24 noviembre, 2024

Las dictaduras populistas

¿Puede concebirse un populismo no dictatorial? Difícilmente. O al menos,
por estas tierras latinoamericanas no ha existido este fenómeno. Es que
el populismo responde a caudillismos oligárquicos que tienen expresión,
aparentemente, a través de un líder. Sin embargo, lo que siempre está
presente son intereses de grupos. Un tanto de aventura. Un tanto de pandilla.
Dan la cara como protectores
de alguna insólita redistribución del
capital productivo. Hay comisiones que reparten bonos, cargos públicos,
representaciones… Es el pago económico y social para mantener, con un
respaldo espurio, la vigencia del poder.

Ningún populismo sabe de principios. ¿Es que acaso el poder por el ´poder
los necesita? La estructura básica de todo populismo está construida
desde una ideología de la violencia. No hay otra opción. La expresión
populista, conceptual y práctica, no es más que la extensión del instinto
de la supervivencia primaria. Y así, tal cual es, así apela a su clientela de
seguidores. La relación populista de masas es, netamente, estomacal. Con
cualquier tipo de populismo el logro máximo no pasa de la conciencia
intestinal. De ninguna manera avanza este objetivo ni al umbral de
una conciencia social, pese a casi siempre justificarse con la oferta de
satisfacciones a las típicas necesidades vitales.

Aprender a desaprender

Cuando alguien habla de aprender significa, en referencia a la mayoría, que
está recibiendo información sobre algo útil para su interacción social. Para
los diccionarios, sin embargo, suficiente es con “recibir el conocimiento de
una cosa”. En opinión general, aprender es aumentar saberes. ¿El sentido
de comprensión de un aprendizaje es, entonces, de facto, acumulativo?.
Hay quienes piensan, incluso, teniendo en cuenta el estatus por su proceso
formativo, que el aprender es ilustrarse, en detalle, de cada asunto, cada
vez más. ¿Hay que sobrepasar, por lo tanto, lo aprendido ayer como parte
del proceso de tener más sapiencia mañana…?

¿Hasta dónde lo antes indicado responde, afirmativamente, a una realidad
socio formativa cierta? Es necesario entender, antes que nada, que el
aprendizaje, que tiene que ver con un sin número de mensajes no siempre
bien estructurados, sufre un proceso de filtración sicológica, por lo común
en tiempos diferidos. Todo usuario receptor, de acuerdo a las circunstancias
mediáticas, demora en asimilar los contenidos, en tanto perjudique o no
a su identidad, de acuerdo al grado de contradicción o aprobación de sus
valores…En esto consiste, y es válida, la “disonancia cognoscitiva” del teórico
de la comunicación León Festinger.

Ecuador: Un desgobierno permanente

La liberación no puede venir más que del ataque, no a uno u otro de estos efectos,
las raíces mismas de la racionalidad política. Michel Foucault.

Sí! Permanente… Pues esto de mañosamente hacerse del poder, y envilecer con su
gestión la sociedad que lo promueve, no es de hoy. La inseguridad ciudadana, el
autoritarismo administrativo, la corrupción financiero económica, la persecución
y el chantaje político, provienen desde los primeros días del republicanismo. Las
dictaduras, sucedidas frecuentemente, desde entonces, de corbata o de uniforme,
sólo han sido el reflejo del caos social, emanado de un Estado sin consistencia
institucional. Decía Rocafuerte a comienzos del siglo XIX: “Es ciertamente un
grave mal para un gobierno naciente que aspira a los honores de la más genuina
democracia, verse en la precisión de sostener una fuerza armada para contener
los extravíos de la ambición, y para cumplir con el sagrado deber de conservar
las vidas, y de proteger las propiedades de los ciudadanos”. A casi dos siglos
de cuando fue escrito este pensamiento, ahora, las cosas están peor. Ni siquiera
las fuerzas armadas sirven, con todo el “profesionalismo” que ostentan, para
salvaguardar los intereses, el bienestar, la tranquilidad pública… Simplemente, es la
delincuencia la que ordena en el país!

