17 enero, 2025

La depresión en adolescentes: ¡Mucho más que un simple mal genio!

La depresión suele percibirse como un problema exclusivo de los adultos, pero también afecta con frecuencia a niños y adolescentes, especialmente en esta última etapa de desarrollo. A pesar de que las causas exactas de la depresión no se comprenden por completo, la investigación sobre gemelos ha evidenciado que tanto los factores genéticos como los ambientales desempeñan un papel significativo en su aparición. Asimismo, los patrones de comportamiento y pensamiento de un individuo pueden influir tanto en el desarrollo como en la evolución de este trastorno.

Un elemento clave en la depresión son las sustancias químicas del cerebro llamadas neurotransmisores, entre ellas la serotonina, la norepinefrina y la dopamina. Estas moléculas desempeñan un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo, y los desequilibrios en sus niveles están asociados con los síntomas de la depresión. Tanto los medicamentos antidepresivos como la psicoterapia buscan corregir estos desequilibrios químicos y restablecer el funcionamiento normal del cerebro, lo que contribuye a aliviar los síntomas depresivos.

Aunque no siempre es posible identificar la causa exacta de la depresión en un niño o adolescente, existen factores de riesgo que parecen aumentar la probabilidad de su desarrollo. Entre ellos se encuentran:

  • Antecedentes familiares de depresión en uno o ambos padres o en hermanos.
  • Disfunción familiar o conflictos con uno de los progenitores.
  • Experiencias traumáticas en la infancia, como abuso, negligencia o la pérdida temprana de un ser querido.
  • Dificultades en las relaciones sociales o problemas escolares.
  • Perspectivas negativas sobre la vida o habilidades deficientes para afrontar problemas.
  • Antecedentes de trastornos como ansiedad, problemas de aprendizaje, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o trastornos de conducta.
  • Lesiones cerebrales previas o un peso muy bajo al nacer.

La depresión afecta gravemente la capacidad de los niños y adolescentes para rendir adecuadamente en la escuela, establecer y mantener amistades, y realizar sus actividades cotidianas. Si no se recibe tratamiento, las consecuencias pueden ser duraderas. Además, en esta población, la depresión a menudo coexiste con otros trastornos, como problemas de conducta, consumo de sustancias y otros trastornos mentales. Hasta el 70% de los niños y adolescentes con depresión presentan al menos otro diagnóstico psiquiátrico, siendo los más comunes los trastornos de ansiedad, el TDAH, el trastorno negativista desafiante y el abuso de sustancias.

La coexistencia de estas condiciones no solo complica el tratamiento, sino que también incrementa la probabilidad de recurrencia de la depresión y agrava sus síntomas. Asimismo, puede estar asociada con un mayor riesgo de desarrollar otros trastornos, como los alimentarios o el abuso de sustancias.

Una de las consecuencias más graves de la depresión severa en niños y adolescentes es el riesgo de suicidio, una tragedia prevenible. Es fundamental tomar en serio cualquier mención de suicidio o autolesión. Las señales de advertencia incluyen:

  • Hablar o amenazar con hacerse daño o acabar con su vida, buscar métodos para hacerlo o mencionar la muerte o el suicidio.
  • Culpas excesivas por eventos que no están bajo su control.
  • Creer que merecen ser castigados por situaciones ajenas a su responsabilidad.
  • Negarse a intentar nuevas actividades por temor al fracaso.
  • Sentimientos de desesperanza o falta de propósito en la vida.
  • Aislamiento social de amigos, familiares y la comunidad.
  • Consumo problemático de sustancias.

Es importante recordar que la depresión es tratable, y el suicidio puede prevenirse con intervención oportuna. Los tratamientos, que incluyen psicoterapia, medicación y medidas de apoyo, son efectivos para aliviar los síntomas, mejorar el rendimiento académico y social, y ayudar a los jóvenes a recuperar la confianza en sí mismos.

A todos los padres y adolescentes que puedan estar enfrentando este difícil camino, les animo a buscar ayuda. La depresión no define quiénes somos y recibir tratamiento es un acto de valentía y esperanza. Los psiquiatras infantiles estamos capacitados para brindar la ayuda que necesitan para salir adelante. No están solos en esto; juntos podemos construir un futuro lleno de posibilidades y bienestar. ¡Buscar apoyo profesional es el primer paso hacia la recuperación y una vida plena!

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