13 noviembre, 2024

Comentario

Complicidad y amistad

La amistad, como muy bien lo describe Cicerón, “no puede existir más que entre personas de bien… los que se comportan y viven de tal manera que se aprueba su fidelidad, su integridad, su ecuanimidad, su liberalidad; que no se ve en ellos ninguna ambición, ni capricho, ni audacia…”. La amistad verdadera está descrita adecuadamente en el diccionario de la Real Academia Española: “el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”, pero hay algo más, que tiene que tender al bien, a la honestidad. La amistad que tiende al mal, la asociación para delinquir, la unión para realizar actos reñidos con la ley, tiene otro nombre: Complicidad.

El Diccionario de la RAE describe la Complicidad como cualidad de cómplice, y cómplice en su primera acepción, como participante o asociado en crimen o culpa imputable a dos o más personas.

El Obstáculo

Antoine de Saint-Exupéry, famoso autor de El Principito, escribió en su libro Tierra de los Hombres: “El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo”.

¿Cuál es ese obstáculo que nos permite descubrirnos?

Nosotros mismos. Ese es el obstáculo y no otro.

Cada quien es su medida. Podemos obstaculizar nuestro paso por la vida o permitir que todo fluya. Vencer el obstáculo es irnos conociendo. Profundizar en lo que somos y en lo deseamos llegar a ser. Qué dejar, qué descartar.

El dolor y la fe

Hay dos clases de dolor: el dolor físico y el dolor del alma, y ambos provocan sufrimiento al ser humano. Creo que muchos, si se pudiera elegir, escogeríamos el dolor físico, porque podemos tener más control sobre él.

En todo caso el sufrimiento, el dolor, puede ayudar a fortalecer la fe y muchas personas pueden aferrarse a ella como a una tabla de salvación para poder salir adelante, o entrar en una duda incluso de la existencia de Dios, destruyendo la fe.

Perder un padre o una madre, nos hace huérfanos, perder el esposo o la esposa, nos convierte en viudos, perder un hijo… no tiene nombre. Estas duras pruebas por las que tenemos que pasar, son quizás los sufrimientos más profundos del alma.

A mi madre

Esta es la primera carta que te escribo en mis casi 32 años de vida. No sé cómo pude perder tanto tiempo y oportunidades para manifestarte cuánto valoro que estés al frente de mi familia. Por eso ha sido muy importante para mi pensar bien lo que en estas líneas quiero decirte, sobre todo porque estoy seguro de que estás viviendo momentos muy especiales en un fantástico encuentro con Dios en el que todo se transforma en susceptibilidades. En realidad lo que menos quiero ahora es que llores o que te desconectes de la paz y del gozo que muy seguramente ha tocado tu corazón en las últimas horas. Pero no encuentro más palabras para dirigirme a ti que las que causan sentimiento porque también estoy muy emocionado.

Tengo un mar de agradecimientos para ti. Te agradezco primero por haberme deseado mucho desde antes de mi concepción (así me lo repites cada madrugada de mi cumpleaños después de cantarme las mañanitas). Te agradezco por haber sido valiente y haberme dado la vida. Te agradezco por haber tolerado y sufrido con paciencia todas las cosas malas de tu época de esposa en el afán de que la figura del padre no me falte mientras crecía. Te agradezco por la devoción con la que educaste mi conocimiento y mi espíritu, pues tú has sido la inspiración y el talante para no dejar de ser católico cuando otras iglesias me tentaban en los momentos en los que erróneamente creí Dios me había abandonado. Te agradezco por el amor y la obsesión con los que me has cuidado y has procurado hacer de mi una persona de bien. Te agradezco por el inmenso sacrificio físico y mental al que te has sometido durante toda tu existencia por darme, incluso en la actualidad, el pan de cada día. También te agradezco por tu fortaleza y carácter fuerte porque con él me has hecho reaccionar cuando he estado desorientado. Pero muy particularmente te agradezco por la paciencia y resignación con la que me has aceptado tal como soy.

¡Depende de la variable!

Una gran amiga, dilecta y respetada, autoridad de una gran Universidad guayaquileña me escribía al facebook diciéndome medio en serio, medio en broma, que uno de sus ensayos había sido publicado por una institución costarricense de nivel superior. Por supuesto me alegré de tal logro sobre todo por conocer la brillantez y preparación académica de la persona a la cual me refiero. Como respuesta me decía, esta vez en broma, que no escribía como yo todas las semanas en los medios. Entonces, mi respuesta, en broma, por supuesto, fue… “depende de la variable…”

La casa propia

Entre los pocos buenos hábitos que tengo está el ir a Misa diaria. Uno de mis hijos hace lo mismo cada día. Él va a la misa de las cuatro de la tarde que celebran en la capilla de la UEES. Ya que estudia en esa universidad.

