18 octubre, 2024

Religión

Mujer: ¡despierta!, ¡te están robando la felicidad! (I)

Aclaraciones previas

Lo que se dirá más adelante, lo afirmaremos sobre todo por las jóvenes, para que ellas tomen conciencia de su misión en la familia, la Iglesia y la sociedad de hoy. Y ‘por’ ellas, ‘con’ ellas y ‘en’ ellas, también para los chicos. El día que tengamos mujeres de verdad, tendremos novias y novios de verdad y esposos de verdad.

Serán palabras, no groseras, pero sí duras e incisivas; palabras que les golpeen el corazón y les hagan reflexionar. Lo que diremos directa o indirectamente está fundamentado en la Palabra de Dios que, recibida con valentía y sinceridad, siempre establece un contraste entre lo que pensamos y deberíamos pensar, y entre lo que somos y tendríamos que ser; y que, además, de light no tiene una letra1.

Nada queremos decir de las mujeres que quizá viven situaciones matrimoniales conflictivas, porque cada caso es distinto y toda generalización es injusta. Para ellas toda comprensión y caridad (aunque bueno es recordar que ‘comprender’ no es lo mismo que ‘dar la razón’).

¿Por qué hay que casarse como Dios manda?

Cuando un hombre es un señor, y es un caballero serio, noble y responsable, jamás juega con el destino de una mujer y con el futuro de los hijos que trae a la vida. Su propia valía y el amor sincero hacia ella y el respeto hacia ellos, le lleva a buscar el matrimonio, o sea el único modo de comprometerse para siempre, a fin de darles seguridad y consagrarse de por vida a la búsqueda de la felicidad de ellos, renunciando a toda posibilidad de aventura mundana.

Pero cuando un hombre huye del matrimonio, no quiere dar garantías, quiere seguir teniendo una mujer para él, dándole largas al compromiso para siempre, ese tal, es un individuo de mucho cuidado; porque es un egoísta, un caprichoso, un inmaduro y un machista. Ese hombre es incapaz de darse y de entregarse porque es incapaz de amar como aman los hombres de verdad.

Los Magos, la Iglesia y la Eucaristía

Herodes, los sacerdotes,

los ancianos y los letrados,

cerca están y no buscan,

ni encuentran al que es su Dios.[1]

Herodes, yo tan cercano

Herodes, yo tan lejano.

Herodes, el rey pagano

Herodes, este cristiano…

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