7 septiembre, 2024

Comentario

Por qué no celebro el 25 de julio

Quienes me conocen suelen preguntar en estas épocas por qué no celebro el 25 de julio-el “mes de Guayaquil”, le dicen- como acostumbra hacer la mayoría motivada por lafundación española de la ciudad. Siempre contesto lo mismo: el mes de Guayaquil esúnica y exclusivamente octubre, en memoria del 9 de Octubre de 1820, fiesta de libertad,independencia y autonomía. No hay más vueltas que darle.

Siempre he sostenido y sostengo que solo las ciudades que aun arrastran rezagoscoloniales celebran fundaciones españolas. Equivocado o no, es mi opinión. Si varioscantones del Ecuador celebran su fundación española, enhorabuena por ellos, pero elGuayaquil del cual provengo, conozco y vivo a diario, no. Guayaquil es lo que es a partirdel 9 de Octubre de 1820. Esa es su real fecha de fundación moderna que tuvo su partidalegal de nacimiento en el Reglamento Provisorio de Gobierno aprobado por la JuntaElectoral de la Provincia de Guayaquil, el 8 de Noviembre de 1820 (hoy mal llamado el díade la provincia del Guayas).

Las Perchonas

Dice el refrán popular que la mujer contrae matrimonio: de los 20 a los 25, si ella quiere, de los 25 a los 30, si él quiere, y de los 30 en adelante, si Dios quiere.

Estos primitivos conceptos eran tolerados por la sociedad ecuatoriana hasta los años 70, pero, actualmente, cuando la mirada moderna se nos impone en este mundo globalizado, la lectura debe ser con un lente diferente, de respeto al ser humano.

Hoy en día, nosotras ingresamos en igual número que los varones a las universidades, y por ello entre los 20 y los 25 nos encontramos estudiando; de los 25 a los 30 buscamos incorporarnos en un escaso mercado laboral a un trabajo estable; y, algunas, inclusive, estamos estudiando un cuarto nivel de educación.

Yo amo a Guayaquil

Guayaquil

Yo amo Guayaquil, mi ciudad, mi sueño, todos mis sueños, ciudad guerrera, ciudad del río, del cerro y de los guasmos. Guayaquil ciudad viva, existente, ruidosa, parlante, ciudad atrapada en un puño, suelta como la silaba que llena la palabra amor.

Ciudad revuelta y escenario de revueltas, ciudad revolucionaria, moderna, cibernética, donde nacen todos los amaneceres, donde vienen a morir los cangrejos voladores después de la procesión del viernes santo. Ciudad libre no imaginada, creada y vuelta a imaginar. Ciudad erigida al andar, que vive una y otra vez hasta el bajar de las aguas.

Ciudad brava, difícil, dura, ciudad tierna ¿qué te mueve? ¿qué te inspira? Guayaquil ciudad envidiada. Ciudad indomable, despierta hasta caer el calor, despierta hasta la brisa, ciudad rezo, entonación, sensación, ciudad avispa.

Mis razones para pintar…

Dios me ha bendecido con diversos dones que inmerecidamente poseo.Me ha dado una inteligencia práctica para sobrevivir, una facultad para pintar y una facilidad para escribir.

Hay tres grupos de personas que ven los cuadros de un pintor. Hay un minúsculo conjunto seres que son los críticos de arte, que conocen de pintura pero no saben pintar. Otro grupo pequeño son los coleccionistas. Sin saber de arte, compran pinturas para presumir. Pero hay otro grupo mucho más numeroso, que está compuesto por la gran mayoría de personas que reaccionan negativa o positivamente frente a un cuadro; pero reaccionan.

Un pintor es aquél que despierta los sentimientos, emociones o sensaciones de aquellos que miran lo que pintó.

La pintura no es una distracción. Es como el aire para respirar. Constituye una de las principales razones para fundamentar el propósito de mi existencia.

¿Noventa y un años de qué?

Hace poco mi bisabuela cumplió 91 años. Celebramos su cumpleaños en un restaurante de ensueño, donde los peces hacían de techo y las paredes eran paisajes. Habían varias mesas alrededor de una mesa central donde estaban la torta y los dulces. Aquella era una torta especial decorada con naipes, las bolitas del bingo, una ruleta y demás sabores del juego; en representación de sus aficiones, pues ella ha sido siempre una gran jugadora. Del otro lado estaba la mesa del buffet saturada de carnes, pescado, ensaladas y risotto, para alimentar el cuerpo queriendo alimentar el alma; ¡y no lo sabemos!

Los invitados bebían y comían copiosamente en sus puestos. En sus rostros se reflejaba el alborozo del goce y la cercanía del encuentro. De vez en cuando se escuchaba una ruidosa carcajada y todos reíamos, aun sin saber de qué se trataba, para no desentonar el coro de la alegría. Entre los más jóvenes no podía faltar la tecnología y su capacidad para comunicarnos con los que están lejos e incomunicarnos con los que están cerca. Pero esa es otra historia.

El derecho al buen nombre

Todo ser humano tiene derecho a que su nombre sea limpio y a que nadie pueda enlodarlo con una calumnia o una mentira. Como bien advierte Rubén Darío en su verso “La calumnia”: “Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también, de ese modo, su fulgor obscurecer. Pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno.”

