Todas las palabras, en general, tienen un significado particular. La palabra abundancia suele asociarse con la posesión de muchas cosas materiales en grandes cantidades. Como concepto, ese podría ser su significado más común, pero en realidad va más allá de lo meramente económico.
Las personas que viven en abundancia también disfrutan de muchos privilegios que, en ocasiones, pueden alimentar su ego. No está mal tener abundancia de dinero y bienestar material, ya que esto puede generar un agradable estado de confort personal y familiar. Sin embargo, es importante recordar que no solo el dinero o las posesiones hacen a una persona o a una familia verdaderamente importante.
Debemos tener presente que el comportamiento, la forma de tratar a los demás, la gentileza y la amabilidad, también hacen grande a una persona. Muchas personas han acumulado riqueza a lo largo de su vida gracias a su esfuerzo y trabajo, pero no poseen el don del buen trato hacia los demás.
A menudo se escucha decir: «Esa persona nada en abundancia», refiriéndose a una familia que goza de una posición destacada en la sociedad, especialmente cuando le sobra el dinero. Pero no siempre es así. La abundancia también puede manifestarse en otras formas: una abundancia de fe, por ejemplo, permite vivir con un espíritu fuerte y elevado.
También se puede tener abundancia de conocimientos, lo cual abre las puertas al triunfo gracias a la inteligencia y la preparación. Asimismo, una persona puede poseer abundancia de energía, lo que le permite desenvolverse con entusiasmo y vitalidad en todos los aspectos de la vida.
La abundancia no consiste únicamente en atraer dinero y llenarse de él. Para sentirnos verdaderamente prósperos, también debemos atraer a nosotros sentimientos de gratitud y amor, y aprender a valorar todo lo bueno que hemos alcanzado a lo largo de nuestra existencia.
Es cierto que una gran cantidad de bienes, dinero y cosas materiales puede brindarnos satisfacciones, pero necesitamos aprender a evaluarlas y darles el valor justo. No podemos conformarnos solo con haber logrado comodidades o con tener un «nombre» que consideremos superior al de los demás. Tenemos que agradecer con sinceridad el camino de bienestar que nos ha tocado recorrer en esta vida.
Debemos ser agradecidos por todas las cosas buenas que nos suceden. Agradecer nos fortalece y nos llena de vitalidad para seguir triunfando en la vida y alcanzar nuestros deseos.
Cada día de nuestras vidas debemos ser gratos: por lo que tenemos, por lo que nos está llegando y por lo que aún está por venir. De esta forma, atraeremos más abundancia en todas sus formas. Y muchas veces, esa abundancia llegará sin que siquiera nos demos cuenta.