Unas pocas semanas atrás fui a la UEES por algún motivo que ahora no recuerdo. Como es mi costumbre pasé por la capilla, iba a saludar a Jesús en El Sagrario. Vi el cartelito que está colocado a la entrada, decía: “Misa de Lunes a Jueves, 4 P.M.” Miré el reloj eran justo las cuatro en punto. ¡En buena hora! Entré. Tuve la grata sorpresa de ver que mi hijo estaba ahí, listo para escuchar la misa. A la salida comentamos. Vengo a esta misa dijo mi hijo porque el padre Richard es espectacular. Tienes razón Respondí Habla bien, claro y conciso. Sobre todo la misa es rápida.

La amistad

Cedo mi espacio de hoy a Marco Tulio Cicerón. Voy a copiar en este artículo algunas citas de su escrito de hace más de 2050 años (44 a.C.) , sobre “La Amistad”:

“El afortunado que tiene un buen amigo es un hombre rico, porque tiene un verdadero tesoro. Y tesoros hay pocos.”

Sobre la muerte de Escipión: “Pienso que a Escipión no le ha sucedido nada malo. Me ha sucedido a mí si es que algo malo ha sucedido. Ahora bien, el angustiarse gravemente por las desgracias propias es cosa de quien se ama a sí mismo, no al amigo.”

El Ecuador que todos queremos, está justo en nuestras manos.

En estos momentos me estoy preparando para someterme a una cirugía que en definitiva va a cambiar el rumbo de mi vida; debería estar estresado, SÍ, lo estoy y bastante, pero más allá de ese sentimiento que nos embarga, al desconocer que nos deparará el futuro, tomé una decisión, y seguiré firme en la misma, aunque las modificaciones que debo realizar a mis esquemas mentales, en este caso alimenticios, son similares a la de dar un giro de 180 grados, a los cuales he hecho un compromiso familiar, y para conmigo, que lo voy y lo debo cumplir.

Así mismo, puedo comentarles también, que la semana anterior, tuve el enorme agrado y oportunidad de participar en un seminario de Liderazgo, brillantemente coordinado por el Instituto Nacional Demócrata, (N.D.I), que es una ONG internacional, cuyo principal objetivo es fortalecer las democracias en los países donde voluntariamente intervienen, y en el cual participamos 25 miembros de partidos de distinta tendencia y visión del quehacer político, desde Pachacutik hasta Social Cristiano, pasando por el partido de Gobierno actual, Movimiento Ruptura, Sociedad Patriótica, Prian y Concertación del señor Montúfar.

Manifiesto Del Frente de Mujeres de la Junta Cívica de Guayaquil

Las mujeres de Guayaquil, conscientes de su trascendental papel en la historia de la sociedad guayaquileña y que concierne a todo el Ecuador declaran en su manifiesto:

Reafirmar la fe en Dios y el compromiso con la fuerza cívica, con el valor de la mujer como pilar de la familia y de la sociedad.

En los Cien Años del Día Internacional de la Mujer

Rescatar el rol de la mujer como base fundamental en la formación de ciudadanos valientes, honestos, emprendedores, trabajadores y patriotas. Pero sobre todo como formadora de seres humanos coherentes consecuentes y valientes, llamados a la excelencia para trabajar con espíritu de servicio por el progreso de nuestra ciudad, provincia y país.

Lo que aprendí de ella

Era yo una adolescente cuando conocí a Madre Paloma Gutiérrez y ahora que me pongo a pensar, era ella una mujer joven. Habrá tenido no más de cuarenta. Recuerdo el primer sentimiento hacía ella: temor. Autoritaria, seria, estricta, de pocas pulgas. En pocas palabras ¡bravísima!

También recuerdo que un día no sé cómo ni cuándo apareció el sentimiento mayor, el que cubre a todos los demás: un inmenso cariño. Por qué tan grande ese cariño. Porque son muchas cosas las que aprendí de ella. Son muchas cosas, si se pueden llamar cosas las que ella me enseño. Las que debo agradecer porque me han servido para sobrevivir en un mundo que no siempre ha sido de lo más apetecible.

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