Bajo el árbol del amor
Recuerdo, hace casi treinta años visité Bahía de Caraquez; lo hice junto a
mi mamá (oriunda de Chone), mis hermanas, algunos familiares y mi tía
Leopoldina, también “choneña”, quien aún vivía en aquellos años. Cruzamos
en gabarra hasta San Vicente, y luego seguimos hasta llegar a Canoa. Los
años pasan y los lugares se quedan. Pero siempre, algo cambia.
Cambiamos nosotros y nuestra manera de mirar el mundo. Cambian los
lugares por que avanzan con el “progreso universal”.
Hace pocos días, tuve que hacer un viaje a Portoviejo, en compañía de mi
esposo. El motivo, especial por cierto, fue el bautizo de mi sobrina Isabela. La
última en sucesión en la línea de los primos, nietos de mi mami y de mi papi.