24 noviembre, 2024

Historia

Olmedo, Guayaquil y su Aurora Gloriosa – Parte II

El Acta del Cabildo da fe que se nombró como Jefe Político al señor doctor José Joaquín de Olmedo, por voluntad del pueblo y de las tropas, y que Olmedo prestó “el juramento de ser independiente, fiel a su Patria, defenderla y coadyuvar con todo ello que encierre a su prosperidad”. Este juramento lo cumplió mientras duró el mando, haciendo frente con denodada entereza al mismo Bolívar. Pero el problema más arduo y que más sinsabores le iba a causar, era la presión de la anexión de Guayaquil, por Bolívar y San Martín, a una de las dos grandes nacionalidades que le rodeaban. ¿República Independiente?, ¿República Equinoccial con Quito?, ¿anexión al Perú o anexión a Colombia? Olmedo, siempre fiel a su juramento, prefirió mantener la independencia de Guayaquil, y jamás se inclinó hacia ninguna fuerza, ora colombiana, ora peruana.

Olmedo, Guayaquil y su Aurora Gloriosa – Parte I

José Joaquín de Olmedo y Maruri nació el 20 de marzo de 1780, hijo del capitán español Miguel Olmedo y Troyano, y de la guayaquileña Ana Francisca de Maruri y Salvarría. Estudio en Quito, en el Convictorio de San Fernando, donde aprendió Latinidad y Gramática Española. En 1794, parte a Lima para continuar sus estudios donde realiza toda su preparación académica. Después de dejar el Colegio San Carlos en 1799, ingresó a la Universidad de San Marcos de Lima, donde estudió Filosofía y Matemáticas. El 15 de junio de 1805 obtuvo el doctorado en Jurisprudencia y el 6 de noviembre, alcanzó el de Derecho Civil. Olmedo fue amigo de Vicente Rocafuerte desde la infancia, éste había nacido el 1 de mayo de 1783, desde jóvenes coincidieron en ideales políticos. Simón Bolívar Palacios, con quien ellos tendrían fuertes diferencias había nació en Caracas, el 24 de julio de 1783. Es decir, todos tres, tenían similar edad.

La Gran Calamidad

Este año se cumple el centenario del inicio de la I Guerra Mundial, acontecimiento que con toda seguridad los distintos medios informativos se encargarán de recordarnos. Y a cien años vista qué pensará la gente sobre esta contienda que comenzó en el verano del ya lejano 1914 para terminar a finales de 1918. Pues seguramente que fue una guerra más de otras tantas que alberga nuestra historia, donde ganaron unos y perdieron otros. Pero si escudriñamos un poco en esos cuatro años largos, seguro que descubrimos cosas que invitarán a nuestra mente a que nuestra opinión sea algo más abierta.

Parece ser que los peritos en asuntos de batallitas coinciden en que el motor de la guerra fue la Alemania militarista del káiser alemán Guillermo II, quien debía albergar delirios de grandeza y conquista. Situémonos en los inicios. Nos encontramos en la ciudad de Sarajevo, una ciudad que por entonces pertenecía al imperio austro-húngaro; una fecha: 28 de junio de 1914, dos personajes: el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro y su esposa, amigos del káiser alemán, y un incidente: el asesinato de ambos por parte del serbobosnio y miembro de una organización llamada Mano Negra. Pues éste fue el pretexto ideal que encontró Guillermo II para satisfacer sus ansias de conquista.

Olmedo presidente del Gobierno Provisorio

La vida de José Joaquín de Olmedo, como la de cualquier persona, se divide en etapas. Las más importantes de él en su vida pública son: desempeño en las cortes de Cádiz, participación en la Independencia de Guayaquil, presidencia del Gobierno Provisorio, elaboración de la primera constitución cuando Ecuador se convirtió en república, actividades en Perú, estadía en Londres y participación en la revolución marcista en 1845. No todas sus fases han sido estudiadas en detalle. Los libros de historia no profundizan su actuación como Presidente del Gobierno Provisorio entre noviembre de 1820 y julio de 1822, período indispensable para la independencia de Ecuador. Rocío Rosero Jácome, en su obra Olmedo Político, Patriota o Desertor, apenas dedica 20 páginas de las 580, a describir la labor de Olmedo en esos años.

