13 noviembre, 2024

Comentario

Las princesas gemelas

Había una vez dos princesas gemelas que vivían en el reino de los sueños. Cada una habitaba en un castillo junto al de la otra y habían tenido todo lo que su padre el rey les había podido regalar durante su vida.

Desde muy pequeñas tuvieron lujos, riquezas y poder. Sin embargo su vida estaba vacía y las dos sentían que algo les faltaba para su felicidad.

Por las tardes salían a caminar por su jardín y se encontraban. La una era muy insegura y solo pensaba en como aplacar su inseguridad. Todo lo que hacía debía servirle para que se sintiera menos insegura y por ello desconfiaba de todos. Siempre pensaba que la engañaban y por eso tenía que tenerlo todo bajo su control.

La otra era segura de sí mismo y muy bondadosa. Siempre pensaba en la felicidad de los demás. Todo lo que hacía tenía sentido si beneficiaba a alguien y eso la llenaba de satisfacción.

El Reto

¿Qué tienen estos nombres en común: Yuto Miyazawa, Felix Baumgartner, William Trubridge, Oliver Favre, Richard Sandrak, Akrit Jaswal, Alex Honnold?

Son personas comunes que han logrado hacer cosas asombrosas.

Yuto Miyazawa tiene 11 años y en el 2008 entró al Libro de Guinness como el guitarrista profesional más joven del mundo.

El primer día del comienzo de su vida es el primer día del comienzo de mi muerte…

Soy un hombre cuya mayor virtud y su peor defecto consiste en expresar sus sentimientos. Lo que siento lo pienso y lo que pienso lo digo. Soy un convencido de que el amor que no se dice es como el amor que no se tiene.

Creo que la mayor fortaleza del hombre es su ternura y no hay un hecho más varonil que llorar por aquello que se ama.
Soy como soy y punto. Desde que nació convulsionó mi vida.

El propósito de su presencia sobre la tierra siempre ha sido decirme lo que yo debía hacer para complacerlo.

Cuando era pequeñito y aún no podía caminar, me salía de mi oficina por las tardes para llevarlo al parque. A pesar de no poder sostenerse en sus piececitos, lo agarraba de sus manitos para que pateara una pelota.

Todos los días salíamos a vivir la aventura del vivir. Aún recuerdo la locura de haberlo hecho coger la cola de un león en un circo de la Libertad. Lo creía más mío sin serlo; que de nadie.

Un corazón errante

En la calle veo algunas veces a un viejito caminar con una bolsa sobre la espalda y unos archivadores a la mano. Los años parecen haber encogido su cuerpo y ensanchado su espíritu. Luce el mismo pantalón oscuro y la misma camisa blanca todos los días, el cabello bien templado y la tez arrugada. En sus ojos cristalinos se reflejan los indicios de una sustancia acuosa que no se atreve a escapar; pareciera como si sus ojos estuvieran siempre llorando un llanto sin lágrimas. El viejito solitario camina por la tarde cuando arde el sol y camina aún por la noche con la luna de compañía.

Cada vez que lo veo brotan en el ambiente dos sentimientos muy humanos: compasión y ternura. Un día sentí curiosidad y le pregunté que cuál era su nombre. Jorge Luis, me dijo, y así inició nuestra amistad. Le dije que lo buscaría para tomarnos un café y conversar un rato. Al día siguiente fui a buscarlo en sus horas de trabajo. Se encontraba bajo un árbol saludando muy amablemente a los peatones y ofreciéndoles su producto. Me acerqué y lo llamé por su nombre. Que te llamen por tu nombre es para mí un gesto especial de reconocimiento. Parecía sorprendido y a la vez complacido. Él también me reconoció y sonreí por dentro. Lo invité a una cafetería que quedaba cerca. Nos sentamos en una mesa próxima a la ventana. Le pregunté que qué quería y me respondió automáticamente, como si lo hubiera anticipado ya en su mente: un pastel y un café americano.

Una enfermedad llamada cáncer (Primera Parte)

Por: Gloria Arteaga Calderón

Con todo mi corazón desearía que cuando esto sea leído ayude a alguien que, como yo, sufre de esta enfermedad llamada cáncer.

¡Qué terrible suena esta palabra que se siente cargada de dolor y de angustia!

Cuando supe que ella había tocado a mi puerta y yo le había permitido entrar, como ladrón silencioso trató de robar mi cuerpo y por qué no decirlo hasta mi espíritu. Me quedé muda como si un viento helado y huracanado me envolviera.

No sabía a dónde correr, no podía pensar, no podía llorar, quería gritar y decir: ¡a mí no!, ¡por favor ayúdenme! Pero nada salía de mis labios, estaba paralizada, tenía miedo, el terror me embargaba ¿qué iba hacer de mí?

Los dolores que sentía eran tan intensos, pero tan fuertes, nunca imaginé que esta enfermedad llamada cáncer, fuera tan devastadora, tan fulminante.

Y más aún jamás pensé que yo iba a ser escogida, que tenía que vivir por siempre y para siempre con una espada sobre mí. Pensaba mientras escuchaba las palabras “cáncer en la columna” y me dije: ¡ese es el que yo tengo!

Las Parcas

He encontraba a Las Parcas, las tres oscuras hermanas llamadas Cloto, Láquesis y Agropos, dueñas de la vida humana. Cloto preside el nacimiento, Láquesis daba vueltas al huso de la rueca de Cloto, y Átropos corta el hilo o mejor dicho, corta el hilo de la vida a quien le da en gana. Así Cloto hila e impide, Láquesis devana y se impone, Átropos corta y subsiste.

