Hoy que no es hoy mi cerebro ha decidido dejar de alucinar y me ha permitido ver la realidad tal como es, entonces estoy viendo caer miles de flores anaranjadas, rojas y lilas dando inicio al carnaval de la vida. Caen al piso y se convierten en alfombras que la gente recoge para embellecer las paredes, techos, cocinas y dormitorios. Las flores en las calles cayendo desde un cielo verde vivo, verde que te quiero verde, verde amor, verde olvidos, llenan de perfumes los ambientes y los espacios que nos trae el tiempo preciso que aquí ha desaparecido.
No hay ni existe el tiempo, en las calles no hay relojes que le recuerden a la gente que tiene un tiempo que cumplir y vivir. De todo lo que existe nada recuerda al tiempo, entonces no hay ansiedad, no hay temor, no hay miedo y no hay dinero. Todo lo que existe está para ser disfrutado, todo trae gozo, plenitud y serenidad. La vida sirve para ser vivida y nada más, no hay que pagar nada, ni orar a nadie ni a nada. No hay padres nuestros ni salmos rojos ni santos ni demonios. Es más, nada es santo, TODO ES y nadie sabe cómo es, cuánto es, por qué es y sí es para siempre. La gente nace y muere viviendo lo que quiera y donde quiera, sin embargo no somos reyes ni tiranos, cada cual es gozoso, sin culpas ni rencores. Como no hay pasado ni futuro solo existe el presente, ahora, aquí y ese es el único motivo para vivir, estar aquí y olvidar las deudas. No hay juicio ni gente juiciosa.