Gracias a mi Dios y a la Virgen Dolorosa del Colegio Javier de Guayaquil, por haber iluminado al médico y cirujano que me operó, el Dr. Leonardo Harb. Gracias al Padre Juanito, regente de la Iglesia Redonda de Urdesa y miembro de los Sacerdotes Imitadores de Cristo, quien me confesó y me dio la unción de los enfermos. Gran personaje, (regalo de mi nuera Catalina, por mi cumpleaños).
Gracias a mi hermano que me envió a su representante personal, mi sobrina Vanesa, con el mensaje de que regrese al lugar de nuestros encuentros cuando esté bien y sano.
Gracias a aquellos primos, sobrinos, parientes y empleados, amigos y amigas, que me ofrecieron todo el tiempo su ayuda, su aliento y su entusiasmo antes y después de mi operación, y a aquellos que aumentaron el número de velas al Cristo Rey, para “curar” a este “enfermito”.
Gracias a aquellas/os amigas/os que en el exterior se preocuparon por mi salud y rezaron por mi recuperación. Gracias a ellas ya soy “famoso” en muchas ciudades del Ecuador, de los EE. UU. y de Europa.
No se trató de una operación sencilla. Me eliminaron la mitad del colon (90 cm). El médico y cirujano Dr. Harb me indicó que con el tiempo esa parte del colon suple la ausencia de la otra mitad.
Gracias a los médicos/as, doctores/dras., licenciadas/os, enfermeras y aprendices que me atendieron con tanto cariño y solvencia en sus conocimientos.
En fin, gracias a todos/as aquellos/as parientes, amigos/as y conocidos que me enviaron mensajes de aliento, antes y después de esta operación.
Gracias especiales, especialísimas, a mi esposa, que durante 15 días me atendió de día y de noche, en la clínica, y lo sigue haciendo ahora que ya estoy en casa.
Pero, en fin, pese a todas sus oraciones, les pido que sigan rezando por mí. Gracias una vez más.