La muerte
Entre las poesías de Buesa, hay una que me intriga y me fascina. No tiene título y se encuentra en uno de sus libros, en medio de otras, así mismo, sin título.
Se refiere al paso que todos daremos en algún momento, al final de nuestras vidas y a la forma como esperaremos ese momento.
Filosofar sobre el momento final de nuestra existencia es algo por lo que algunos muestran un recelo y un temor, para mí infundados, puesto que hasta ahora no he conocido a nadie que no vaya a dar ese paso en algún momento de su existencia, si es que no lo ha dado ya.
Para mí, Morir es el epílogo más hermoso de una existencia plena. Lo importante no es ese momento, sino lo que ha ocurrido, lo que hemos hecho en ese camino que el tiempo nos permitió discurrir entre nuestros semejantes. Lo que uno hizo y lo que uno dejó sin hacer, lo que uno sembró en el corazón de los demás, las raíces que se ahondaron en nuestra alma y las que se secaron por caer en tierra árida o perjudicial para ellas. El balance global y el destino eterno, lo va a dar Dios, cuando llegue el momento de nuestro juicio final.
Balada en la Alameda
Siguiendo con los versos de José Ángel Buesa, quiero presentar ahora uno de sus versos más cadenciosos, un estilo antiguo de versificar, que es muy musical y agradable. Creo que en la poesía romántica en general, Buesa es un referente obligado para las almas que interiorizan los sentimientos.
Duele ver cómo el mundo ha ido dando la vuelta y del amor romántico y tierno, se ha pasado al deporte sexual, donde lo que importa es el placer, no el sentimiento.
Me da pena ver el camino que le queda a nuestros descendientes. Quizás soy un negativista por mi forma de pensar retrógrada, pero creo que el amor debe ser la base para toda relación humana. Si no se ama, no se vive. La vida puede tener todo el erotismo que le queramos poner, pero si no hay amor, no hay vida. Los sentimientos deben aflorar y por ello, creo que el leer poesías románticas ayuda a llevar ternura al alma y a la relación humana. La intimidad del hombre y de la mujer es el sitio más íntimo del ser humano. Si se lo presenta abiertamente a todos, deja de tener esa intimidad que nos lleva al deseo de conquista de la otra persona.
La puerta
Para mí, lo maravilloso de la poesía romántica, está en el expresar la ternura de una situación, o de un amor que une a dos personas.
Uno de los poetas que destaca, sobre todo por su forma de hacer comparaciones con las situaciones comunes de la vida es José Ángel Buesa, poeta del cual he hablado ya mucho y he publicado varias de sus más hermosas poesías.
Tiene una sutileza para expresar, una sencillez de lenguaje que admira y una forma de llegar al fondo del alma, que aún en sus poesías de tono erótico, o al referirse a situaciones de reclamo o de reproche, es tan dulce como lo vemos en esta poesía, “La puerta”, que presento a continuación:
Sin corazón
Federico Barreto Bustíos, el poeta del que estamos hablando, tiene otra poesía de despecho e ira contra la mujer. Por la dramática exposición, creo que vale leer este verso.
SIN CORAZON
(Federico Barreto)Loco de rabia y despecho
resolví en cierta ocasión,
abrir a mi amada el pecho
y arrancarle el corazón!“Así sabré, dije, fiero,
si el corazón de la ingrata
que sin piedad me maltrata
es de piedra o es de acero!”
Por los Padres (II)
Veamos algunos versos a los padres que vale la pena ser rememorados:
Comencemos (ya que tenemos la alegría de tener un Papa argentino), con un verso de Héctor Gagliardi: “El Padre”
El padre
Héctor Gagliardi (argentino)¿Y negra? ¿Te puedo hablar?,
ya los pibes se han dormido,
así que dejá el tejido,
que después te equivocás.
Que hoy te quiero preguntar
porqué motivo las madres
de la mañana a la tarde
amenazan a sus hijos
con ese estribillo fijo:
¡Ah, Cuándo venga tu padre…!
y con tu padre de aquí
y con tu padre de allá,
resulta de que al final
al verme llegar a mí,
lo ven entrar a Caín
y escapan todos lados.
