Medardo Ángel Silva
He dejado pasar más de un año de haber comenzado a publicar la poesía de la semana, para hablar de un poeta ecuatoriano, aparte de lo que publiqué de nuestro Prócer y verdadero genio de la libertad del Ecuador, nuestro Patriota, Don José Joaquín de Olmedo y Maruri.
Vamos ahora a hablar del poeta romántico, guayaquileño, que perteneció a la generación decapitada, que nació en Guayaquil el 8 de junio de 1898 y falleció prematura y trágicamente, el 10 de junio de 1919, dos días después de haber cumplido 21 años. Escritor, músico, poeta y compositor, es considerado el mayor representante del modernismo en la poesía ecuatoriana.
Quedó huérfano a muy temprana edad y su madre, con la pequeña pensión que recibía, construyó una casita en la Avenida del Cementerio. Entró a estudiar en la Escuela de la Filantrópica, cercana a su casa. Es factible que su fijación por la muerte pueda venir de su niñez viendo pasar los cortejos fúnebres frente a su casa. Le gustaba la música y solía practicar el piano en el Convento de San Agustín.
Ismael Enrique Arciniegas
Vamos ahora a hablar de otro poeta, esta vez, un poeta de nuestra vecina Colombia. Ismael Enrique Arciniegas nació en Curití, Santander, el 2 de enero de 1865. Inició estudios (que no terminó) de Humanidades en Duitama y de Jurisprudencia en la Universidad Católica de Bogotá. Creyendo que su vocación era el sacerdocio, ingresó en el Seminario Conciliar de Bogotá, que también abandonó, pero allí tuvo como Profesor a José Joaquín Ortiz, quien tuvo gran influencia en su vida literaria. Su producción se encuentra entre el romanticismo y el modernismo. Está considerado como el precursor del florecimiento intelectual Santandereano.
En Bucaramanga comenzó a ejercer el periodismo, profesión que mantuvo el resto de su vida. Fundó El Impulso en 1887, luego dirigió la República y El Eco de Santander, desde donde hizo política. Participó en la guerra civil de 1895, alcanzando el grado de Coronel. Luego inició la carrera diplomática, yendo a Venezuela, Chile, Ecuador, París y Panamá, y ocupó la cartera de correos y telégrafos. Casó con Victoria Schlessinger Cordovez, con quien tuvo 2 hijos.
A mi Viejita
José Ángel Buesa nació en Cruces, cerca de Cienfuegos, Cuba, el 2 de septiembre de 1910. A los siete años empieza a escribir sus primeros versos. En su adolescencia, se muda a Cienfuegos a continuar sus estudios con los Hermanos Maristas. Aún joven se traslada a La Habana, donde se incorpora a los grupos literarios existentes y empieza a publicar sus versos a los 20 años (1930), con un inmenso éxito. Fue también novelista, escritor de libretos para radio y televisión y Director de célebres programas radiales en estaciones de Cuba, hoy inexistentes. Se dice que las primeras palabras que se oyeron en la televisión cubana (1961), fueron de uno de sus versos.
Con la revolución, se vio obligado a abandonar su patria y empezó una dura y penosa peregrinación por España, Islas Canarias, El Salvador y finalmente Santo Domingo, en la República Dominicana, donde falleció el 14 de agosto de 1982. Fue Catedrático de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña de Santo Domingo, en la República Dominicana.
Más Buesa
He aquí otros versos de Buesa. Si hay algún poema de este u otro autor que alguien desee, pídamelo y trataré de conseguirlo.
Poema para el crepúsculo
José Ángel BuesaI
Hora de soledad y de melancolía
en que casi es de noche, y casi no es de día.Hora para que vuelva todo lo que se fue,
Hora para estar triste, sin preguntar por qué.Todo empieza a morir cuando nace el olvido
y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido …Y es tan agria esta angustia, terriblemente cierta
de un gran amor dormido, que de pronto despierta.
Poema del Renunciamiento
Vamos a continuar un tiempo con José Ángel Buesa. A mi modo de ver, entre los poetas románticos del siglo pasado, Buesa destaca por la facilidad de su verso, sus metáforas y el romanticismo puro que nunca es vulgar.
Reconozco que es uno de mis favoritos. En mi próxima entrega contaré más de él.
Hoy quiero presentar la primera poesía que le abrió el corazón de la gente y a la que él mismo le dedicó luego un poema. Vale la pena disfrutar del Poema del renunciamiento, y luego podremos leer el Poema del poema.
José Angel Buesa
Ya hemos hablado algunas veces de José Ángel Buesa, poeta cubano, romántico, quien murió en el exilio en República Dominicana, en 1982. Si algo caracteriza a Buesa en su poesía, es su verso fácil y su modo de explicar todo con metáforas.
Presento, en esta ocasión cuatro hermosas poesías escritas por este genio de la poesía simple, romántica y sentimental, de fácil versificación y ritmo, que enamoran el alma.
LIED
José Ángel BuesaMi corazón se queda aunque mi amor se vaya,
porque el recuerdo nace de un ansia de olvidar.
Tu amor tiene la tibia ternura de una playa,
mi amor es inestable como el viento y el mar.Aunque mi amor se vaya, no has de quedarte sola,
pues te dejo el reflejo de la luz que encendí.
Tu amor es una playa, mi amor es una ola
Y necesariamente yo he de volver a ti.
Tu partida me partió
Te fuiste a un viaje a las estrellas,
Presuroso ascendiste al infinito,
Te convertiste en la luz de un espacio sin espacio,
Dejándome un vacío imposible de llenar.