Preguntas sin respuestas- ¿Por qué San Martín se entrevistó con Bolívar en Guayaquil?

Sobre el descubrimiento de una carta confirmando que la entrevista de San Martín con Bolívar fue para proponerle que un príncipe europeo gobierne los territorios liberados y además San Martín expresarse mal de parte de los guayaquileños, me sorprende que el investigador ignorara valiosa bibliografía, como el libro del Coronel Jerónimo Espejo, acompañante de San Martín en Guayaquil y escritor de la Entrevista de Guayaquil, describiendo en detalles la visita. Numerosos documentos evidencian que ellos trataron varios temas. Sobre la propuesta del príncipe rechazada por Bolívar, es irónico ya que este tenía ideas similares, no olvidar su expresión: “He arado en el mar”.

Después de la tercera reunión con Bolívar, San Martin decidió zarpar la noche del segundo día; no esperó terminar el baile que el Cabildo había preparado en su homenaje. Todo historiador debe preguntarse, ¿por qué San Martín no se quedó hasta finalizar el evento social, dormir en Guayaquil y regresar a Perú al día siguiente? ¿Se sentía incómodo y molesto con Bolívar? Hay documentos que lo confirman. ¿Por qué hubo tres entrevistas para tratar el tema del príncipe? ¿No bastaba una?

Egipto

Faruk I (1920-1965), fue el último rey de Egipto; como todo déspota, vivió una vida de lujo, de excesos y despilfarros, lo que contrastaba con el hambre y la pobreza que sufría su pueblo. Tras su caída en 1952, cuatro generales han ocupado la presidencia de Egipto durante 59 años: Mohamed Naguib, Gamal Abdel Nasser, Anuar el Sadat y Hosni Mubarak.

Naguib encabezó la llamada “Revolución de los Oficiales libres”, gobernó durante los diecisiete primeros meses de la nueva República Árabe de Egipto; le sucedió en el gobierno Nasser, este militar es recordado por los egipcios con idolatría, gobernó desde 1954 hasta 1970, padre del panarabismo y modernizador de Egipto. Nasser emprendió grandes proyectos como la construcción de la presa de Asuán y nacionalizó el canal de Suez. En 1967 Egipto sufrió una derrota militar en la Guerra de los Seis Días. Este líder trascendió en la historia mundial, el “nasserismo” se acuñó como sinónimo de nacionalismo.

Conflicto Árabe-Judio (IV)

En nuestro encuentro anterior nos quedamos con el triste éxodo que inundó de refugiados árabes los territorios contiguos a Palestina. Los líderes de estos países que acogieron a los refugiados son también árabes y de alguna manera esperaban el final oficial de la soberanía británica para actuar, pero no todos ellos albergaban los mismos intereses. Y cuáles son?

Por un lado está Abd Allah de Transjordania, hijo del que fuera jerife de la Meca y cabeza de la dinastía de los hachemíes a quien los británicos le habían prometido el gobierno de un único estado árabe a cambio de su ayuda en la lucha contra el imperio otomano; pues bien, el muy respetable hijo del jerife negoció secretamente con los judíos a quienes prometió aceptar su nuevo estado a cambio de que les dejaran apoderarse del territorio prometido al Estado Palestino. Transjordania era una especie de corredor a través del desierto que comunicaba las dos zonas de influencia británica: Irak y Palestina.

Historia de dos pueblos

Estoy segura que en más de una ocasión,
tertuliando con amistades, familiares y
demás allegados, os habréis encontrado
hablando y escuchando sobre un tema de
preocupación social como es, el devenir de
este mundo nuestro, un mundo, una tierra
que aunque generosamente nos ha dado
la vida, a veces, sentimos vergüenza de
haber brotado de ella, especialmente
cuando nos da por reflexionar sobre la
desigualdad social, la pobreza y miseria
que invade un gran territorio del planeta,
las guerras y enfrentamientos y es
entonces cuando uno de los contertulios
se lanza a la aventura de pronosticar una
Tercera Guerra Mundial, y entonces surge
la pregunta premio, cuál sería la chispa de
este macroconflicto?, en qué lugar de
nuestro planeta saltaría esa chispa? Qué
lugar del mapa terrestre elegirían los
poderosos para iniciar el conflicto y estoy
segura que la mayoría de los asistentes
coincidirían en elegir Palestina, donde
árabes y judíos conviven a duras penas.