Y yo, que vengo cansado
de trabajar todo el día,
recibo, por bienvenida
una lista de acusados…
A la orilla del mar
Uno de los más bellos sonetos de Federico Barreto es este, en el que describe una de las realidades maravillosas del amor en sus últimos versos: A LA ORILLA DEL MAR Federico […]
Antes que tú
Definitivamente los tiempos cambian. Para poder entender esta poesía de Federico Barreto, hay que ubicarse en su tiempo, o cuando menos en la época en que los de mi edad o mayores, estábamos en los 15 abriles.
En esa lejana época, se creía que la mujer debía llegar virgen al matrimonio. Ahora los tiempos han cambiado. Hasta las ballenas usan bikini. Prácticamente el único traje de baño que se puede comprar de una pieza es un monokini, es decir, un bikini sin la parte superior. Al hombre le gustan las “grillas” que bailan el “perreo”, que gustan de jugar a la “ruleta sexual”, y las madres se ponen felices cuando sus hijas bailan imitando a Madonna, a Lady Gaga, a Shakira o a cualquier otra artista que baile con movimientos sensuales, o mejor dicho, sexuales.
La costumbre social ha ido calando fuerte en el alma del ser humano. Ahora es común que los enamorados vivan juntos y consideran una aberración el casarse sin haber probado si son o no compatibles sexualmente. Le damos demasiada importancia a lo material, a lo físico, al hedonismo, a la diversión. Como alguna vez me dijo una madre: “la que no exhibe no vende”. Sigo creyendo, capaz ingenuamente, que la mujer no es un objeto sexual que se compra y se vende. Para mí, la riqueza espiritual de la mujer es lo más hermoso que ella tiene. La moral debe ser respetada, así como debe ser respetada la mujer. A mi modo de ver es ella misma la que se degrada, al aceptar mostrarse desvestida en público y al permitir que se la mancille con las letras de las canciones y los insinuantes bailes actuales.
Regalo de Bodas
Siguiendo con Federico Barreto, veamos ahora su irónico “Regalo de bodas”:
Regalo de Bodas
Olvidando mi pasión,
a otro hombre le has dado, infiel,
tu mano y tu corazón…
Pena me da tu traición,
pero más el triunfo de él!Pobre! Cree que tú harás
su felicidad aquí;
pero como eres falaz,
a él también lo engañarás,
como me engañaste a mi!Pobre! Te juzga una diosa
casta, sencilla y constante,
y no sabe él una cosa:
que antes que fueras su esposa,
has sido, ingrata, mi amante!
Más allá de la muerte
Una bella y trágica historia de amor, al estilo de Romeo y Julieta, es la que nos relata José Federico Barreto en más allá de la muerte.
Disfrutemos esta hermosísima poesía:
MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Federico Barreto
Es invierno, y una noche negra, fría y tempestuosa.
En la lúgubre capilla de un asilo monacal,
yace el cuerpo inanimado de una joven religiosa
que, agobiada por la pena, se murió como una rosa
arrancada de su tallo por el fiero vendaval.Blanco traje que realza su magnífica belleza,
simboliza su inocencia, su bondad y su candor;
rosas blancas en capullo le circundaban la cabeza,
y parece aquella virgen que murióse de tristeza,
una novia desmayada en su tálamo de amor…
José Federico Barreto Bustíos
José Federico Barreto Bustíos fue un poeta peruano conocido como el cantor del cautiverio. Nació en Tacna, Perú el 8 de febrero de 1862 y falleció en Marsella el 30 de octubre de 1939. Su padre, del mismo nombre, fue Coronel de Infantería del Ejército peruano. Federico vivió en Tacna durante la ocupación chilena que siguió a la guerra del Pacífico y llevó a cabo una intensa vida intelectual y periodística, abogando por la peruanidad de los territorios ocupados por Chile y oponiéndose a que pasen a ser chilenos. Integró la Comisión de propaganda de la delegación peruana, para el plebiscito (que nunca se llevó a cabo) para decidir si esas tierra eran peruanas o chilenas y escribió Frente al morro, un diario de la vida a bordo del buque “Ucayali”, en el cual se estableció la delegación peruana frente a Arica.
Miembro fundador del semanario El Progresista y del Círculo Vigil. Con su hermano José María integró el grupo literario “La Bohemia Tacneña”, en cuya revista literaria colaboraron escritores como Rubén Darío, Clemente Palma, Enrique Rodó y José Santos Chocano. Fue Co-Director con su hermano José María del Diario La Voz del Sur, Cuya Imprenta fue destruída por una turba, mientras publicaban los Diarios La Voz del Sur y El Tacora.