La ira de doña Luisa y de muchos más
Pretender creer que somos amantes del respeto y de la democracia en función de los demás, es lamentablemente como pretender creer que a los niños los trae la cigüeña. Generalmente hablando, somos tremendamente inmaduros y creemos que utilizando términos ofensivos y denigrantes en contra de alguien, y peor aún, queriendo hacer de nuestros criterios la única y sacrosanta verdad valedera, creemos entrar en un plano superior a los demás.
El intelecto es privilegio de los seres humanos, y dígase privilegio en tanto y en cuando utilicemos nuestro intelecto para demostrar y ratificarle a los demás nuestra calidad humana, nuestra honorabilidad inclauidicable, nuestra honra, nuestro honor como apéndice de nuestros actos, y definitivamente, nuestro respeto a los demás.