Pongamos en contexto el tema de suma importancia para la segunda vuelta electoral:
El sistema de segunda vuelta electoral en Ecuador, en el papel, busca garantizar que el binomio presidencial electo cuente con un respaldo mayoritario. Esto fortalece la legitimidad democrática si no vuelven a meter la mano en el conteo de votos, permitiendo a la ciudadanía elegir entre las dos opciones con mayor apoyo en la primera votación, considerando que existen más de un millón de votos por conquistar que no son endosables.
Todo está calendarizado
- El debate presidencial: Se realizará el 23 de marzo de 2025, donde los candidatos expondrán sus propuestas.
- La campaña electoral: Iniciará el 24 de marzo de 2025 y culminará el 10 de abril de 2025.
- Silencio electoral: Desde el 11 de abril de 2025 hasta el día de la votación, el 13 de abril de 2025.
La calidad del debate
Lo que preocupa es la calidad del debate, sin caer en el baratillo de ofertas que escuchamos en la primera vuelta, porque es muy bien sabido que la clase política de Ecuador está seriamente cuestionada, que vive de lo que le quita al sector privado.
Un político no tiene idea de lo que es la política pública integral en función de país, porque sencillamente el político no produce, no genera trabajo, no monta fábricas, no optimiza producción, no tiene buenas ideas debidamente financiadas, solo incrementa burocracia, etc.
En definitiva, el debate no debe ser una guerra de caníbales políticos, debe buscar acuerdos mínimos, sustentables, que establezcan un marco jurídico claro, cambiando la actual Constitución hiperpresidencialista que impide la gobernabilidad y gobernanza, en un debate de altura, que busque generar empleo, recuperar el tejido social y atraer inversión extranjera directa, defienda la dolarización, cambiando el sistema económico rentista.
Quien enfrente estos temas en el debate definirá el voto de los indecisos, votos nulos, del sector indígena permanentemente relegado, del joven que busca empleo y del viejo que aspira protección social.
Ese será el candidato ganador, sin mirar nuestras simpatías o antipatías por Luisa o Daniel, ni tampoco es válido el voto emocional. Lo demás es cuento y demagogia pura para llegar al poder por el poder.