26 noviembre, 2024

La historia del Poema de la culpa

Una de las poesías más famosas de José Ángel Buesa, es sin duda el Poema de la culpa. Él mismo, así como escribió el “Poema del poema”, un poema al “Poema del renunciamiento”, escribió las respuestas de él y de ella, a su “Poema de la culpa”, los cuales encontré y publiqué hace unos meses en estas páginas.

Después de algún tiempo de pensar sobre el tema, me resolví a escribir la respuesta que faltaba al “Poema de la culpa”, la respuesta de Dios, la respuesta que le faltó escribir a Buesa.

Quiero presentar en estas páginas las tres poesías de José Ángel Buesa, su famoso “Poema de la culpa”, la “Respuesta del otro al Poema de la culpa” y la “Respuesta de ella al Poema de la culpa” y mi poema con la “Respuesta de Dios al Poema de la culpa”, que me he permitido hacer.

Venezuela y Cuba

Quien a los 18 años no fue comunista, no tiene corazón;
el que a los 30 sigue siendo comunista, no tiene cerebro’.
Arturo Uslar Pietri (1906-2001)

El socialismo es la filosofía del fracaso,
el credo de la ignorancia,
la prédica de la envidia,
y su virtud inherente
es la distribución igualitaria de la miseria’.
Sir Winston Churchill

Para poder comprender lo que pasó en Cuba, lo que está pasando, si continúa el camino que lleva Venezuela y el que seguiremos nosotros, y otros países latino americanos, si continuamos con el conformismo, vale leer esta carta que envió Toña, convencida Castrista, desde Marianao, Cuba, en el 2006, a su prima Juana, ex-gusano y ahora residente en Hialeah, Florida, y la respuesta de Juana a Toña:

La mujer perfecta

Una mujer perfecta ¿quién la encontrará?
El cantar de los cantares

Hablemos de ella. Siendo el ser humano maravillosamente imperfecto, ¿Puede existir la mujer prefecta?

La perfección no está en el objeto que se mira, sino en los ojos que la observan. Los defectos oculares, que nos son bien conocidos, pueden ser corregidos con diversos tipos de lentes, pero esto sirve para la visión de lo físico, de lo tangible. ¿Y lo espiritual? Ese mundo inmenso, maravilloso, en el que somos lo que realmente somos, desprendidos de los apegos, de los egoísmos, de los dolores, de los resentimientos, donde el alma se ensalma con los lazos del amor verdadero, del amor puro, ese amor que miramos a través de un cristal empañado por nuestros caprichos, nuestros negativismos, nuestras pasiones, nuestras aberraciones, que distorsionan la belleza espiritual y nos hace ver como no perfecto lo que vemos, que agranda las imperfecciones como una lupa gigante que distorsiona la visión de lo bello que está junto a nosotros.

El amor, ese niño caprichoso

La fábula lleva a pintar a Cupido como un hermoso niño alado, armado con arco y flechas y que está vendado, de modo que no sabe a quien puede herir con sus mortales flechas.

El amor es un sentimiento que se anida en el corazón y nos lleva sentir afecto, deseo, ternura, o al menos simpatía hacia otra persona.

Amar es un verbo transitivo. El narcisismo, el amor a uno mismo, no es amor. Amar es dar. Es el deseo de dar. Mucha gente confunde el amor con la posesión. Eso es parte del querer. Yo quiero que esto sea mío. Es el deseo de poseer. Esto es narcisismo, no amor. Amar es buscar la felicidad de la persona amada, aún por encima de nuestra propia felicidad. Un hermoso pensamiento oriental dice: “Si amas en verdad algo, déjalo en libertad. Si vuelve a ti, será tuyo para siempre. Si no vuelve, es que nunca fue tuyo.”

¿De quién es la culpa?

“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos diez y en el dos mil también…”, inicia el tango Cabalache de Enrique Santos Discépolo. ¡Cuánta verdad hay en estas palabras! El mundo, desde que es mundo, está lleno de maldad, intriga, envidia, soberbia, prepotencia, deseos insanos, etc., y el hombre, el gran dominador del mundo, que fue creado para someter a la tierra, para dominarla, piensa sólo en su egoísmo, en acaparar bienes para sí, como si este mundo fuese el destino final de su vida, y todo lo que logre reunir, lo fuese a conservar en el más allá.

