Aguardiante de Ajíes
Siempre terminamos llegando a donde nos acogen, a donde nos esperan. Se trata de la esperanza. De comprender que vivir es bueno. Que hay un sitio donde protegerse: de la lluvia, de la nieve, del sol inclemente, de la noche que nos trae fantasmas y bruma. Es una invitación a caminar: yo camino, tú caminas, todos caminamos y nos encontramos en el camino.
Es mirar adentro, centro de todo lo que nos pasa. La esperanza de ver morir el conflicto y ver nacer la alegría de las nuevas oportunidades. En la mañana yo espero que al nacer el nuevo día, el nuevo tiempo traiga la solución de algunas cosas y en la noche ya no espero lo que no pudo pasar en el día. Empiezo y termino, estoy vivo para el ahora, vivo para el momento, existo despierto, para existir y cantar, bailar, el gozo de decir: “te amo”, para aceptar que mi muerte también esta ocurriendo ahora, que la muerte nos pasa al otro y a mí, que trae la despedida del conflicto y de la alegría.