El Reino está en Nosotros
Cuando el Jesús bíblico anunciara hace tantos y tantos años “mi reino no es de este mundo”, diferenciando su posición de la condición humana del diario vivir, la interpretación de que su referencia era en torno a un lugar extraterrestre, fue, desde entonces, la trinchera de batalla de los adeptos recalcitrantes. Pero el reino ajeno a este mundo jamás estuvo fuera de aquí. Todo lo contrario. Fue más bien un reivindicar la tierra como un suceso real de residencia cierta. Al margen del desencanto del amor humano, al margen de las insanas vanidades sociales…Simplemente la asunción responsable de una identidad pertinente…
Es posible que, tal cual quiera una abrumadora mayoría, lo excelso de la vida está fuera de nosotros. Sin embargo el saberse dueño de sí mismo implica una riqueza sobrecogedora. El “conócete a ti mismo” (antes de decidir qué quieres ser) grabado en el frontis del templo de Apolo, en Delfos, hace más de 2.500 años, detuvo a muchos en su entrada. Pues que a todo aquel que pretendía conocer los misterios de la vida, aclaraba con mucha seriedad que sin advertir “quién eres”, no comprenderías jamás ninguna respuesta, por válida que fueren las preguntas… ¿Cómo, por ejemplo, sin conciencia de nosotros mismos, podríamos detectar la identidad que nos promueve a saber…? ¿A saber qué? ¿Por qué debemos lograr un objetivo? ¿Por qué debemos pensar en una búsqueda y encuentro propios? ¿Por qué tenemos que resistir a lo que nos limita? ¿Por qué demandamos libertad? Mejor dicho, cada vez más libertad! Es que en nosotros está la única razón de ser… De nosotros parte la contingencia de convocarnos a través del diálogo con los otros, y en este encuentro abastecernos de solidaridad, clave en la vigilia de la vivencia humana.