Muertos en vano
Por una bravuconada, una necedad sin destino, por insistir en daños a grupos de personas sin mayor provecho nacional, más bien obteniendo un perjuicio, se precipito la insubordinación del 30 de septiembre.
Las personas no estúpidas, pero engañadas, subestiman siempre el potencial nocivo de los necios.
Dicho de otro modo: Siempre existirá alguien capaz de elegir entre los trece millones de ecuatorianos, justamente al emperador del trinque, al auto designado comendador y gran maestre de la repetición de errores pasados; para, a su diestra, pontificar sobre la humana miseria mientras la causan.