Que un amigo decía que se había vuelto viejo y su vida estaba por terminar. Como lo quiero mucho me dejó pensando mucho.
Recuerdo que siempre fui feliz; hecho solo aquello que he querido hacer. Usando mi memoria busqué mis épocas malas y no las pude encontrar.
Fui criado por dos padres amorosos y muy demostrativos de su amor por mí. Siempre me dijeron lo mucho que me amaban. No solo me lo verbalizaban, sino que constantemente me lo demostraban con acciones y sus infinitas muestras de ternura.
Ternura… esa fue la mayor fortaleza que me dieron.
La mayor fortaleza del hombre es el amor.
He vivido con inteligencia y pasión. Siempre disfruté la consecuencia de mis inalcanzables sueños. Mientras más imposibles eran, más posibles fueron para mí.
He sido un adicto al peligro. Mi mayor incentivo era el riesgo que corría frente a lo que debía hacer.
He vivido mis sueños construyendo realidades diarias. Jamás creí en la existencia del futuro, ni de un pasado que jamás regresará.
Cuando alguien habla de sus antiguos logros y siempre repite lo mismo, estamos en presencia de un fracasado que se quedó estancado en la pequeña Gloria que le dio su efímero pasado.
La vida debe ser vivida con intensidad. Es única y maravillosa. Es tan corta e impredecible que en lo indescifrable de su misterio, se encuentra lo hermoso de su precioso gozo.
Disfrutando las pequeñas cosas se encuentran las más grandes recompensas.
En el beso de una hija me encontré con Dios.
Soy un hombre plenamente realizado en lo esencial de su camino recorrido. Un loco enamorado de vivir, que vive enamorado del amor. Por eso mi querido hermano, mi vida no ha terminado todavía; recién acaba de empezar.
No cuentan los años de tu vida sino la vida que le hayas dado a tus años…