Satya
Esta tierna criatura que nada ha dicho ni opina en razón de sus pocos meses de vida, ha sido el centro y origen de un extenso debate que finalmente tiene mucha trascendencia. Los activistas han sacado un enorme provecho de la no inscripción en el Registro Civil de esta ecuatoriana cuya madre, inglesa, la trajo al mundo y su pareja lesbiana quiso registrarse como padre, sin serlo.
Lo que empezó siendo una discusión jurídica en base de lo redactado en una Constitución tipo fanesca, terminó halando los pelos y dividiendo dos posturas radicales. No me enmarco dentro de ninguna de los dos extremos. Me parece bien que esta decisión del Registro Civil, negando la inscripción de una ecuatoriana por sus interpretaciones más administrativas que constitucionales, haya acentuado el debate. Creo que es un gran avance para quienes están sumergidos en esto de las “familias diversas”. Y ha sido tal el torbellino que desordenó las ideas de un sacerdote cuyos feligreses son una verdadera burbuja por aquello de mantener sus mentes abotonadas como las antiguas sotanas. Paulino se equivoca y escribe una carta atolondrada a la revista Vistazo. Yo como católico tuve vergüenza ajena, y no está por demás decir que escojo con cuidado los párrocos de mi preferencia.