Entre sus dedos poderosos se inicia y termina la vida humana. En está tranquila hora nona he pedido a las parcas dejen su arduo, infatigable y castigador trabajo para que vengan a mi casa a comer cangrejos, serpientes y reelecciones. Casa caliente, como la tetera en que hierven los brebajes la dueña del manto que cubre todos los destinos.

El dedo de Dios está aquí.

¿Coincidencias históricas? El 15 de agosto de 1534, en la capilla subterránea dedicada a la Virgen en el Monte del Mártir (Montmarte) nombre puesto en honor a san Dionisio, mártir decapitado en ese sitio, 7 amigos, entre ellos el Sacerdote que ofició la misa, Pedro Lefevre (Pedro Fabro), se reunieron Ignacio de Loyola y su otro compañero de dormitorio, Francisco Javier y otros cuatro amigos, llegados en 1533 a París: Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, y Simón Rodríguez de Avedo quienes, con preparación de ayuno y oración, decidieron ofrecer sus vidas en bien de la Iglesia Católica, haciendo un juramento solemne de trabajar juntos, creando una comunidad religiosa, la Compañía de Jesús. El dedo de Dios había señalado a Íñigo de Loyola ese lugar de recuerdo del martirio de un Santo perseguido, para que se realice allí el juramento inicial que daría lugar, 6 años después al nacimiento de la Societas Jesu, S.J., orden religiosa comúnmente conocida como los jesuitas. A estos siete, se les unieron, luego del voto, 3 franceses Juan Codure, Pascasio Broët y Claudio Jayo, reclutados por Pedro Fabro.

El mismo 15 de agosto de 1534, Diego de Almagro, ante la atropellada venida desde la zona de manta de Pedro de Alvarado tratando de apoderarse de las tierras que Pizarro había dejado a su paso hacia la tierra de los Incas, funda la Ciudad de Santiago, en las Pampas de Liribabmba (cerca de la actual Riobamba), con la idea de trasladarla luego a las orillas del río grande, para que sea la Ciudad principal de estas tierras, y apenas 13 días más tarde, el 28 de agosto, funda también la villa de San Francisco, para que luego Benalcázar la corra al norte a la Capital del reyno de los Quitus.

¿Quién es realmente este hombre?

Cierta vez escuché decir a un entrañable amigo y sacerdote, desgraciadamente ya fallecido, que Jesús, siendo el hijo de Dios y siendo el personaje más maravilloso de toda la humanidad, nació en un humilde pesebre, rodeado de la más grande pobreza, rodeado de animalitos, y hasta de los deshechos que estos evacuaban (por decirlo de una mejor forma).

De aquello, la historia da plena fe a través de documentos en los cuales se destaca una carta del SUPREMO EMPERADOR, EL CESAR, quien un tanto preocupado por los comentarios que a él le habían llegado, le pregunta a su gobernador, Poncio Pilatos: “Me he enterado que allá existe una persona llamada Jesús que dice ser el Rey de los judíos. Podrías describirme quien es realmente ese Jesús, pues el único Rey y señor soy yo”. Pilatos le responde, y le dice: “Jesús es un individuo de pelo largo y ensortijado, color oro, y se peina con la raya en medio al estilo Nazareno. Su barba, del mismo color de su pelo, es también partida en la mitad. Viste humildemente una túnica y sandalias. Es prácticamente imposible sostener su mirada directamente a sus ojos. NO VISTE COMO UN REY, PERO TIENE TODO EL PORTE DE UN REY”.

Carta a Rafael Correa

No me dirijo al Presidente de la República. Me dirijo al ecuatoriano común que tiene un encargo que cumplir por un mandato ciudadano en un momento histórico determinado.

Me ha tocado la extraña suerte, sin ser cabildero, de haber estrechado la mano de muchos de los presidentes o jefes de Estado que se han sucedido en este país. A usted se la estreché cuando era un reciente candidato y acudió a una reunión de los jueves con los denominados “autonomistas” en el restaurante BonPain. Su locuacidad convenció a la mayoría de los presentes. En buena parte porque, además, el candidato opositor, Alvarito, es un tanto negado en el don de la palabra y rehuía a reuniones como éstas.

Usted se manifestó pro autonómico y se identificó con nuestras propuestas porque quedó en claro que no tenían dejo separatistas y se concentraban en lograr una efectiva equidad y proporcionalidad en la redistribución del presupuesto nacional, considerando la densidad regional y con fundamento en los índices de pobreza establecidos en base de los Censos Nacionales. Este fenómeno se atribuía al fuerte sistema presidencialista que hemos heredado desde el tiempo de la colonia, multiplicado por el activismo burocrático en beneficio de su lugar de residencia.

Del Discurso del Alcalde de Guayaquil Jaime Nebot-25 de julio de 2013

“Hagamos realidad nuevos sueños”

“…La meta es un Guayaquil donde las plagas del odio y del miedo no malogren la cosecha de libertad y progreso. Un Guayaquil de máximo bienestar, cuya magnitud física solo sea superada por la magnitud del orgullo y la felicidad de sus habitantes. Un Guayaquil capaz de aceptar cualquier desafío, de alcanzar cualquier objetivo y de vencer cualquier enemigo…”

Vale la pena decir, cómo salgo después de cada discurso de Nebot: pletórica de optimismo y fuerza para seguir luchando por este Guayaquil querido, aún desde mi propio sitial de Maestra y Periodista.

El Alcalde cuando informa las obras, que se las sabe de memoria y que él con su Concejo y el gran equipo de trabajo municipal las planea hasta su ejecución-lo hace sin petulancia, sarcasmos, ni complejos, siempre en presente, sin decir “los otros…… etc. etc.”

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