19 abril, 2025

Solidaridad con Teleamazonas

He vivido entrometido en la prensa libre que ahora se defiende, y he vivido y sufrido en carne propia los vetos, vicios, y defectos impregnados por sus propietarios quienes realmente en muchos casos han sido más dictadores y prepotentes que el mismo Correa, pero limitados a su propio terruño. No es fácil ser empresario de la comunicación sin ser periodista de vocación. Los medios de comunicación no son un negocio en sí, más bien es un compromiso con más riesgos que beneficios.

Pero ese vicio ha sido lo usual en nuestro país y contra eso dice luchar la revolución ciudadana. Pero a cambio la revolución quiere todo para sí lo cual pone un remedio peor que la enfermedad y constituir un monopolio informativo como punto de apoyo para perdurar en el poder.

La prensa

La libertad de expresión es el fundamento de una sociedad democrática. Poder expresarse es un bien en sí mismo. Vivir atemorizado, susurrando, y en estado intimidatorio y sicológico de opresión es una forma de vida vegetativa.

Para los que tuvimos la oportunidad de vivir la guerra fría y pudimos compartir experiencias universitarias con compañeros que vivían en Europa del este, de esos países que estaban bajo el control militar y político del Tratado de Varsovia, fue una oportunidad de entender como el miedo de expresar lo que se piensa, deforma la razón de ser y mejor característica del ser humano. Es casi vivir como un animal acorralado.

Homenaje a Federico Gagliardo

l 19 de mayo se realizó un acto de homenaje a Federico Gagliardo. Setecientas personas estuvimos presentes demostrando respaldo y afecto por su enorme labor como párroco guayaquileño, en la parroquia de los Ceibos.

Veinte y tres años de labor infatigable, que fueron cortados bruscamente por el Arzobispo Antonio Arregui, laborioso sacerdote del Opus Dei, que se instaló en Guayaquil para reordenar las fichas religiosas, en ese juego de ajedrez donde prima el cerebro sobre todas las cosas y sentimientos ajenos. Me correspondió hacer el acto de presentación del evento, el mismo que quiero compartirlo con vosotros

Deuda con Quito

Copio textualmente el editorial central del diario capitalino El Comercio, del 30 de abril pasado. No es una opinión simplemente, sino una línea de trabajo y de pensamiento que orienta no solo a sus lectores sino a sus editorialistas, editores, caricaturistas, y trabajadores, constituyéndose en mensaje claro para que se lea en Carondelet.

Suena a advertencia, contiene absurdos, pero antes que nada demuestra de cuerpo entero el atrevimiento y audacia del pensamiento centralista que confunde a la Capital de la República, con el país entero

Guayaquil, ayer, hoy y siempre

Guayaquil, ayer, hoy y siempre, vota diferente. La constante se mantiene. Todos los brutales esfuerzos de Rafael Correa, el hijo pródigo de esta ciudad, con todos los abusos publicitarios usados en la campaña electoral, y pese a todos sus esfuerzos por someterla a su poder central omnipotente, no ha logrado dominarla. Guayaquil y Guayas son rebeldes.

Mantienen su autonomía existencial sembrada el 9 de octubre de 1.820, y se identifica como una entidad distinta y diferente al país al cual se pertenece. ¿A qué se debe este fenómeno tan persistente? Simplemente a su idiosincrasia. Si aquí el índice de desocupación es el doble del que se registra en la Capital de la República, simplemente es porque el poder central succiona, y si ese poder central se suma al totalitarismo, el fenómeno se acentúa.

Carlos Vera

Sin duda el nivel de periodismo que ejerce Carlos Vera no es fácil igualarlo. Hiperactivo, informado, con una velocidad mental inverosímil, capta la atención de admiradores y adversarios por encima de lo que cualquier otro periodista lo hace usando ese medio poderoso cual es el la televisión. Trabajó los últimos años en un canal muy organizado, así como lo ha hecho antes en otros medios ya intervenidos por el Estado. Su trayectoria y grado de reconocimiento es incuestionable.

Entrevista a Federico Gagliardo

Simplemente para complementar entregas anteriores, me permito reproducir por esta vía, la entrevista que diario El Expreso realizó al padre Federico Gagliardo en su edición del 22 de abril.
Entrevista Realizada por Roberto López Cantos

El 1 de abril último, a través de una carta firmada por el arzobispo de Guayaquil, monseñor Antonio Arregui, el sacerdote guayaquileño de 67 años, Federico Gagliardo, conoció de su remoción como párroco de María Madre de la Iglesia de Los Ceibos, función que desempeñó por cerca de 23 años.

Despedida al Padre Federico

El viernes Santo pasé por la iglesia de los Ceibos a despedirme de Federico Gagliardo, y a despedirme de esa parroquia a la cual geográficamente no pertenezco. Vivo desde siempre en Urdesa, pero cuando mis hijos comenzaron a acompañarnos a misa los domingos, a sus cortos cinco y seis años de edad, sentimos que eso se les convertía en un castigo, pues las misas eran secas para ellos, y muchas veces con una prédica completamente adulta, o etérea, cursi o sin sentido.

Alguien nos habló de la misa de los Ceibos que se celebraba a las once de la mañana y que iba dirigida hacia los niños. De eso hace 21 años. Misas alegres y bulliciosas, donde los jovencitos y adolescentes participaban activamente.

Los designios de Dios y los yerros humanos

Como estaba fríamente calculado el padre Federico Gagliardo deja la parroquia de los Ceibos luego de más de veinte años de labor intensa. Sabíamos que nuestras opiniones, las firmas y actos de adhesión que hemos expresado de nada servirían. Hay esa desconexión entre la cúpula de la Iglesia Católica con sus feligreses y se resuelven los temas bajo la frialdad de la mente calculadora.

Muchos comentarios recibidos sobre este tema en mi entrega anterior “El párroco Federico Gagliardo” enriquecieron el tema y agregaron puntos de vista. La mayoría con esa pena propia que causa una pérdida.

El párroco Federico Gagliardo

El párroco, dentro de la religión católica, es el pastor propio de una parroquia a quien el Obispo diocesano le confía y encomienda participar, para que en esa misma comunidad se enseñe, santifique y desarrolle dentro de los preceptos la Iglesia. ¿Quién más que los feligreses de esa parroquia pueden opinar sobre la labor sacerdotal, de un párroco que se ha penetrado en las vidas familiares de quienes entregaron tantas santas emociones y situaciones como aquellas que hay durante momentos culminantes de una familia?

El párroco está omnipresente en la vida familiar católica en momentos decisivos que van desde el bautismo hasta la extremaunción. Los actos más solemnes de nuestras vidas como son el matrimonio, o la misa de cuerpo presente que aglutina a los seres queridos frente a ese misterio que es la muerte.

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