A propósito del carnaval, dice el diccionario en una de sus acepciones que es también una reunión “muy alegre y ruidosa”, tal como lo fue el voto electrónico en la provincia del Azuay. Hace un par de semanas escribí un artículo titulado “Voto electrónico”, en el que manifestaba que las cartas respecto a este novel sistema estaban echadas y que muchos estaríamos atentos a determinar si el famoso voto electrónico logró su cometido o fracasó en el intento.
Una vez culminados los comicios es una obligación moral referirme a ese significativo proceso: fue un éxito, por la seguridad en el procesamiento de las actas de escrutinio y la rapidez con la que se entregaron resultados a la ciudadanía; fue incluyente, porque garantizó la votación de personas con discapacidad; y, finalmente, fue intercultural porque por primera vez, en la noble provincia azuaya, los pueblos indígenas pudieron sufragar en idioma quichua.