31 enero, 2025

Sócrates: La Inteligencia Artificial y Ética Laboral

Pongamos en contexto el tema que yo me resistía a aplicar en mis conversaciones o debates en Derecho, cuando defendía causas judiciales de personas en estado de vulnerabilidad y, a veces, perdía los juicios porque no sabía argumentar.

Pero sucedió algo increíble. A partir de la pandemia, tuve más tiempo para reflexionar. Observé un video en Internet que me pareció de gran utilidad para aprender algo sobre la famosa inteligencia artificial y lo difícil que es hacer entender a los empresarios que deben aplicar la ética laboral sin explotación de la clase más débil.

Este método me llevó a profundizar más sobre el gran filósofo ateniense Sócrates.

Las figuras sobresalientes en la historia parecen estar destinadas a desdibujarse con el paso del tiempo, pero hay figuras que, lejos de desaparecer, cobran más fuerza con cada siglo que pasa.

Sócrates, el filósofo ateniense que nunca escribió una sola palabra de su pensamiento, pertenece a este grupo.

Su legado puede ser sencillo a primera vista, pues solo difundió su admirable conocimiento mediante preguntas. Sin embargo, dichas preguntas han sido suficientes para cambiar no solo el curso de la filosofía, sino también de la educación, las maneras de dialogar y, en cierto sentido, una forma de entendernos como seres humanos.

Más allá de sistemas o tratados, Sócrates dejó algo más esencial: un método, o una manera de pensar y abordar las verdades que trascienden las modas y opiniones.

El método socrático no es una herramienta intelectual cualquiera; es un arte de pensar y vivir más allá de lo evidente, desafiando lo que se da por sentado.

Su enfoque no era arrogante ni tampoco condescendiente. No buscaba humillar ni demostrar superioridad intelectual. Su propósito era más profundo: consistía en ayudar a los demás a ver lo que no veían o no querían ver por sí mismos, guiándolos a través de sus argumentos y a cuestionar las certezas con humildad y agudeza.

En el momento actual, donde las respuestas son rápidas y las opiniones contundentes dominan las redes sociales y los discursos públicos y políticos, el método socrático tiene una relevancia innegable.

Vivimos rodeados de información como nunca en la historia, pero esa abundancia de información no siempre se traduce en claridad y sabiduría.

Al contrario, muchas veces nos sentimos saturados, más perdidos e incapaces de discernir entre lo valioso y lo superfluo, entre la mentira y la realidad.

En este escenario, aprender a cuestionarnos nuestras creencias, religiones y sectas de manera constructiva, y reflexionar más allá de la superficie, es recuperar nuestro pensamiento crítico para comprender mucho mejor los problemas y sus soluciones en el mundo contemporáneo.

El método socrático no es simplemente una técnica de trabajo, sino un verdadero enfoque de diálogo para vencer en los debates y conflictos, y tomar decisiones estructurales.

Es un enfoque filosófico para descubrir la verdad que parte de la humildad intelectual. Su célebre frase, entre otras, «Solo sé que no sé nada», fue el punto de partida para la comprensión de los tres pilares fundamentales en los que se basa el método socrático.

  1. La ironía: Sócrates la utilizaba simulando una especie de aparente ignorancia para centrarse en la personalidad de sus interlocutores, sin opiniones sesgadas ni que se sintieran juzgados.
  2. La mayéutica: Es la habilidad de dar a luz a las ideas que ya están en la mente del interlocutor, lo que hace que las personas sean protagonistas al encontrar respuestas que no percibían.
  3. La aporía: Es el momento en que las certezas se derrumban y el interlocutor se encuentra en un estado de duda constructiva.

Al enfrentarnos con contradicciones e incidencias de nuestras creencias, donde el interlocutor se da cuenta de lo que no sabe lo suficiente, se abre la puerta a nuevas posibilidades para el genuino aprendizaje, como, por ejemplo, la calidad de la educación y la formación en valores.

Si vivimos en una época que nos ahoga la información, ciertamente las conversaciones están dominadas por la brevedad, la generalidad y la aproximación de ideas. Es indispensable combatir la superficialidad de las ideas que nos rodean y recuperar la profundidad, y poder reflexionar por nosotros mismos.

Debemos detenernos a examinar nuestras creencias, cuestionar nuestras suposiciones o especulaciones, que muchas veces aceptamos sin pensar.

Por ejemplo, en un debate actual sobre la validez de la inteligencia artificial o la aplicación de la ética laboral sin un pensamiento crítico, esos problemas o sus soluciones nos producen ansiedad, estrés y depresión. ¿Qué piensa usted, mi querido interlocutor?

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