Las dictaduras de siempre

¿Para siempre? “Ahí está el detalle”, tal cual decía Cantinflas. Aunque, por la patología del
poder, todas las dictaduras aspiran a sobrevivir decenios, centurias y las más desvergonzadas
hasta milenios. Sin embargo, a mayor cantidad de años de pretensión, menores resultan las
probabilidades de lograrlo y las caídas son, en general, cuando no escandalosas de opereta y
burla. Toda dictadura, del color y de la ideología que sea, busca, antes que nada, la concentración
del mando y la centralización de decisiones. Claro que esta concentración y centralización es
dable con el apoyo definido de las fuerzas armadas. Por promoción beligerante o guardando
silencio y dejar hacer… Ambas posiciones devienen de una intervención encubierta. Margina,
en verdad, su cumplimiento constitucional de proteger, contra la violencia social, a la ciudadanía.
Es que, toda connivencia entre la centralización y concentración del poder aúna, en su gestión,
la arbitrariedad política. Y la arbitrariedad política es sinónimo social del autoritarismo por la
violencia. El cuadro dictatorial queda completo al eliminar la libertad de expresión, encarcelar
la justicia y penalizar el reclamo y la resistencia por el bloqueo a los derechos humanos.
Derechos sociales e individuales.

¿Qué mismo sucede en Paraguay?

Como que el triunfo de la candidatura del ex obispo Lugo fue, sorpresa para unos y ciertas
luces de esperanza, para otros. ¿Por qué? La respuesta quizás va de la mano con toda
la estructura social, económica y cultural del país. Su historia y sus proyecciones. Y, por
cierto, cada cosa supeditada y/o protegida por la instancia política. Política no sólo de
posicionismo. Mas bien de imposición. Intransigente y autoritaria. Es que 35 años bajo
la égida y la depredación moral de una sola visión ideológica generan una condición
humana de miseria! ¿Cómo calificar de otra manera la dictadura del militar Alfredo
Stroessner, acobijado en la bandera del partido único Colorado, y ganando elecciones
continuas sin competidores válidos? ¿Cómo calificar de otra manera la dictadura del
militar Alfredo Stroessner que repartió Paraguay (tierras, producción y dineros), a su
gusto y manera, entre sus familiares y coidearios?. Sin la venia de este poder centralizado
en las manos del ejecutivo, nada podía realizarse más allá de los límites neonazis del
poder establecido. Pero cayó Stroessner, el 8 veces presidente electo, por traición de
su consuegro. ¿Sucedió algo más que los consabidos cambios de gabinete? Sin juicio por
las tantas y tantas malversaciones económicas, sin juicio por los tantos y tantos crímenes
de estado ordenados a su voluntad, sin juicio por las tantas y tantas aberraciones sociales
en contra de los desposeídos… Después de 17 años de exilio voluntario y consentido por
el gobierno de entonces, fallece en Brasil, donde recibió asilo para escapar, así, a la
justicia.

¿Hay que esperar más crímenes en Siria?

Han transcurrido algunos meses desde cuando preguntamos, en uno de nuestros comentarios,
¿“Hasta cuándo la matanza en Siria”?. Al parecer si los asesinatos no pasan de cien, como que
eso que aun se mantiene con el apodo de justicia, llama la atención y crea cierta expectativa.
Pero al sobrepasar las cantidades de 1.000 y acercarse a los 10.000 o seguir más allá,
comienzan las cosas a perder sentido. ¿Cómo entender tanta gente desentrañada de la vida?
De repente, los grandes números superan los valores morales hasta hace poco dispuestos
a ser defendidos. Dejan de tener significancia los hijos arrancados del seno materno para
ser liquidados, los ancianos son un peso social que, en buena hora, pueden ser destruidos
sin reclamos, la juventud y las personas adultas deben tomar partido para matar o morir,
marginando su destino en construcción… La vida… ¿Qué queda de la vida? Sólo el recuerdo de la
posibilidad de haber querido ser y haberse esfumado sin respuesta. ¿Subjetivismo? ¿Estupidez?
¿O intento torpe de racionalizar la irracionalidad de una existencia absurda?

En las cárceles de Latinoamérica…

Uno de los primeros comentarios periodísticos que publiqué hace algunos años, tenía que ver
con las condiciones de las cárceles aquí, en Ecuador. En la mente sólo tuve una imagen… Un
basurero social. Quienes estaban presos sufrían, por así decirlo, un sobajeo de cuerpos, en
ausencia de todo respeto humano. Niños incluso, mezclados entre mujeres y hombres. Las celdas,
con un par de camas y un hueco en el suelo que hacía las veces de servicio higiénico, agrupaban
4 o 5 residentes. Quien más quien menos pedía unos centavos para comer y reclamaban que
estaban “guardados”, ya muchos meses y sin sentencia. Algo inaudito. Fuera de todo criterio
para ser aceptado como realidad. Desde entonces acá, y eso hace un promedio de 50 años, todas
las autoridades municipales y todos los gobiernos centrales se han condolido frente al problema.
Y, por supuesto, han ofrecido, y con mucha energía, la necesidad de un cambio total, de acuerdo
al cumplimiento de los Derechos Humanos y Sociales… Pero una cosa es decir y otra, y muy
distinta, obrar, hacer, realizar. El cambio, de impacto, sin embargo, no ha pasado de pintar otro
nombre en sus paredes .

