Un poco extraño el tÃtulo, ¿verdad? Y nos pone a pensar: ¿cómo asà el amor nos da una oportunidad para seguir viviendo? Sabemos que nuestro pensamiento es fuerte y casi siempre nos depara muchas sorpresas.
El amor es un sentimiento que se caracteriza por ser comprometido, maduro y responsable. Amamos a la persona que se cruzó en nuestro camino, y continuamos con ella en las buenas y en las malas. Como dice la persona que nos casa: «Hasta que la muerte nos separe.»
El amor se caracteriza por el respeto y el afecto, los cuales nos ayudan a tener un verdadero equilibrio y libertad. Este amor maravilloso entre dos personas se proyecta hacia los hijos, porque los consideramos la prolongación de nuestra existencia.
Maravilloso es el amor, y bendito sea. Pero, ¿hemos pensado alguna vez en amarnos a nosotros mismos con toda la fuerza que tenemos en nuestro ser?
Poder llegar a amarnos tanto que este amor logre ayudarnos a curar alguna enfermedad que nos está carcomiendo por dentro. Podemos hacerlo y soportar cualquier enfermedad.
CorrÃa el año 2010, y estando de viaje en la ciudad de Lima, empecé con dolores espantosos en la columna. Como estaba de visita en casa de mi hijo, él se preocupó mucho y me llevó inmediatamente al médico, pero como se dice en el argot popular, no dieron con lo que tenÃa.
Viajamos enseguida con mi hijo a Ecuador. Y ahà empezó mi tortura y angustia.
Después de muchos meses en el hospital, de muchas resonancias y de ver muchos médicos cerca de mÃ, apareció el problema: cáncer en la columna.
Terribles malestares, angustias y lágrimas.
Cuando supe que tenÃa cáncer y que estaba a punto de apoderarse de mi médula espinal, y al saber que, al suceder eso, quedarÃa inválida, se apoderó de mà una angustia y un dolor tan grande que no podÃa controlar.
Pasó el tiempo, y un doctor maravilloso me operó. Los dolores desaparecieron, pero no podÃa caminar ni mover los brazos, debido al tiempo que pasé acostada, sin caminar, que fueron meses.
¿TendrÃa que usar silla de ruedas siempre? ¿Por poco tiempo? No lo sabÃa.
¿Saben lo que hice? El primer paso fue: no odiar la enfermedad ni criticarla. Empecé a amarla con todo mi ser, ¿y saben por qué hice esto? Para poder sacarla de mà y tener la fuerza necesaria para aceptar el tratamiento: quimioterapia, inmunoterapia y, luego, las temidas radiaciones.
Jamás me enojé, jamás grité ni odié ni al cáncer ni las medicinas que debÃa ponerme. Al contrario, iba feliz cuando tenÃa que ponerme la quimioterapia.
Durante tres años fui al hospital a ponerme quimioterapia e inmunoterapia, cada veintiún dÃas. Luego me tocaron las radiaciones. Iba a Solca muy contenta y feliz, siempre en silla de ruedas.
Recuerdo que me ponÃa sombrero porque me dijeron que con la quimioterapia se me caerÃa el pelo. Curiosamente, jamás se me cayó el pelo.
Con el tratamiento, que los enfermos de cáncer debemos aceptar, me di cuenta de que el ser humano es poderoso y puede sobreponerse a dolores, angustias y a las terribles enfermedades que rodean el mundo.
Jamás me quejé, aprendà a conocerme y amarme tal como estaba. Cada vez que tenÃa las sesiones me arreglaba como si fuera a un compromiso, y claro, iba a un compromiso conmigo misma, para poder vivir. Yo lo sentÃa asÃ. Me sentÃa feliz.
El amor es tan fuerte y poderoso que hace que las enfermedades se alejen. Es difÃcil amarse en las condiciones en las que me encontraba, pero lo logré.
Más aún cuando en tu entorno tienes seres que te aman, te cuidan y te protegen. Doy gracias a Dios, porque ese fue mi caso: mi esposo, mis hijos, mis nietas, y amigos que en esos momentos fueron como familia.
Para no alargar más la historia, les contaré que logré dejar la silla de ruedas. En la actualidad, uso bastón y camino, bajo y subo escaleras, etc. Estando enferma, me puse a escribir. Siempre me gustó hacerlo, y estando en silla de ruedas me dediqué a leer más y escribir relatos, sueños y más sueños.
Lo primero que escribà fue sobre el cáncer, y seguà escribiendo. Además, el Reiki me dio tanta fuerza en mi vida que, durante muchos años, la pensaba destruida, pero me ayudó a vivir otra vez. Y aquà estoy, viviendo con alegrÃa y amándome más cada dÃa.
Tenemos que pensar que siempre hay que ser positivos, demostrar que somos fuertes y que el cáncer ni ninguna enfermedad nos vencerá.
No hay que olvidar nunca que el amor que debemos sentir hacia nosotros mismos es lo más importante, porque nos ayuda en todo para continuar la lucha.
Cuando ya me dieron el alta, sentà que estaba en una nube rosada y no querÃa descender de ella. Pero cuando toqué tierra, el amor hizo que mi espÃritu se mantuviera tranquilo y en paz, sin odios a nadie ni rencores.
Cuando sentà la necesidad de pisar el suelo (porque en el fondo ya lo habÃa pisado), tuve la necesidad de saber que mi lucha recién comenzaba. Me asusté, pero ese Dios maravilloso que no nos abandona me dio la fortaleza suficiente para seguir en el camino de la vida.
Ahora termino diciéndoles: Cuando estén enfermos, o si hay algún familiar con problemas, denle amor, no lo dejen solo, no permitan que se deprima.
Tengo que confesar: todavÃa siento que estoy en la nube, pero entonces me levanto, camino y mi espÃritu se vuelve más fuerte. Tengo la necesidad de asumir mi dolor con amor y saber que tengo que volver a empezar.
Este escrito está dedicado a todas las personas, no solo a los que están enfermos, sino también a los sanos, para que aprendan a mejorar su condición de vida. Que piensen un ratito en ese Dios maravilloso que nos protege siempre y demos GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS por la vida que nos tocó vivir.
Que viva el verdadero amor. Amándose a sà mismo, y de esta forma, poder amar a la humanidad.