13 marzo, 2025

¿Un barrio chino en el centro de Guayaquil?

Como idea es mala y como ejecución, peor.

Hace muchísimos años, los chinos ingresaban al Ecuador ilegalmente, escondidos en barriles. Fue el Dr. José María Velasco Ibarra quien los autorizó a ingresar al Ecuador, con la condición de que se dedicaran a la agricultura. Les entregó extensos terrenos en los alrededores de la ciudad de Quevedo.

Algunos chinos se dedicaron al cultivo del banano, tuvieron mucho éxito y llegaron a ser grandes exportadores de banano. Otros, en cambio, se dedicaron a la cocina de alimentos, que agradaron a los quevedeños, además por sus bajos precios.

Posteriormente se trasladaron al centro de Guayaquil, por las calles Colón, Sucre, hasta la calle Pichincha, y allí establecieron sus fondas de comida, que igualmente agradaron a gente del sector céntrico, incluso de otros lugares de la provincia del Guayas.

Uno de ellos tuvo tal éxito económico que fue nombrado cónsul de China en Guayaquil, y luego estableció la gran chifa «El Dragón Dorado» en la Avenida Carlos Julio Arosemena Tola, donde actualmente están las instalaciones del diario Expreso.

El dueño de esta gran chifa terminó trágicamente su vida. Desconozco las razones.

Los primeros chinos que se establecieron con sus fondas en Guayaquil eran cantoneses. Se adoptaron muy bien a la ciudad, sus hijos se educaron en el exterior y llegaron, algunos, a ser grandes profesionales, tanto de la ingeniería como de la medicina.

Los actuales chinos, que han establecido sus comercios en las calles Sucre y Colón hacia la calle Pichincha, son oriundos de la China de Mao. Recordemos que, en los laboratorios de una ciudad china, experta en el estudio de bacterias, se «escapó» una de ellas, y coincidiendo con la celebración del Año del Dragón, contagiaron a los extranjeros que fueron de turismo a esa celebración, y éstos, a su regreso a sus países de origen, contagiaron al resto del mundo.

Por otra parte, estos chinos de la China de Mao comen toda clase de insectos rastreros, de suerte que vendrían a enseñarnos costumbres contrarias a las normas de salud de los ecuatorianos.

Si tanto añoran su patria, ¿por qué no se regresan y se sentirán felices en casa?

Aquí, en la ciudad de Guayaquil, ni en el Ecuador, tienen cabida con el propósito que pretenden realizar.

Ya es hora de que nuestro alcalde Aquiles se deje de bufonadas.

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