19 abril, 2025

¿Bolivarianismo o Correismo?

En el diario Expreso del 15 de agosto convergen dos de sus destacados columnistas en una tesis, a la cual nos oponemos, y cabe, por tanto, hacer acotaciones. Independientemente del chavismo hay guayaquileños que nos hemos opuesto desde siempre a la sobrevaloración de lo que a Bolívar le corresponde en la historia desde la óptica de esta histórica de esta región.

Nelly Jaramillo y Ángel Duarte, ex gobernador del Guayas así como algún día lo será Roberto Cuero, en sus sendas entregas se politizan en su visión y salen en defensa a la gran alegoría que se ha hecho del “Bicentenario” por parte del Gobierno para envolverse de una revolución cuyo eje se inspira en el modelo cubano, y se centrifuga en la capacidad histriónica y petrolera de Hugo Chávez.

La Gobernación del Guayas

Cuando Abdalá Bucaram estableció efímeramente, la Gobernación de Pichincha, prácticamente sentenció su carrera política. Quito no perdona que empañen su esencia de capitalidad extrema. La Gobernación, tal como lo entendemos los ecuatorianos es una señal de subordinación al poder central.

Así se explica que Pichincha no tenga gobernador, siendo el suyo el mismo Presidente de la República. Mientras tanto la Gobernación del Guayas ha sido la más importante de ellas, a causa de la población que esta provincia representa. Es un cargo en la práctica sin presupuesto importantes, ni otra función que la de ejercer ciertas influencias en la esfera protocolaria y política, siempre y cuando se mantenga en buenas y frecuentes relaciones con el Jefe de Estado, y no se disloque con el Ministerio de Gobierno, pues puede ser llegar a ser menos que la intendencia como algunas veces lo ha sido.

Escenario Oscuro

Poco importa al interés de los ecuatorianos el color del círculo íntimo o cercano al Presidente Correa. Verde aguado, negro oscuro, o rosa seductor. A la hora de analizar el escenario dentro del cual estamos navegando eso no es relevante ni importante. Ante la cantidad de reformas legales e improvisaciones reglamentarias que se justifican con aquello de que se trata de una revolución ciudadana, entramos a afrontar las consecuencias de tantas incongruencias y entusiasmos juveniles.

Mal o bien hay una Constitución confusa y difusa y un esquema ya trazados que es imposible reversarlo con racionalidades. Lo tienen todo en sus manos, y recién ahora, luego de la ceremonia del Bicentenario que emula la coronación de un emperador bananero, es comienza a correr el reloj regresivo donde las palabras y promesas deben desafiar al desencanto.

El Maac, la quema de libros

Rafael Correa no ceja en su empeño de hacer de Guayaquil, el centro de la anti patria y de sus rencores ocultos. Hablar tanto acarrea un problema cuando se llega al ritual sabatino parlanchín para copar tres horas y empalagar su ego ante un micrófono donde centrifuga todo su omnímodo poder hiperactivo y exuberante.

El sábado, día de la Fundación de Guayaquil, vino a confrontar, polarizar, ofender. Dijo lo que se le ocurrió, y entonces mencionó aquello de que “las elites guayaquileñas han preparado tácticas separatistas” y que por ello y contra ello ha decidido ante sí y por sí, cambiar el nombre del MAAC (siglas de Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo) y pasa a llamarse CCLSB (Centro Cultural Libertador Simón Bolívar).

Bicentenario

Cuando cursé la escuela y desde siempre me enseñaron que en “Quito se había dado el Primer Grito de Independencia, y por ello eso de “Luz de América”; que los limites del Ecuador se remontaban al Tratado Pedemonte Mosquera, con más de 2 millones y medio de kilómetros cuadrados; que Tumbes, Marañón o la Guerra; que Abdón Calderón murió con la bandera tricolor apretada con sus dientes ya que sus manos y piernas habían sido destruidas por sendos cañonazos. Vaya inducción histórica que teníamos en la cabeza de acuerdo a los textos escolares.

Nos obligaron aprender de memoria los hitos de las fronteras que no eran, y a fuerza de desfiles escolares nos inculcaron verdades patrioteras.

Los Simpsons y María Paola

María Paola apunta para rectora a tiempo completo de un internado que es lo que es el famoso Congresillo. Es un cargo soberbio que solo necesita un corcho para embotellar todo lo que su sola mente cocina. Vaya personaje.

María Paola por su conformación estética, su ceño y determinación absolutista daría a Matt Groening, creador de la serie que este año cumple 20 de aceptación televisiva, la oportunidad de mofarse a granel con los personajes de este gobierno de sabiondos que utiliza. Ecuador se semeja ya a ese pueblo ficticio llamado Springfield, no Macondo, donde Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie, satirizarían de lo lindo al “american live”.

Fijaciones y Obsesiones

Lando Buzanca es un actor muy recordado de la década de los setenta. Es de la generación de comediantes de Vittorio Gassman, Ugo Tognazzi y Alberto Sordi, quienes dieron brillo al género de la comedia en la cinematografía italiana.

En 1.974 protagonizó, junto con Joan Collis la película “El árbitro” desempeñando el rol de Carmelo lo Cascio, que hacia culto y gala de su profesión redimiendo para sí el halito de infalible e incorruptible. Reservaba para sí modales peculiares y protagónicos cuando arbitraba un partido, y buscaba a toda cosa ser considerado y reconocido para llegar a figurar en un campeonato mundial de futbol.

Las autonomías: Burla consumada

Me parece ayer no mas cuando el 26 de noviembre de 1995 Sixto Duran nos llevó a un referéndum donde constaba la siguiente pregunta: “El estado transferirá progresivamente competencias y recursos a los organismos seccionales preferentemente en los sectores de educación, salud, vivienda, vialidad y saneamiento ambiental, a fin de garantizar una efectiva descentralización administrativa y financiera”.

La respuesta se dio de la siguiente manera: en Guayas voto a favor el 63.35%, y en Pichincha tan solo el 40%. Ya no existe ni ese Guayas ni ese Pichincha. Están fraccionadas como provincias. A Guayaquil la acorralaron y con esto de constituirla en Distrito Metropolitano, le dejan aislada de su propia provincia.

Fabricio

Debo reconocer antes que nada que Fabricio Correa, a quien no lo conozco personalmente, me cae bien. No es arrogante, más bien naif, y tienes las ideas más ordenadas que las de su hermano. Ambos son iguales en aquello de no saber tener la boca callada.

Y me cae bien Fabricio, porque ha dicho expresamente que él no cree en el socialismo del siglo 21, porque es un hombre de trabajo y no un maestro con sueldo, y también le ha dicho a su hermano Presidente, que nunca ganará electoralmente en Guayaquil mientras mantenga ese discurso, pues esta ciudad trabaja bajo normas liberales, y no cree en el taita Estado como empleador y dueño del destino de cada uno de nosotros.

De Bolivar, y de la libertad de prensa

Emilio Palacios, quizás el penúltimo de los mohicanos en esta batalla por la embestida de Rafael Correa contra los vestigios de la libertad de prensa que queda en Ecuador, nos hace un llamado, vía electrónica, para meditar sobre si vale la pena seguir debatiendo sobre el tema Guayaquil, Bolívar y su historia.

Tiene razón en parte, pero realmente es cuestión de nuestras libertades escudriñar sobre la real importancia que tiene Bolívar para muchos de los guayaquileños que intentamos poner en orden nuestros íconos de identidad, impuestos desde Quito y sus elites políticas o culturales, y ahora desde Caracas desde donde se intenta usurpar la grandeza de Bolívar en beneficio personal de Chávez.

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