudes, antecedidos de campañas sucias de los dos candidatos supuestamente finalistas. Estas han impedido una tercera vía que salve al país de la debacle, porque la política está muy polarizada.
Por otro lado, las encuestas de intención de voto no compaginan con la realidad que se ve en territorio. A más de los cuestionamientos de las licencias para postularse por un lado, y la sombra de Luisa en Carondelet por Correa al poder, los dos candidatos a veces entran en pánico y desconfianza de sus mismas capacidades, que se despejarán cuando terminen las campañas sucias y se inicien los debates de ley. Estos también causan en los electores una ola de ansiedad y negativismo, producto de la manipulación de los medios de comunicación que sirven al amo de turno, con acusaciones falaces de los opositores de que uno de los candidatos no tiene salud mental y cognitiva para servir como presidente, y la otra, el fantasma del correísmo, le resta confianza y votos. De antemano, observo que solo espera ganar las elecciones en la Asamblea.
Lo cierto es que, en mi opinión, la polarización del país no permitirá que haya ganadores en primera vuelta y resultará en una elección atípica, con un alto porcentaje de votos nulos, lo que demostrará la decepción de los gobernantes por las negativas de ambas tiendas políticas de tomar medidas estructurales. Empezando por mi sugerencia y proyecto de una consulta popular como antesala de una nueva constituyente y constitución que despolitice la justicia y deje de judicializar la política.
Ver mi libro Señor Juez, yo acuso Ecuador sin política pública y mi proyecto de consulta estructural en la web Desde mi Trinchera en la ciudad de Guayaquil.