Quisiera caminar cogido de tu mano por la playa,
Recuerdo cuando mis endebles pasos pretendían alcanzar los tuyos,
Extraño nuestros paseos hacia las caídas de sol,
Cada vez que miro al mar me lleno de nostalgia,
Rememoro cuando me hablabas de la vida y las estrellas.
No sabes la veneración que tenía por tí,
En mi memoria están grabadas las caricias y tus besos,
Aún regresan a mi mente las noches que dormí sobre tu pecho,
Añoro esa incontrolable sensibilidad que te emanaba y hacía tuyos los problemas de los otros,
Admiro tu eterno compromiso para ser la voz de los sin voz.
Extraño tu cariño; tú ternura, tú dulzura,
A buen juez, mejor testigo 9-VII-12
José Zorrilla y Moral fue un poeta y dramaturgo español que nació en Valladolid el 21 de febrero de 1817 y falleció en Madrid el 23 de enero de 1893. Su padre era un hombre conservador y absolutista, seguidor del relator de la Real Cancillería. A sus 9 años, se trasladaron a Madrid, donde su padre trabajó como Superintendente de policía y él ingresó al Seminario de Nobles, regentado por los jesuitas, donde participó en representaciones teatrales escolares. Muerto Fernando VII, su padre fue desterrado a Lerma (Burgos) y él fue enviado a estudiar derecho a la Universidad de Toledo, bajo la vigilancia de un pariente canónigo en cuya casa de hospedó; pero como se distraía en otras ocupaciones, el canónigo lo devolvió a Valladolid para que siguiera estudiando allá, junto a sus padres, pero por su carácter díscolo, la rigidez de los estudios su atracción por el dibujo, las mujeres y la literatura de los diversos maestros de la época, su padre desistió de sacar algo de él y mandó que lo llevaran a Lerma, a cavar viñas. A medio camino de su destierro, robó una mula y huyó a Madrid y se inició en su hacer literario, frecuentando ambientes artísticos y bohemios y pasó por períodos de mucha penuria. Fingió ser artista italiano para dibujar en el Museo de las Familias, escribió y publicó algunas poesías y discursos revolucionarios y terminó perseguido por la policía, refugiándose en la casa de un gitano. Escribió en varios diarios entre ellos El Español y El Porvenir. Se casó en 1838 con una viuda irlandesa con un hijo, con la que tuvo un matrimonio infeliz, teniendo varias amantes. En 1839 empezó a escribir sus dramas, por los que fue contratado en exclusiva por Juan Lombía empresario del Teatro de la Cruz, donde laboró de 1840 a 1845, época en la que estrenó 22 dramas. En 1845 abandona a su esposa y se fue a París, donde mantuvo amistad con Alejandro Dumas, George Sand, Víctor Hugo y Gauthier. Vuelve a Madrid en 1846, al morir su madre y vende sus obras a la Casa Baudry, que las publicó en tres tomos. Recibió varios honores habiendo sido nombrado miembro de la junta del recién fundado Teatro Español y fue nombrado miembro de la Real Academia. En 1885 muere su padre y fue un duro golpe para él, pues su padre se negó a perdonarle.
El Bhagavad Gita
También conocido como la canción Divina de Dios. Es un precioso poema Hindú. Vale la pena leerlo y meditarlo:
“¿Por qué te preocupas sin motivo?
¿A quién temes sin razón?
¿Quién te podría matar?
El alma no nace, ni muere.
Cualquier cosa que pase, pasará por tu bien;
lo que esté sucediendo, está sucediendo para bien;
lo que vaya a pasar, también pasará para bien.
No debes lamentarte por el pasado.
No debes preocuparte por el futuro.
El presente está sucediendo…
¿Qué pérdida te hace llorar?
¿Qué has traído contigo?
¿Qué crees que has perdido?
¿Qué has producido?
¿Qué piensas que se ha destruido?
No has dado nada,
no has traído nada contigo,
cualquier cosa que poseas, la has recibido aquí.
Cualquier cosa que hayas tomado, la tomaste de Dios.
Lo que sea que hayas dado, se lo has dado a Él.
Llegaste con las manos vacías y regresarás con las manos vacías.
Cualquier cosa que poseas hoy, pertenecía a otra persona el día de ayer
y pertenecerá a otra el día de mañana.
Erróneamente has disfrutado de la idea de que eso te pertenece.
Esta falsa felicidad, es la causa de tus penas.
El cambio es la ley del universo.
Lo que consideras como muerte es en realidad vida.
En cualquier momento puedes ser un millonario
y en el siguiente puedes caer en la pobreza.
Tuyo y mío, grande y pequeño; borra esas ideas de tu mente;
Entonces todo te pertenecerá y serás dueño de todo.
Este cuerpo no te pertenece, tampoco eres de ese cuerpo.
El cuerpo está hecho de fuego, agua, aire, tierra y éter,
y se volverá a convertir en estos elementos.
El alma, mientras tanto, es permanente.
Dime entonces: ¿Quién eres tú?
Dedica tu ser a Dios. Él es el único en el que debes confiar.
Quienes conocen esta verdad son para siempre
libres de temor, preocupación y dolor.
Hagas lo que hagas, hazlo como una ofrenda a Dios.
Esto te llevará a experimentar la alegría, la libertad y la vida por siempre.”
Cuento para una niña triste
Un poema tierno, con un final real; una fantasía que echa a volar la imaginación y nos hace vivir en épocas pasadas y en cuentos de hadas es este poema de José Ángel Buesa.
Para alegrar a una niña triste, José Ángel Buesa le cuenta historias fantásticas, reconociendo al final que quizás nada ha sido cierto.
Vale la pena leer este “cuento para una niña triste”.