23 noviembre, 2024

¿Absolutismo en democracia?

Peor que un arroz con mango o una fanesca mal preparada dirían los “politicólogos” del barrio… ¿O un simple “chispoteo” de acuerdo al comentario, tan falto de análisis, de Alberto Acosta? Pero si al país hay que tomarlo en serio, en tanto los millones de pobladores que esperan, hambreados, enfermos y sin trabajo permanente, mediante un liderazgo coherente obligado a satisfacer semejante necesidades, con un tratamiento responsable social, económica, y políticamente entonces estamos pisando en suelos movedizos. ¿Prueba? La pretensión de imponer una aberración ideológica para “impulsar” el desarrollo nacional.

Dos años de desgobierno

O dos años de dañina arrogancia… O dos años de tiempo perdido… O dos años de no saber qué hacer… O dos años de falso liderazgo… De cualquier forma que pueda entenderse estos dos años de administración pública, para desgracia del país, no pasa de ser una involución nacional en todos los aspectos. La administración centralizada, la concentración de decisiones, la imposición autoritarista, la promoción burocrática desfachatada, el desprecio humano por los derechos a la opinión libre de terceros…

Todo para convertir al país, mediante la presencia omnubilada de un Estado omnipotente, en una cárcel en que la verdad de cada quien está prohibida, en el que la libertad de pensar, la libertad de expresarse, la libertad de confrontar, la libertad de disentir es un delito, que amerita inculpación, que amerita castigo. Todos los poderes en una mano… Justicia, fiscalización, legislación, ideología educacional no significan algo válido sino están marcados por la soberbia ejecutiva.

La necesidad de los cambios…

Aunque no pueda, en la mayoría de los casos, captarse objetiva y directamente, todo está en permanente cambio. En continua transformación. La naturaleza, la sociedad y el pensamiento es un dejar de ser sin descanso y sin descanso, casi fortuitamente, aparecen la motivaciones de conciliación y encuentro. Y estas motivaciones encuentra en muchos las razones para estar más de acuerdo con el estaticismo de las cosas.

¿No es que, incluso, cambiar, es provocar la inestabilidad de lo que, de alguna manera, bien o mal, ya es manejable, ya es garantía sobre lo que puede profetizarse, sin mayores riesgos o pérdidas? El camino trillado es preferible, dice la comodidad a la que el humano es tan afecto, antes que improvisar uno nuevo cada cierto tiempo. Dejar de ser uno para empezar a realizarse, a conformarse, a desarrollarse como otro cuesta bastante, en veces demasiado y, sobre todo, sin estar claro de los resultados pertinentes, que no siempre son controlables.

¿Hasta cuándo el genocidio Palestino?

¿Existen, en verdad, los organismos internacionales que, promoviendo la paz, logren el cumplimiento de los derechos sociales y humanos para con los pueblos? ¿Dónde están? ¿Por qué no aparecen sus representantes cuando más son necesitados? Como que ya no tiene sentido hablar de Naciones Unidas para estos casos. Después de la segunda guerra mundial parecía, con su presencia, que un camino hacia la seguridad mundial estaba abierto para andarlo sin miedo, con libertad y en justicia.

Tal cual lo hemos repetido cantidad de veces en nuestros comentarios, sin embargo, Naciones Unidas no pasa de un escaparate, de alto nivel, donde el vitrineo de las grandes potencias opaca y bloquea la presencia de los pequeños países, de los pueblos que buscan apenas sobrevivir creyendo en las diferencias de una identidad propia.

Los bárbaros al poder

Después de Nerón, el último de los césares, la Roma imperial pierde su sentido de grandeza, a cambio de durar nominalmente en el marketing post mortem de la historia. Pese a los 27 años que siguieron de la dinastía Flavia y los 84 de los denominados “los emperadores buenos”, incluido Marco Aurelio con su entusiasta proyección estoica, Roma ya no es Roma.

Sólo hay un sobrevivir por inercia. Apenas una triste defensa de negociación con todo el que arremete a sus fronteras, comprando chulqueramente a los soldados, compartiendo hasta la administración de justicia con sicarios…

Un decálogo para el NO

Este es un resumen, aunque de corto aliento, sobre los varios y varios motivos que al reflexionar sobre el proyecto de Constitución, nos conduce como hilo de Ariadna a decir, a promover y proyectar, en tanto aviso y advertencia, NO!