Hablar mal de otro es uno de los vicios más arraigados del ser humano. No hay vicio que dañe más el alma del ser humano que lo practica, que éste. La suspicacia, el creerse dueño de la verdad, hace que el hombre piense que es real el dicho: “Piensa mal y acertarás”. Es muy difícil que otorguemos el beneficio de la duda. Recuerdo una anécdota que leí hace un tiempo, de un chico que tenía su novia y un día, al ir a visitarla llevando la sortija de compromiso, para pedirle matrimonio, al llegar a la esquina, la vio en la puerta de su casa abrazando y besando a otro chico. Fue corriendo a su casa a escribir una carta grosera de rompimiento y al ir a entregársela, ella le contó feliz que su hermano acababa de regresar de la guerra y estaba en la Sala. No sabía luego, como romper esa carta.

Romper El Círculo Vicioso

Hoy en día no hay manera de evitar la Montana Rusa de emociones que los seres humanos pasamos a diario. Problemas en el trabajo, inconvenientes personales y por ende, tratar de mantener el balance entre estos dos mundos .

El stress siempre ha existido entre nosotros, pero definitivamente se agudiza por la cantidad de factores externos que agobian nuestro ambiente.

Según un estudio realizado por el departamento de psicología de la Universidad de Harvard, el stress mal manejado puede generar muchísimo daño (problemas físicos, psicológicos y hasta la muerte), sin embargo, una cantidad moderada del mismo puede ser beneficioso para el corazón. El hombre funciona como un filtro ante todo lo que sucede a su alrededor; puede aceptarlo y seguir para adelante o puede internalizarlo de tal manera que el stress siga creciendo dentro y termine por envenenarlo.

Economía, relaciones laborales y personales, los hijos, la familia, el trabajo, el trafico, la inseguridad, el entorno; todos estos detalles son el pan de cada día y en muchos casos, están empezando a manejar nuestra existencia.

SANTIAGO de Guayaquil. Una leyenda de amor

Muchos nos dicen “monos” (y creen que nos ofenden, cuando en realidad hasta nos hace gracia), otros se dicen a sí mismo “guayaquileño madera de Guerrero”, somos guayaquileños, ¡y eso es lo que importa!

Recordando algo de historia en este mes de Guayaquil en sus tradicionales fiestas julianas, los guayaquileños y guayaquileñas no debemos dejar pasar al olvido la leyenda que propicio el nombre de nuestra cálida ciudad.

Primero fue “Santiago”, y, es que los conquistadores españoles rendían así culto a su patrono, el apóstol Santiago. Llamando con ese nombre a la ciudad más grande de nuestro territorio. Lo que podemos decir, constituye para nosotros un gran honor. Luego, añadirían el nombre de “Guayaquil”.

Santiago, uno de los privilegiados “doce”, que iban y venían con Jesús, era hijo de Zebedeo y hermano de Juan, predicó el Evangelio hasta su muerte, cuando fue enviado a decapitar por el entonces rey de Judea, Herodes Agripa. Cuenta la tradición que al apóstol se le presentó la Virgen María en Zaragoza, la “Virgen del Pilar”, también patrona de los españoles.

Carta a Jaime

Jaime;

Soy un guayaquileño ya fatigado de tanto serlo. Más que cansado, soy un guayaquileño ya sin sueños. Cuarenta y cinco años radicado en este gran poblado y luchando con la pluma por y para soñar, porque si uno no sueña, prácticamente ha muerto. He sido activista combativo con la pluma y me entrometí en los quehaceres cívicos desde todos los ángulos posibles. Desde la Cámara de Comercio en 1.982 inicié una tarea cívica larga y sostenida. Logré como novato desesperado que se ubicaran 500 rústicos maceteros al cuidado de cada comerciante ubicado a lo largo de lo que en ese entonces se llamaba Boulevard 9 de Octubre. Abdalá llego a la alcaldía y los mandó a botar en alguna parte. Ya los jóvenes no se recuerdan, y de nada sirve traer a tiempo presente la cantidad de vicisitudes que anduvimos desde la Operación Guayaquil Protesta, que culminó políticamente con el desfile del yucazo, cuando te fotografiaron dando la señal del tubérculo a la caravana que la presidía Rodrigo Borja una vez que decidió por la fuerza pública tomarse la Avenida 9 de Octubre, un 9 de octubre. Me involucré en la Cámara de Industrias donde tuve la sensación de lo cívico se confunde con lo gremial, sin darse cuenta que el gremio vive y se desarrolla en una ciudad.

Un justo homenaje a mi querido Padre

Con sumo agrado fui partícipe de un pequeño, pero emotivo acto, en el cual a más de entregarle un acuerdo de reconocimiento de parte del señor Alcalde, a mi padre el doctor Piero Aycart V., se develizó en el Museo Julio Jaramillo, fotos del Conjunto “Los Bambinos”, quienes fueran durante las décadas del 50 y 60 del pasado siglo, íconos de cultura juvenil, en lo que a música se refiere.

Me contaban algunos historiadores del arte, que fueron “los Bambinos” quienes iniciaron la cultura de las agrupaciones juveniles musicales del Guayaquil de mediados del siglo XX, y también, quienes tuvieron la oportunidad de bailar con ellos, que el desarrollo de sus repertorios, fueron una exquisitez para sus oídos y que eran una incitación e invitación para un buen baile con la pareja que se quería conquistar.

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