18 abril, 2025

Que orgullo ser guayaquileño.

Quiero dejar atrás mis quejas por el pésimo servicio que recibí con mi esposa en Quito el mes de diciembre del año anterior, en una tradicional pizzería que se jactaba de cumplir más de 25 años de existencia, o del dolor de cabeza que pasamos buscando donde parquear para poder merendar en un restaurant o que te atiendan con un mínimo de respeto y decencia en Salinas en este feriado, porque ayer, aunque lo que sucedió fue una tragedia para quienes vivían en ese predio, me dio un hálito de esperanza, y me permitió vislumbrar, que unidos se puede franquear cualquier barrera, y que en los instantes de penuria, los guayaquileños somos solidarios y nos convertimos en una sola persona, en la búsqueda del bienestar para los hermanos más necesitados.

L. F. C.

Llevo varios días queriendo escribir esta pequeña entrega, pero cada tecla que digito me provoca un torbellino de gratos recuerdos, que no me permiten continuar, y del título de este artículo, no me sale una palabra más sin que rueden por mis mejillas unas lágrimas, por quien tuve la suerte y el honor de conocer, y quien con sus sabias ideas y enseñanzas, me inculcó que nuestra meta debe estar más allá de nuestros intereses personales, que nuestra meta, debe ser siempre velar por el bienestar de los más necesitados.

Conocí al “Presidente”, como cariñosamente le decíamos, durante sus dos períodos al frente de la Alcaldía de Guayaquil, cuando en una verdadera “revolución”, cambió el sentimiento de la ciudadanía, hacia el antiguo Guayaquil; elevó nuestra autoestima, y pasamos de ser meros habitantes de esta urbe, a decir con orgullo y altivez soy “guayaquileño madera de guerrero”.

Yo también soy limosnero

Es extraño, pero parece que los defensores de este desgobierno por épocas y en hordas bien organizadas, se quieren apoderar de cuanto espacio informativo tengan a su alcance, para, emulando a sus mentores, pretender descalificarnos, por el simple hecho de no estar de acuerdo con la cadena de sinvergüencerías, arbitrariedades y abusos, que se siguen cometiendo, desde que en la ya frágil democracia ecuatoriana, asumió el poder un personaje, que en vez de investirse con el poder presidencial que le fue conferido, adoptó una postura de “soberano”, y confundiendo.

La majestad de su cargo, con el cargo de “su Majestad”, pretende subyugarnos a todos los de este País a que obedezcamos sus edictos y disposiciones, como si Ecuador hubiera cambiado de su sistema presidencialista, al de monarquía autocrática, a la orden del nuevo dueño de la comarca.

¡Tú, nunca haces nada!

Me comentaba mi hijo Francesquito, durante el desayuno familiar dominical, que el instructor de beisbol de su escuela, les increpaba con la frase ¡Tú, nunca haces nada!, a los niños que luego de hacer alguna travesura, típica de la edad por la que están atravesando, se querían “lavar las manos”, y bajo cualquier pretexto, incluso los más absurdos, le insistían al “profe”, que ellos no eran los culpables de las incorrectas acciones que se les estaba imputando.

Dèjá Vu

Se denomina Dèjá Vu (del francés “ya visto”), a esa extraña sensación de que una determinada situación, ya la hubiéramos realizado, o que la misma, ya la habríamos vivido en tiempos anteriores al presente; puedo comentarles como dato estadístico, y conforme a lo que he revisado en la Internet, que se habla de que aproximadamente un 60% de las personas, en especial entre la edad de los 15 hasta los 25 años, han tenido en su vida, la sensación de haber sentido al menos una experiencia Dèjá Vu.

La Caja de Pandora

Según la mitología griega, Pandora fue la primera mujer, hecha por orden del Dios Zeus, como parte de un castigo a Prometeo, por haber revelado a la humanidad el secreto del fuego; Prometeo advirtió a su hermano no aceptar ningún regalo de los dioses, pero este, no lo escuchó y aceptó a Pandora, enamorándose de ella y finalmente tomándola como esposa; hasta ese entonces, la humanidad había vivido una vida totalmente armoniosa en el mundo, pero Pandora por curiosidad abrió una caja que contenía todos los males conocidos, liberando por tanto, a todas las desgracias humanas.

Sinvergüencería Constitucional

Llevamos tan sólo una semana de nueva Constitución, pero su majestad y los serviles del poder, ya nos han metido 4 goles a todos los ecuatorianos; comenzaron con la elección a dedo de los miembros del Consejo Nacional Electoral, y el Tribunal Contencioso Electoral, dentro de los cuales existen amnistiadas, ex miembros de Gobiernos anteriores, personajes afines al régimen, y ex directivos de partidos políticos, pero como son de tendencia de izquierda y defensores de la revolución ciudadana, tal cual lo mencionara con la cara de tuco que los caracteriza a los miembros del M.P.D., el asambleísta Escala, no hubo el más mínimo problema en su ilegítima designación.

El voto facultativo, y el caos electoral.

En la presente semana se publicará en Registro Oficial, y por ende se constituirá a nivel nacional el “mamotreto de Montecristi”, en nuestra vigésima Carta Magna desde la primera que fuera redactada en Riobamba en 1830, y que designara al general venezolano Juan José Flores, primer Presidente Constitucional del Ecuador.

No soy parte de la mayoría, soy parte del más del tercio de ecuatorianos que rechazamos el “mamotreto”, pero en mi caso como demócrata convencido, acataré dichas disposiciones, no sin antes expresar mi malestar por el contenido de nuestra Constitución ya en vigencia, por considerarla en su gran mayoría etérea y demagógica, y en muchos casos híper presidencialista como en abundancia se lo ha explicado por este medio, en variadas entregas de algunos articulistas, dentro de los cuales me incluyo.

Guayaquil, y los síndromes de Peter Pan, Wendy y Robin Hood

Guayaquil, grande y hermosa, libre y solidaria, acaba de cumplir 188 años de su gesta libertaria, donde valientes y visionarios personajes, de la talla de Olmedo, Febres Cordero, Villamil, Vivero, Antepara, Lavayen, Elizalde, Roca, Escobedo, Ximena y otros, tomaron la decisión de liberarnos del yugo administrativo, económico y militar, al cual estábamos sometidos por la Monarquía española, dando como resultado, la soberana e independiente Provincia Libre de Guayaquil; hasta que por golpe militar, (según lo descrito por algunos historiadores), forjado por el autoproclamado Jefe Supremo de la Provincia, general Simón Bolívar, desconociendo el Gobierno de José Joaquín de Olmedo, de manera oficial el 31 de julio de 1822, se anexa Guayaquil a la Gran Colombia.

A trabajar, Señor Presidente

Concluyó el proceso del referéndum, los resultados fueron los previsibles, el señor Correa se adjudicó una nueva victoria con casi el 64 % de la votación y el otro 36 % de ciudadanos rechazamos un proyecto engañoso que en los próximos días se convertirá en nuestra vigésima Carta Magna.

Para mi entender, y considerando el exagerado gasto que por concepto de publicidad electoral “disfrazada” montó el Gobierno con nuestros dineros en torno del mamotreto de Montecristi, los resultados no les han sido totalmente favorables; sólo tres (3) provincias de las veinticuatro (24) han sido completamente fieles al ciudadano presidente…

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