Creo estar a tiempo todavía para desearles a mis familiares, amigos y lectores un feliz Año 2025.
Atrás quedaron los graves problemas que nos trajo el año 2024: el combate a la delincuencia organizada, el combate a la droga proveniente de los carteles mexicanos y colombianos; atrás quedaron los apagones, producto del estiaje y de la sequía. En fin, sinceramente creo que este será el año de la esperanza.
Faltan menos de veinte días para las elecciones presidenciales, de asambleístas y de miembros de la comunidad internacional. Tenemos la obligación de acudir a las urnas y votar por la única opción que tenemos los ecuatorianos, por el presidente-candidato D.N.A.
El debate presidencial del domingo nos dio luces a los ecuatorianos, de quiénes lo han servido con desinterés y valentía y de quiénes intentaron lucirse…
El presidente Noboa se lució. Demostró con números y porcentajes lo que pudo realizar en un año de gobierno. Su despedida del debate fue genial. Pocos de los candidatos se lucieron, como por ejemplo, la señora Andrea González. Otros mejoraron sus posturas y la mayoría no dio pie con bola. El debate fue cansino y algunos se picaron. En nuestro país, el que se pica pierde.
A la candidata Luisa González, los miembros de su grupo de debatientes se encargaron de arrinconarla. Está tan segura de que no logró llamar la atención del electorado, que ahora quiere debatir sólo con el candidato-presidente. “Tarde piache”, dicen los italianos.
El debate lo ganaron en cada grupo, el candidato D.N.A. y la señora Andrea González, una joven que habló con firmeza y puso los puntos sobre las íes.
El presidente Noboa visitó Washington con su esposa; fue uno de los cinco presidentes invitados a la ceremonia del cambio de mando presidencial, invitados por el nuevo presidente de los EE. UU., el Sr. D. Trump. Con seguridad conseguirá firmar el TLC con los EE. UU., que hace quince años el ex presidente Correa cortó las conversaciones y no se concretó.
Por todo lo indicado, creo que este año será un año de la esperanza.