26 abril, 2025

No más frustraciones

El tema electoral ha terminado, los ecuatorianos ya conocen quién gobernará a partir de mayo próximo y hasta el mismo mes de 2029. El binomio perdedor desconoce el resultado. La campaña y la elección deja heridos y contusos políticamente, enemigos irreconciliables y temporales, familias fracturadas y así por el estilo, pero, lo más trascendente es que este proceso ha concluido, aunque por tiempo indeterminado seguirán los cuestionamientos. Quizás en ningún momento la disputa alcance niveles indeseables, y oportunamente el Consejo Nacional Electoral zanje el enfrentamiento proclamando oficialmente al triunfador.

El Ecuador y su población atraviesan por una situación difícil y compleja para resolver prontamente, como se quisiera. Como país no es percibido bien por la comunidad internacional debido a una incuestionable inseguridad jurídica; la impunidad manifiesta en la administración de justicia, atemoriza; la corrupción en el sector público y también en el privado, alerta; y, la instalación de la delincuencia organizada, asusta y aleja. Mientras, la población en general sufre, como siempre, todas las pésimas consecuencias, agravadas por la escasa seguridad ciudadana, el desempleo, las carencias en la salud pública y la educación, la desatención a los sectores vulnerables, la burocracia dorada e indolente, el mal manejo del IESS, la vialidad, las eléctricas y Petroecuador, etcétera. En ambos casos, son solo ejemplos de dominio general y dibujan un paisaje desalentador.

El nuevo gobierno no la tiene fácil. Más allá de que la oferta electoral haya dejado la sensación de que todo puede resolverse pronto y que, por tanto, un periodo de progreso y de bienestar se avecina, eso no es verdad. Claro, cada elector votó, por quienquiera que haya sido, esperanzado en un país mejor y porque su situación mejore en todos los órdenes porque, ahora mismo, la está pasando muy mal. Esa esperanza, no obstante, no merece ser dinamitada y desaparecida, sino, ciertamente, alimentada con una gestión inmaculada en cuanto al manejo de los dineros públicos, acertada y oportuna en la atención a los sectores más desprotegidos, priorizada en los asuntos del gran interés nacional y que debe brindar reales satisfacciones.

Los mejores propósitos pueden cristalizarse si el interés particular se queda sin espacio, si el ejercicio democrático se traduce en respeto a la Constitución y a la independencia de poderes, si las libertades humanas tienen desenvolvimiento pleno, si las relaciones internacionales son las adecuadas, si la oposición política actúa patrióticamente, si las fuerzas del orden se depuran, si la burocracia deja de ser inconsecuente, si el empresario privado hace país y no solamente plata, si la población arrima el hombro, se empodera y se convence del sentido de pertenencia de su país.

Parecería que es pedir demasiado, sin embargo, sólo es lo que debe hacer un gobierno y un pueblo responsable y honrado. La oportunidad ha sido otorgada en las urnas, es el momento de aprovecharla al máximo y demostrar que el Ecuador no es un país fracasado, que es un país que ha iniciado el gran arrumbamiento por el sendero del desarrollo, del bienestar.

1 comentario

  1. Nací y pasé los primeros veintinueve años de mi vida en el Ecuador. Sus falencias y limitaciones las conozco una a una.

    Sí, es pedir demasiado.

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