Las propuestas del nuevo humanismo

El hombre es loco-cuerdo. La verdad humana trae consigo el error. El orden humano implica el desorden. Pues la buena respuesta sólo puede ser compleja y contradictoria. EDGAR MORIN

Como que, desde siempre, las sociedades han definido su existencia confrontando, una y otra vez, crisis continuas. Sin embargo, han resultado, desde esta situación de discrepancias, saludables indicadores de cultura creativa. Podría decirse, aunque pueda interpretarse un tanto reduccionista, que hay una especie de permanencia ideológica por un llamado a la aparición de un “hombre nuevo”. Es, en términos sociológicos, la invocación a un bienestar colectivo con algún tipo de beneficio individual. Expreso, o velado y en ciertas instancias hasta esotérico.

Siria: ¿Hasta cuándo el crimen?

Con el pretexto de que cada país es soberano, el crimen de Estado está buscando, con mucho ahínco, su institucionalización. Una especie de poseer un coto propio de caza humana. O sea, el linchamiento, individual o colectivo, de todo aquello que sea oposición al poder político instalado. Más aun cuando el accionar gubernamental ha sido logrado por algún tipo de elección. Sin importar si sus procedimientos son legales. Legítimos o no. El asunto es que una vez con las riendas en las manos, la discrecionalidad del mando sobre la disposición de los recursos, económicos, administrativos y sobre todo, militares, resulta válida. Y hasta la defensa de esta validez pasa a la categoría de incuestionable. Por cierto, el temor, el miedo, la persecución es el respaldo “filosófico” de semejante boicot a la vida…

Con Siria sucede casi igual que con los otros países árabes, en cuestionamiento popular desde hace algunos años. La mayoría de sus autoridades, jefes y ministros, han aceptado su permanencia a través del socorrido . Prácticamente, desde la retirada de Francia en 1946, fecha en la que aparentemente pasaba a ser independiente, Siria ha venido de tumbo en tumbo, soportando regímenes de facto. Incluso es la forma amañada politiquera mediante la cual Hafez Al-Assad asume el poder, en 1970 para no irse hasta el 2000, en que fallece. Tiempo, por demás suficiente, para alzarse, en connivencia con los militares, con todas las instancias del manejo de la cosa pública. Después resultó fácil ordenar una dictadura in crescendo, en referencia a exigir una devoción social para sí. Sin libertades. Con ausencia de derechos humanos y sociales. Imposición de un partido único oficial. Prohibición de todo tipo de movimientos que ponga, en relación activa, quejas o contradicción con el gobierno.

Las rapacidades del Poder

“Los mejores pretextos sirven a la realización de las acciones más viles”

Gastón Leval

Parodiando a Saint Just, en plena revolución de 1789 en Francia, que advierte: “el crimen es la monarquía!”, con lo que da paso a la sentencia, sin remisión, de su muerte, podría, como alcance actual, decirse que “el crimen es el poder!”. ¿O es que el poder, como tal, en esencia, no es violencia en su propia naturaleza? ¿No es, además, una invitación permanente a la discrecionalidad y en este hacer, promover la voluntad de la injusticia? Con el poder, y más susceptible en tanto expresión económica o política, los otros serán siempre los culpables… Y cuando hay culpa hay castigo. Y todo castigo emanado del poder busca la liquidación del castigado no su enmienda o rehabilitación. ¿Contradicción? No! Porque no existe la falta en el culpado. Lo que hay es el no reconocimiento de la inocencia desde el poder. Todo es agravado cuando el poder expresa su presencia desde el Estado y este, según sus perspectivas, convoca más o menos violencia según sea declarado protector, de servicios, autoritario, fiscalista, paternalista, etc. Para Max Weber, incluso, “el Estado moderno no es más que una asociación de dominación con carácter institucional que ha logrado monopolizar la violencia física, para uso exclusivo”. ¿Qué pasa, entonces, cuando esta potencialidad de la violencia es guiada, administrada, liderada por una patología ideológica? Promueve de una parte el cinismo, la corrupción y el crimen y de otra, busca y obtiene a la fuerza su legitimidad!.

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