En el dos mil cien y en el tres mil será igual que ahora, si es que Dios tiene la misericordia de dejar que el hombre siga destruyendo su propia raza y el legado que Él le dio, si no lo destruye antes. Esta humanidad irreflexiva, inconsciente y prepotente que deifica al yo interior, que es complaciente con sí mismo, y que mira al prójimo no como a un extraño, sino como a un enemigo. Es curioso, pero al hombre común, le es más fácil darle una moneda a un pordiosero que está en la esquina, que mirar con misericordia o darle la mano a un vecino pobre de su barrio o de su casa. Y mientras más alto es el nivel social en que se encuentra, más difícil es que pueda hacerlo. Da gusto ver en la maternidad, a las madres que recién han dado a luz, como la de más experiencia ayuda a la otra que está angustiada porque su bebé llora, siente que aún no tiene leche y tiene miedo de que su hijo se pueda morir.

¿Cuánto vale TU vida?

Sí, yo sé. Para ti tu vida no vale nada. Por eso cruzas la calle sin usar los pasos peatonales, por eso manejas a exceso de velocidad, por eso cruzas la vía sin mirar si viene algún vehículo, por eso zigzagueas en tu moto en medio del tráfico, por eso cruzas sin respetar los semáforos, por eso conduces con tragos, o drogas, etc., etc., etc.

Te pido que reflexiones un momento. Estoy de acuerdo contigo. Para ti, tu vida no vale nada, pero… ¿Habrá alguien a quien sí le importe tu vida? ¿Quizás a tus padres? ¿A tu esposa o a tus hijos? ¿A tus amigos? ¿No crees que para ellos sería mucho mejor verte llegar sano y salvo a tu hogar, que ir a buscar e identificarte en la morgue? Yo sé que es desagradable tener que respetar las leyes, tener que aceptar que te impongan un “no cruce”, o tener que renegar porque han puesto barandas para obligar a la gente a usar los pasos peatonales.

Alfabeto moral para niñas

Juan Fernando Páez Terán, ecuatoriano, Abogado, poeta, nació en Quito, Ecuador el 5 de julio de 1931. Hijo de José Páez y María Eugenia Terán y nieto del General Ulpiano Páez.

Imitando el Alfabeto para un niño de Don José Joaquín de Olmedo y Maruri, escribió este hermoso Alfabeto moral para niñas, que vale la pena recordar:

La competencia

La competencia es buena. Saca lo mejor de cada uno para lograr el triunfo. Pero, como dice el refrán, lo excelente es enemigo de lo bueno y todo extremo es malo, la competencia también tiene y debe tener sus límites.

Un atleta que se droga para superar su capacidad, no sólo está destruyendo su organismo, sino que está destruyendo a la misma competencia.

Esta regla se aplica en general a todas las competencias. Ganar, con la ventaja de romper las reglas del juego, no es sólo desleal y antideportivo, es ruin y desmerece al ganador.

Corrupción y Pecado

Con lo cercana que tenemos las elecciones, vale la pena recordar este artículo que se publicó hace unos pocos meses, en el que se explica, en palabras de nuestro Papa Francisco, cuando era Cardenal de Buenos Aires, la diferencia entre CORRUPCIÓN y PECADO.

Este libro se lo regaló el Papa Francisco a María Cristina Fernández, en la primera entrevista que concedió como Papa. Todas las palabras en negrilla, son sacadas textualmente del libro Corrupción y Pecado. Escrito en 1991 por el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, es decir, por nuestro brillante Papa Francisco:

Yasuní RIP

Parece que éste va a ser el nuevo nombre del Parque: Yasuni, Requiescat In Pace, porque ponerle Yasuni QEPD (Yasuní, Que en paz descanse, sería usar 4 en vez de 3 letras).

Es una pena que para que un país sobreviva, se requiera destruir la bella naturaleza que Dios nos ha brindado.

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