Pero, por quién decantarse, quiénes son
los buenos y quiénes los malos, quiénes
tienen más derecho sobre la tierra que
habitan? No es fácil responder a estas
preguntas, así que os propongo consultar
la historia de estos pueblos, reflexionar
sobre la misma y alcanzar un criterio
razonable y juicioso que mostrar a
nuestros contertulios en una próxima cita.

Bolívar en Lima

Bolívar apenas permaneció por tres años en el Perú, llegó como libertador en septiembre de 1823, y a los cinco meses ya era Dictador. Tan pronto llegó a Lima derogó la constitución liberal vigente en ese país, que había sido el resultado de debates parlamentarios e impuso su constitución boliviana. Llevó al Perú a sus amigos y deportó a todo político opuesto a sus ideas aristocráticas, centralistas y vitalicias. A los tres años había aceptado ser Presidente Vitalicio, pero debió salir subrepticiamente hacia Colombia y Venezuela que ardían en inquietudes políticas y rebeliones, amenazando su sueño colombiano, que se le escapaba como agua entre los dedos.

“Ayer he recibido un oficial posta de Panamá, trayéndome la noticia de que el general Páez (José Antonio) ha desobedecido la orden que le dio el gobierno a consecuencia de la acusación que se introdujo contra él en el senado (…) Sea lo que sea, yo me he determinado ir a Colombia a arreglar este desorden, que nos sería tan funesto y a dar la última mano en la consolidación de Colombia que está amenazada de una ruina completa” (carta al general Gamarra, 28/06/1826).

“Por este correo será Vd. Informado de los últimos acontecimientos en esta capital (Lima), que, a la verdad se ha mostrado muy superior a cuanto podía esperarse del pueblo más agradecido. El Colegio Electoral de esta provincia ha sancionado unánimemente la constitución boliviana y me ha proclamado presidente perpetuo” (Ídem,18/08/1826).

Los temores de Bolivar

El fantasma por los efectos de una anexión contraria a la voluntad de los guayaquileños, persiguió por mucho tiempo al Libertador: “En cuanto yo me vaya a Bogotá cargarán al galope todas las pretensiones de estos señores guayaquileños, peruanos y quiteños sobre el pobre general Sucre, al que le conceden eminentes cualidades menos la energía. Aseguro a Vd. con franqueza que, a pesar de la aparente tranquilidad en que nos hallamos en el Sur, yo comparo este país con el Chimborazo, que exteriormente está muy frío mientras que su base está ardiendo (…) Vd. crea amigo que esto está sumiso porque yo estoy aquí con 2.000 hombres de la Guardia y que estos 2.000 hombres no bastarían, si yo me fuese antes de dejar bien establecido el sistema” (Bolívar a Santander, 13/08/1822). Esto es lo que muchos historiadores ecuatorianos llaman sumisión voluntaria.

Otros que tratan sobre la independencia y de los años colombianos, tienden a minimizar las conquistas de Guayaquil, y sus luchas por la independencia. Parece ser que apocarlas es el único medio de elevar los méritos de sus propias comunidades o provincias. Al referir acontecimientos de significación histórica, que han demandado sacrificios a Guayaquil y a todo el litoral, lo homogenizan con el término “país quiteño”, es decir, la negación histórica de nuestras individualidades y diferencias. Según se entiende, con esto quieren incluir a todo el país en una sola identidad, lo cual no es así. Cuando se refieren al Departamento del Ecuador, no omiten colocar a Quito entre paréntesis, dando a entender lo de siempre, que tampoco existen en la Sierra ni siquiera Guaranda, u otras ciudades que la capital, ni otros ciudadanos que los capitalinos.

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