En la última década, la importancia de la responsabilidad social de las empresas y
empresarios nos llegó con fuerza desde el exterior y se impuso en el sector
privado ecuatoriano, en poco tiempo surgieron expertos en la materia dedicados a
vender sus servicios a las empresas y en centros de estudios se dedicaron a
enseñar el tema. La ISO estableció la norma 2600. En este lapso se han publicado
numerosos libros y centenares de artículos en revistas. En el 2009 la revista
empresarial EKOS con sede en Quito, publicó la Memoria de Responsabilidad
Social Empresarial. El autor ha sido invitado a foros sobre el tema.Si en Google, el
buscador de Internet, se escribe Responsabilidad social corporativa, aparecen
nueve millones de resultados.
Daría la impresión de que ser responsable frente a la comunidad es algo nuevo en
el sector privado, un producto del pensamiento empresarial del siglo XXI, impuesto
desde el Primer Mundo, cuando en la realidad ya existía en Guayaquil desde el
siglo XIX, es decir hace más de un siglo, los empresarios conocían que su trabajo
y decisiones iban más allá de hacer prosperar sus negocios y acumular riqueza.
Su comportamiento ético abarcaba más que mantener cordiales relaciones con
sus trabajadores y pagar remuneraciones justas. Efectivamente, la Junta de
Beneficencia de Guayaquil (JBG), que conmemora 125 años de existencia, nació
en 1888 para atender a la gente desprotegida de la provincia del Guayas, siendo
la mayoría de sus fundadores, empresarios de gran éxito que tenían conciencia
social y estaban dispuestos a dar dinero y aportar su tiempo sin costo alguno en
beneficio de la sociedad. Ellos estaban deseosos de llenar un vacío creado por el
Gobierno Central, responsable de la desatención de la salud, educación y demás
necesidades básicas de todo ser humano. Esa filosofía de los miembros de la JBG
de entregar su tiempo a causas nobles se mantiene hasta la actualidad.