10 marzo, 2025

Ser y hacer

El ser se construye, se forma.
El hacer pone en manifiesto al ser.

Anoche tuve un sueño. Observaba que mi ahijado de 11 años empezaba a hacer pasantías laborales en diferentes empresas. Me enorgullecía al ver su inteligencia y capacidad, pues hacía algo poco usual para alguien de su edad, en lugar de dedicar su tiempo a jugar fútbol, estudiar, o simplemente vivir su infancia. Claro que hay todo tipo de infancias, me queda claro. He conocido personas que empezaron a trabajar desde pequeños, como uno que pagó todos los gastos de su primera comunión de lo que obtuvo de la venta diaria de helados. O como muchos otros menores que se ven obligados por las circunstancias a no vivir su infancia con todos los derechos que les corresponden.

Y aunque la intención de este texto no es juzgar, sino reflexionar, aterrizo la esencia de ese sueño con una frase que saltó de mi boca en el mismo sueño: el niño está en su tiempo de ser, de construir ese ser, para después hacer. Si esas pasantías a la que supuestamente este pequeño iba en mi sueño, ayudaban a la construcción de ese ser, es una experiencia que suma calidad. Entonces comprendí la labor de un tutor en una pasantía. Ese tutor, con experiencia en guiar, ayudará al pasante a aterrizar cada quehacer en un aprendizaje del ser.

Porque pasar papeles o limpiar la alfombra, es una tarea robotizable. No solo que cualquiera lo podrá hacer, sino que encima de eso en el futuro ya casi nadie lo haría. Es por eso que esa mínima tarea de pasar papeles, limpiar alfombras, servir café, cortar cartulinas, o cualquier cosa que se le asigne a un pasante, si viene acompañada de una voz que pregunta, que reflexiona, cuestiona e invita al pasante a pensar, va a tener mucho valor.

En la vida nos cargamos de quehaceres que llegamos a hacer de modo mecánico e inconsciente, con la facilidad de olvidar lo que hicimos ayer o la semana pasada. Y entonces viene el vacío, porque en el hacer perdimos el sentido del ser.

Mientras tanto, el ser pierde fuerza e identidad ¿será posible que el ser pierda identidad? Fue otra pregunta que saltó en mi sueño. ¿O quizá la debilite tanto que pueda empezarse a moldear con otra identidad más fuerte? ¿La del amigo, la del jefe, la del líder?

Ser y hacer no son lo mismo ni van de la mano necesariamente. El ser se encuentra en el silencio, en esos momentos que duda de su día vivido, de sus decisiones tomadas o por tomar. Porque la conciencia ha tocado a su puerta y lo ha hecho notar que su hacer ha perdido contacto con el ser.

Llevado a la práctica, el ser que ama lo bello y lo perfecto, no puede hacer un trabajo a medias y dejarlo feo. Lo hará lo mejor posible hasta lograr lo que para el ser es bello y perfecto.

Un ser que encuentra la felicidad en el compartir, no puede hacer cosas para su único beneficio. Buscará la manera de que su obra beneficie a muchos más que a sí mismo.

¿Utopía o realidad? También saltó esa pregunta en mi sueño. Para quien perdió contacto con su conciencia y juzga a los demás con la misma vara, es una utopía. Pero para quien trabaja en ser una mejor versión de sí mismo cada día, es posible. Y pensará que otros también lo pueden lograr, porque también juzga desde su perspectiva.

Nos vemos diariamente ahogados de quehaceres, pero en cada uno está encontrar el aprendizaje para el ser. Desde niños, con pasantías o con vacacionales. Los adultos que les acompañamos podemos ser esos tutores que aterricen los aprendizajes y aportemos en su formación.

Porque ser sin hacer es tan incompleto como hacer sin ser.

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