2 marzo, 2025

¡Buscar tu rostro!

Cuando un joven, una joven se miran al espejo ¿qué ven? ¿Será que se queda en la belleza o apariencia externa? ¿Será posible ver la belleza de su ser que refleja su mirada, su sonrisa, su rostro, que desvela su corazón? Belleza del ser que se valora en sus sueños y esperanzas.

 ¿QUÉ ESPERA UN JOVEN? ¿Será un futuro mejor? ¿será llenar el vacío de su corazón? ¿será descubrir el sentido de la vida, de la bondad, verdad y belleza profunda? La sociedad actual no tiene muchas razones para la esperanza, cuando los indicadores de violencia, de muerte, son altas. En nuestro Ecuador el mes de enero 2025 cada hora se mataba a un hombre, mujer o bebé no había consideración ni respeto para nadie. ¿Qué esperanza tienen los deportados por el señor Trump, como criminales, no importa si lo son o no, lo que importa es que estorban hay que esposarlos, encadenarlos y expulsarlos? ¿Qué esperanza tiene un bebé en el vientre de su madre joven, bella, popular y estudiante? Muchos aducen el derecho a la autonomía, entendiendo hacer con mi cuerpo lo que yo quiero. ¿Qué esperanza tiene el pobre que le toca elegir candidatos? ¿será otra manipulación más o conformarse con la miseria de una gorra, camiseta o canasta? 

¿Hablar de esperanza es una utopía o una realidad? El poeta francés Charles Peguy nos da una pista: “nos dice que Dios no se asombra por la fe ni por la caridad de sus devotos, sino por su esperanza. La esperanza de la gente es lo que realmente le llena de maravilla y asombro. Que los pobres hijos vean cómo van las cosas hoy y que crean que irán mejor mañana es uno de los actos de esperanza que mueve energías y corazones”.

La esperanza cristiana se basa en el amor real y concreto de Dios en nuestras vidas, no en nuestros meros deseos o anhelos. La esperanza de Dios, no defrauda (Rom 5,5). Es la seguridad de algo que ya está y es nuestra salvación. La vivimos en el camino de la vida y, al final, tendremos el encuentro definitivo con Dios. 

Un símbolo que puede representar esta esperanza real y contra toda desesperanza es la de un ancla y una vela del barco en medio de la tormenta. Es ancla cuya raíz está en la palabra y promesa de Dios hecha en Jesús. Es vela de barco, porque nos da seguridad de avanzar en medio de la tormenta, movida por el viento, la fuerza del Espíritu, que nos empuja para seguir remando mar adentro y no quedarnos en la orilla del confort y lo ya conocido. 

La esperanza que fomentamos, no se puede confundir con optimismo. “aprenda ingles en pocos días”, “tome esta pastilla y adelgaza”. “siga este camino y haga plata”. El optimismo es una actitud sicológica, que puede estar hoy, pero no mañana. Sería como un sentimiento pasajero de mejorar las cosas solo desde la voluntad. Es como creer que después de la tormenta viene la calma, pero con el clima eso puede suceder o no. No depende de mi mera voluntad el resultado. 

La esperanza es la certeza que saldremos adelante en medio de la tormenta, dudas y problemas. Es esperar algo que ya está dado no algo que esperamos que se dé. Decían unos obispos europeos (1999), que “el ser humano no puede vivir sin esperanza, su vida estaría condenada a la insignificancia, sería una vida insoportable”. 

San Pedro escribe que la esperanza cristiana es “una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera (1P 1,4). Ella sostiene el camino de nuestra vida, incluso cuando el camino se vuelve tortuoso y difícil, abre ante nosotros horizontes de futuro cuando la resignación y el pesimismo quisieran tenernos prisioneros; nos hace ver el bien posible cuando el mal parece prevalecer, nos infunde serenidad cuando el corazón está agobiado por el fracaso y el pecado; nos hace soñar con una nueva humanidad y nos infunde valor para construir un mundo fraterno y pacífico, cuando parece que no vale la pena comprometerse”. Es esa virtud que nos da fuerza para adentrarnos en la oscuridad de un futuro que parece incierto y nos impulsa a ser fuego que da calor y luz a la frialdad y oscuridad de la historia. 

Cuando te ves al espejo con esperanza, querido joven, ¿acaso, no ves tus sueños, tus gozos en tus logros, luchas, fracasos y proyectos? Somos seres en proceso, por eso somos caminantes, no está definido lo que somos hasta que no actuemos y descubramos las fuerzas ocultas de los ríos de aguas vivas que transcurren en el mar de nuestra vida e historia.

Este año, declarado EL JUBILEO DE LA ESPERANZA, el Papa Francisco, por quien estamos orando y esperando que sea lo mejor que Dios y su cuerpo quieran, buscaremos rostros concretos de esperanza para aterrizar en propuestas reales que nos ayuden a testimoniar la esperanza que nuestra juventud y sociedad necesitan. Un libro inspirador, que iremos resumiendo en algunos PARA TI JOVEN es, PAPA FRANCISCO, (2024), LA ESPERANZA NO DEFRAUDA, 2da Edición. Mensajero. España. 

 

PARA PENSAR

¿ES FACIL FOMENTAR LA ESPERANZA HOY
Claro que no, pero es necesario

¿ES LO MISMO OPTIMISMO QUE ESPERANZA?
El optimista fundamenta su deseo en algo externo, espera que pasa. La esperanza está más allá de la voluntad, en lo ya dado.

¿Qué MISMO ES ESPERANZA?
Es lo que nos sostiene en el camino de la vida 

 

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