  1. NO! porque su configuración desde la Constituyente fue realizada a base de engaños, prepotencia y mentiras. Los prestanombres del proyecto hicieron giras de carrusel, haciendo creer a quienes visitaban que serían recogidas sus aspiraciones como aportes de participación sin jamás cumplirse. Mas bien utilizando esta falacia como gestión democrática, pero encubriendo así su autoritarismo hinchoneado directamente desde Carondelet.

Desde Montecristi: Gato por Liebre!

Como que la palabra en el accionar político nacional está llegando a su máximo desgaste. Al parecer, el boicot, el chantaje, el encubrimiento protegidos por la mentira y el engaño iban, por fin, a ser cosas del pasado. Al menos, fue la oferta principal que prevaleció durante la campaña del candidato Correa…

Un snobismo político atrasado

Tan confundidas andan las gentes de Alianza País, que en el snobismo político atrasado del que hacen gala, no captan al socialismo sino, unicamente, como el centralismo gubernamental que da limosnas a las manos pedigüeñas de quienes sufren hambre. ¿Hacerlo es solidaridad y el Estado cumple, así, con una justicia participativa?. ..

Chamberos de la política nacional

“Infelices los pueblos si han de ser el juguete
de la voluntad de unos pocos hombres insignificantes”

Periódico El Patriota de Guayaquil,
Sábado 9 de mayo de 1829.

Qué ironía! ¿O qué incapacidad? Quienes gritaron tanto, desgañitándose, contra la partidocracia ahora han mostrado su filiación genética, hereditaria. Es el mismo ADN político de los saurios de ayer que corre por los cauces de su ideología electorera, la única que tienen. Con las uñas muy crecidas, por cierto, y muy afiladas, utilizando idéntico trucaje de pan y circo. Claro que los vestidos nuevos y la careta con que casi por dos años han pretendido engañar a los ecuatorianos, ya están descoloridos y hasta una vejez prematura, camino a un destino terminal, asoma en el rictus de la miseria humana descubierta. Cuánta procacidad gastada al boleo. Sin ton ni son. El país necesita cambios desde mucho tiempo atrás. Pero cambios diseñados para que, con una planificación seria y técnica, que responda al siglo que vivimos, como integrantes y en contexto, pueda la producción nacional incentivar, con proyección social y económica, sustentada y sustentable, un desarrollo de equidad. Pero en justicia y libertad. No encarcelada en los parámetros, sin principios ni criterios, de un autoritarismo presidencial absurdo, concentrado en un ir y venir autista sin razón.

¿Guayaquil, ya es de todos?

Por supuesto. Guayaquil siempre ha sido, es y será de todos… Pese a que por su estructura social y localización geográfica el individualismo comercial debería ser su único norte, la historia que la promueve significa en su andar sólo un abanico de aperturas. Para blancos y negros. Mulatos, indios y cuarterones. Ricos, pobres, oportunistas, aventureros y hasta santos han gozado de la satisfacción de ser sus hijos. ¿Y cuántos que por adopción están, sin embargo, identificados en felicidad y por amor, generación tras generación, con el ritmo de la vida candente del puerto más acogedor de la América del Sur, tal cual lo dijera Humboldt? Si, Guayaquil es de todos! Pero tal cosa no es novedad. Excepto para los que, por inconciencia e ignorancia, atribulados por la neurosis del poder y su incapacidad para mantenerlo, gritan desaforadamente que ahora ya es de todos. ¿Es que, pese a que ensalivan la boca con el vocablo patria, han olvidado acaso que cuando esta ciudad declaró su independencia lo hizo en el contexto libertario de “GUAYAQUIL POR LA PATRIA? ¿De dónde partieron las milicias que llegaron hasta la cima del Pichincha y exigieron la rendición hispánica? ¿Acaso no están, aquí, representadas, con miles y miles de familias, cada una de las provincias nacionales con sus valores y costumbres, aportando y recibiendo vida a través de sus descendientes?

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